Los Pacers también saben sufrir

En el baloncesto de playoffs, muchas veces, la arruga es bella, las imperfecciones crean partidos perfectos. O, al menos, ecosistemas perfectos. Batallas que son una cuestión de supervivencia, en las que no hay más remedio que hacer la vista gorda y no abrirse las carnes ante defectos obvios, errores groseros, oportunidades desperdiciadas porque se pierde completamente el rastro de las pizarras y apenas se escucha la voz de los entrenadores. Para algunos equipos, hay noches así en playoffs. Para estos Knicks 2023-24, solo hay noches así en playoffs. La tercera contra los Pacers, la primera en Indiana, salió cruz (111-106). Y ahora es un 2-1 que podría ser un 3-0 o un 1-2 o hasta un 0-3. Nada tiene demasiado sentido. Solo esto: los Pacers salvaron el pellejo y pusieron un pie en la eliminatoria. Mañana, todavía en su pista y con menos de 48 horas para descansar (21:30, hora española) pueden colar el otro antes de hacer el camino de regreso al Madison. Es lo único que debería ocupar su mente: mañana, el cuarto partido, el bocado al 2-2. La supervivencia.

Si uno se fiara de la lógica, los Knicks no tendrían que haber tenido tantas oportunidades de ganar este partido. Tantas que acabaron con el sabor amargo del golpe de gracia lanzado al aire, el pájaro que voló. Claro que, en realidad, es imposible hacer caso a la lógica si se ha seguido el trayecto en playoffs de un equipo de manicomio, para el que solo se ha resuelto un partido de nueve por más de diez puntos (lo perdió) y que cada vez que sale a la pista parece igual de cerca de la victoria que de la derrota. Por eso, seguramente, ha sumado victorias que todavía, días después, cuesta explicar; Y por eso ha perdido un par de partidos que tenía ganados. Este no fue uno de ellos al 100%, pero sí acabó teniendo mucho de patinazo desde una situación que acabó siendo muy aprovechable. Pero es que la enfermería, o eso parece, está empezando a cobrarse los cheques que (esta vez a la fuerza) firma Tom Thibodeau con sus rotación y su reparto de minutos. Una inercia que podría acabar convirtiendo en favorito de facto, en una serie que ya es dramática, a Indian Pacers.

Sin Julius Randle ni Bojan Bogdanovic antes de comenzar la eliminatoria, los Knicks se han quedado también sin Mitch Robinson y parece difícil que vuelva a tiempo OG Anunoby, al que los más optimistas colocan con opciones de estar en un hipotético sexto partido. Para colmo, Jalen Brunson se hizo daño en un pie en el segundo y arrastró esas molestias de forma evidente en este tercero. Hay un momento en el que los Knicks van a meter la mano en el bolsillo y no va a quedar ningún milagro que lanzar contra unos Pacers que pueden acabar teniendo una ventaja decisiva simplemente por mantenerse sanos. Por sentarse en la puerta para ver como pasa por delante el cadáver de su enemigo.

La aparición de un héroe inesperado

Con la rotación destrozada, Precious Achiuwa como titular y minutos para Alec Burks y Jericho Sims, los Knicks parecían carne de cañón cuando se vieron arrollados, entre fallos y pérdidas, en el inicio de partido (20-8). Regresaron de la tumba entonces y otra vez en el tercer parcial, en el que convirtieron un 77-66 en un 85-90 antes de los últimos doce minutos. Ahí, en el desenlace, todo les salió mal: solo anotaron cuatro tiros (4/19) en el último cuarto, en el que concedieron cinco rebotes de ataque, un pecado capital para un equipo que (sobre)vive gracias a esas peleas en las trincheras. Tres pérdidas, tres tiros libres fallados… como si las piernas ya no dieran para más, y con decisiones arbitrales que parecieron igual de caseras que las que sí les habían beneficiado en Nueva York. Cosas de playoffs. El caso es que el partido estaba 102-102 cuando, a falta de dos minutos, Myles Turner taponó una contra de Josh Hart (que esta vez descansó casi 5 minutos: noticia) con posible goaltending que no se señaló. Uno sí, pitado, con 104-103 y en el último minuto, dio dos puntos a Pascal Siakam (106-103) antes de la secuencia clave: triple de Brunson (106-106), fallo de Tyrese Haliburton, rebote de ataque palmeado por Aaron Nesmith y triple a la desesperada desde casi diez metros de Andrew Nembhard. Después, y todavía con tiempo para haber hecho un ataque mejor, Brunson se precipitó con un mal tiro en el que buscó la falta y Nesmith sentenció con dos tiros libres.

Los Pacers perdían 89-98 a falta de menos de diez minutos, con la eliminatoria escapándose a toda velocidad y un rival malherido a punto de asaltar su pista con sus aficionados haciendo cada vez más ruido en territorio comanche. Seguramente, no es buena señal que se vieran así en un partido que comenzó en condiciones tan favorables, pero es baloncesto de playoffs: cuestión de sobrevivir... y ya veremos qué pasa mañana. Al menos, Haliburton se acercó a su mejor versión en la primera parte (23 puntos y 5/10 en triples para un 35, 7 asistencias y 6/16 final) y tanto Siakam (26 puntos, 7 rebotes) como Turner (21+10) salieron de la trituradora en la que se pasaron el segundo partido. Nembhard solo anotó 5 puntos, pero todos en los dos minutos finales, incluido el triple de la victoria. Y Nesmith pasó a ser el defensor principal de Brunson e hizo un trabajo admirable sorteando bloqueos y metiendo físico contra una estrella rival que esta vez, y con un pie hecho polvo, no tenía el extra de magia que ha usado su equipo (veremos si hasta agotarlo) como carburante durante todos los playoffs.

Brunson acabó con 26 puntos en 26 tiros, solo 6 asistencias por 5 pérdidas. Y sensación de estar al límite. La respuesta de los Knicks llegó gracias al trabajo incansable, otra vez, de Josh Hart (10 puntos, 18 rebotes), la aparición de un Burks que había jugado un minuto hasta ahora en todos los playoffs (14 puntos) y, sobre todo, los tiros de un Donte DiVincenzo espectacular: 35 puntos (17 en el tercero, cuando los Knicks se ganaron la oportunidad de atisbar el 3-0) y un 7/11 en triples. Tal y como están de personal y fuerzas, quizá la visión de dejar a los Pacers básicamente sentenciados era demasiado preciosa como para no lamentar una derrota tan en el alambre, después de tanto sufrimiento y tanto trabajo. Pero así han ganado otros días, también a estos mismos Pacers imperfectos pero capaces de mantenerse a flote. Y que mañana pueden empatar y reiniciar una serie en la que a su rival le quedan pocas vidas. Sin factor cancha pero con una visible ventaja física, el 2-2 pondría a los de Rick Carlisle en una situación óptima para buscar la final de Conferencia. Pero tienen sumarlo antes de hacer cualquier cuenta porque si algo deberían tener ya claro a estas alturas es que en esta eliminatoria el único guion es que no hay guion. Solo supervivencia.

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