Los Lakers se dan un respiro y LeBron hace caso a Redick

Los Lakers respiran. Les hacía falta: no hay nada como volver a casa y conseguir una victoria fácil y plácida para dejarlo todo en su sitio, dejar de escuchar críticas por un día y enfocarse en lo que viene. Los angelinos ganaron a los Blazers (107-98) en el que fue, por fin, un partido fácil. Llegaron a dominar de 20 puntos, tuvieron una recta final de encuentro controlada y básica, sin sobresaltos, y consiguieron que descansaran los titulares y jugaran los suplentes, el sueño de cualquier entrenador en un partido más del mes de diciembre, con muchos equipos pensando en una NBA Cup en la que no repetirán título y la competición norteamericana mirando fijamente a la cada vez más próxima lucrativa jornada de Navidad. De ahí que la alegría de los de púrpura y oro sea real, aunque sea por pocas horas. Con el añadido de que LeBron James no jugó por primera vez en toda la temporada y descansó de cara a lo que viene, un deseo expreso de JJ Redick que va en contra del jugador (que aseguró que quería jugar los 82 partidos) y que en el libro de incidencias en forma de lesiones ha sido indicado como un problema en el pie, algo que de todas formas es habitual en esta parte de la carrera del Rey. Mejor prevenir que curar, y más aún si quedan 21 días para cumplir 40 años. Por lo que sea.

El primer cuarto fue un espejismo en el que los Lakers, perezosos y lentos, recibieron un parcial contrario de 22-28 que resolvieron en el segundo parcial: 37-17, contraataque, martilleo de la zona y racha de triples (6 de 10 en esos 12 minutos, 13 de 34 al final) para volar y volar, evitar sustos y conseguir una delantera que ya no perderían en el resto del partido. El problema para los angelinos fue la colectividad, que brilló por su ausencia. Todo se basó en tres jugadores: Anthony Davis, D’Angelo Russell y Rui Hachimura. El primero fue el mejor del encuentro con una actuación de 30 puntos, 11 rebotes y 5 tapones. El base, de nuevo desde el banquillo a pesar de las bajas (LeBron, pero también Austin Reaves), se fue a 28 tantos, 5 rechaces y 14 asistencias con un 9 de 17 en tiros de campo y 5 de 10 en triples cuajando de esa manera su mejor partido de la temporada. Y Hachimura se olvidó un poco de una forma de jugar basada en el miedo al fallo y fue agresivo, atacó la zona, fue de fuera adentro y no se arredró cuando tuvo oportunidad de lanzar: 23, con 9 de 13 en el tiro y 3 de 5 en triples, además de 5 rebotes, 2 asistencias y 4 robos. Fueron el trío dinámico de los Lakers por un día y los únicos jugadores que consiguieron dobles dígitos en anotación. Pero también lo suficiente para llevarse una victoria balsámica tras tres derrotas consecutivas y cuatro en los últimos cinco partidos.

En los Blazers apenas hubo resistencia. Los locales robaron 14 balones (muy bien en defensa, con las manos y en las líneas de pase) al mismo tiempo que el equipo de Chauncey Billups perdía 17 balones. Y eso que DeAndre Ayton tuvo un gran papel, realizando un inesperado gran esfuerzo y yéndose a 14 puntos y 19 rebotes. Shaedon Sharpe logró 19 tantos, Afernee Simons 14, Scoot Henderson 13 y Deni Avdija otros 13. La franquicia de Oregón resiste (por decirlo de alguna forma) en el antepenúltimo puesto de la Conferencia Oeste, por delante de Jazz y Pelicans. Pero en otra temporada de transición en la que no harán mucha más cosa que acumular derrotas mientras gestionan lo que consiguieron con el fin de su último proyecto, toda una era de la que acabaron saliendo CJ McCollum primero y Damian Lillard después. A ninguno de los dos le va especialmente bien, algo que comparten con un equipo que todavía no ha decidido que rumbo seguir tras años de atractivos triples y de ser una de las sensaciones del Oeste, aunque con las finales de Conferencia de 2018 como límite y un techo que era muy difícil de traspasar. Un mercado pequeño, con alguna buena pieza de cara al futuro (Henderson a la cabeza) y mucho material traspasable que seguro que cambia de manos en un futuro próximo con algún que otro candidato empeñado en reforzarse.

Los Lakers, por su parte, siguen a los suyo. Han perdido el hype que tuvieron en un inicio de temporada que fue efímero, un mero espejismo y unas alabanzas constantes que ya han desaparecido, las que vimos al papel de un Redick que tampoco lo está haciendo mucho mejor que su predecesor, el vilipendiado Darvin Ham. Tras estar 3-0 y 10-4, los angelinos están ahora 12-11, bordeando ese 50% que es en realidad su sitio ideal, donde se mueven de forma constante. Algo que va a ser inevitable mientras coleccionan desmanes por inmovilismo en los despachos y se dedican a decir adiós a LeBron en una despedida que durará lo que dure. Es lo que decidieron como franquicia cuando realizaron el punitivo, y a la larga bochornoso, traspaso de Russell Westbrook. Es lo que les queda a los Lakers, que afrontan tres de los próximos cuatro partidos fuera de casa: primero visitan a los Timberwolves y luego reciben a los Grizzlies antes de jugar contra los Kings en Sacramento dos partidos consecutivos, en ese calendario tan habitual para la NBA, pero también tan extraño. El interés inicial se ha diluido para dar paso al tedio y a la costumbre que ya conocíamos. Y solo nos falta por ver si este equipo será capaz de alcanzar de nuevo los playoffs para pelear mucho y perder pronto contra el rival que se le ponga por delante. Para eso, claro, todavía quedan unos meses. Antes faltan muchos partidos y, seguramente, también muchas derrotas. Es lo que hay.

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