Los Clippers tumban al campeón

Hay luz para los Clippers, que quizá estén llegando al final del túnel. Sólo quizá, ya que hay que ir con pies de plomo con este equipo. Un megaproyecto que se terminó de conformar (o de destruir, según como acabe la cosa) con la llegada de James Harden, que abandonó los Sixers para vestir su cuarta camiseta en tres años y aumentar la animadversión hacia su reputación. Nadie dijo nada, ya que en esa franquicia parece que Kawhi Leonard y Paul George dan su beneplácito a todo desde que llegaron en 2019 y encadenaron derrotas y lesiones a partes iguales. Les dio tiempo a pisar unas finales de Conferencia y abandonar la lista de entidades que jamás habían llegado a dicha ronda, lo que pareció un premio menos si tenemos en cuenta que todo se formó para conquistar un anillo al que ni siquiera se han acercado. Ahora, con el fichaje el curso pasado de Russell Westbrook, han juntado una plantilla que lo ha sido todo por separado, pero se ha mostrado disfuncional junta. ¿Hasta ahora?

Los Clippers han tumbado al campeón, el mismo equipo con el que cayeron el 27 de noviembre cuando se presentó en Los Ángeles sin Nikola Jokic ni Jamal Murray. Esta vez, pívot y base sí que jugaron, pero la victoria cayó del lado local. Y con buenas sensaciones: gestionando bien los minutos finales, haciendo caso a la pizarra de un Tyronn Lue que está haciendo un gran trabajo, probando alineaciones distintas y juntando piezas mientras sienta a otras. Como a Russell Westbrook, una vez más defenestrado. La llegada de Harden le ha condenado al ostracismo: ante los Nuggets apenas llegó a los 16 minutos (mucha actividad como siempre, 9 tantos y 8 rebotes) y estuvo sentado toda la recta final del choque. Algo que viene unido a su carrera y que demuestra que es el chivo expiatorio cuando las cosas se complican. Todo esto con él mismo ofreciéndose a empezar desde el banquillo tras el desastre que supusieron las derrotas tras el aterrizaje de La Barba: cinco derrotas en sus cinco primeros partidos.

Harden esta vez jugó bien: se fue a 20 puntos, 11 asistencias y 3 robos, 6 de 10 en tiros de campo. No pecó de su indolencia habitual, se le vio activo, tomando las decisiones correctas al final, cediendo el balón cuando tenía que hacerlo y atacando la canasta en los momentos precisos. En ese tramo hubo mucho balón para Kawhi, que finalizó con 17 tantos y buscó el uno contra uno ante Jamal Murray de forma constante. Ahí falló Mike Malone, que no hizo lo propio en el ataque de los suyos y se empeñó en hacer pick and roll y pick and pop con Jokic y Murray, sin probar otras opciones ni buscar a través de los bloqueos a Harden, el blanco fácil cuando se trata de anotar. El máximo anotador, sin embargo, fue Paul George, con 25 tantos, con Norman Powell aportando 17 desde el banquillo e Ivica Zubac (10+9) y Daniel Theis (8+11) turnándose para desgastar físicamente a Nikola Jokic.

Funcionó: el gigante serbio firmó un triple-doble de 22 puntos, 15 rebotes y 10 asistencias, pero su 9 de 32 en tiros de campo (23 tiros fallados) fue una losa demasiado grande bien gestionada por los Clippers, que defendieron bien a la estrella. Una que parece algo cansada, igual que el resto de la plantilla. Una situación que ya hemos visto en más ocasiones y que ocurre mucho en equipos que ganan el anillo y se relajan en verano tras una temporada extenuante. Jamal Murray se fue a 23 tantos y 6 asistencias, mientras que Michael Porter consiguió 18 tantos, Reggie Jackson 14 y Aaron Gordon 8. Eso sí, ni olieron el balón en la recta final, con el ataque monopolizado por sus dos líderes, algo que puede resultar predecible y que hace muy fácil de defender al vigente campeón. Especialmente un día en el que Jokic no está fino.

Los Clippers suman su segunda victoria consecutiva y la tercera en los últimos cuatro partidos. Llegan al 50% (se ponen 10-10) y empiezan a transmitir algo parecido a buenas sensaciones. Aguantaron bien el final (iban 90-89 a falta de 8 minutos y fueron ampliando su ventaja paulatinamente) y tomaron caminos que parecían lógicos. Y, lo que es más importante, demostraron complicidad y una forma de hacer las cosas concreta, muy distinta a la anarquía que suponía ver a cualquiera de ellos llegar y lanzar sin más razón que hacerlo porque era lo que les tocaba. Tyronn Lue, un buen entrenador al que muchas veces no se valora justamente (campeón con los Cavaliers en 2016), sigue probando cosas nuevas (Terance Mann entra y sale, el rookie Kobe Brown tiene sus momentos) e intentando impregnar al equipo de un estilo identificable. De momento, eso se ha traducido en ciertas mejoras y malas noticias para Westbrook. En el resto, poco a poco. Pero alguna cosa buena sí que hemos visto. ¿Hay esperanzas para los Clippers?

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