Los Clippers le encuentran las cosquillas a Luka Doncic

Los Clippers vuelven por la senda de la victoria después de patinar en el duelo con los Pelicans. Habían ganado tres partidos seguidos y parecía que el rumbo iba enderezándose después de días complicados tras la llegada, vía traspaso, de James Harden a la plantilla. Recuperaron vigor frente a uno de los equipos que peor se les da estos últimos años, Dallas Mavericks, en el Crypto Arena durante la noche del sábado.

Con un claro 107-88, y teniendo unos cuatro minutos de garbage time, los angelinos suman su 7º triunfo. Han 15 partidos, por lo que están a una victoria de lograr equilibrar su balance en el Oeste. Paul George, con 25 tantos, volvió a ser su mejor hombre en ataque.

Los Mavericks han disputado dos partidos en tres días en Los Ángeles, aprovechando la visita, y nada han tenido que ver uno con otro. Después de vencer a los Lakers se plantaron de nuevo en el pabellón pero con menos energía, siendo hasta avasallados en alguna franja de la velada por unos Clippers que lo aprovecharon. Sin saber si es o no una tendencia para preocupar, han perdido cuatro de los últimos seis partidos.

Disposición errónea de Dallas para este enfrentamiento. Y eso que se les da muy bien Clippers (les metieron 144 a principios de mes), sobre todo a un Doncic que promediaba 33,2 puntos contra ellos antes de empezar el duelo del sábado. Metió 30, no estropeó mucho esos dígitos, pero para nada hubo dominio. Todo lo contrario. Luka, tan devoto de destrozar a los angelinos, recibió de su propia medicina: estuvo incómodo en ataque, prueba de ello es ese 1/8 en triples, y también algo irregular, ya que 17 de sus 30 puntos fueron producidos en el segundo cuarto; el problema, sin embargo, estuvo en la defensa, los locales buscaron emparejamientos contra él de forma evidente para aprovechar que no protege tan bien el aro como otros compañeros.

Harden desapareció del foco y no le vino mal a los Clippers, que parecen haber hallado un cierto consenso en lo que estaban haciendo mal en cuanto el barbudo base llegó allí para quedarse.

Sensación extraña, por su parte, para los de Dallas, no tanto por esta derrota, en la que fueron claramente inferiores, sino por haber dado un bajón cuando los oponentes subieron de nivel.

Los Clippers empezaron más atinados, trazando una buena línea sobre la que trabajar. Mann (17) fue de nuevo titular y actuó como lo que se esperaba de él cuando se le cambió por Westbrook (14), ahora suplente: que ayudara a soldar mejor al equipo atrás y que actuara como lobo solitario en ataque. Fue una de las claves del triunfo. Durante el segundo acto se igualaron las fuerzas, siendo ahí donde Luka Doncic pudo hacer más recorrido, y al terminarlo la distancia seguía siendo de once puntos.

Faltó armamento en los Mavs. O que funcionara el que había. La ausencia de Lively mandó a Holmes a salir de titular y Richaun fue la nada y no sólo por su 0/4 en tiros de campo y 0/2 en tiros de uno. Muy poco de Exum, Powell, Jones... Y Grant Williams, de los que tiene que hacer el trabajo de Mann en Dallas, también flojo: sus 5 puntos llegaron en dos partes, con un triple anotado tras otro fallado en la misma jugada y con un palmeo en el que hizo falta al defensor. Estaban solos Luka y Kyrie porque la selección de tiro de Hardaway era la de las malas noches: 5/14. Con todo ello llegaron a verse -24 en el tercer periodo y ni con ésas bajaron los brazos.

Los Mavericks intentaron a la desesperada rebajar la puntuación rival y lo lograron. Irving (26) metió un triple para cerrar el tercer periodo que daba una mínima esperanza. Pero los exteriores como Powell (15) estaban atinados en el otro bando. George, también. Leonard, en un horrendo partido, incluso anotó un par de canastas en sus últimos minutos. Y el colmo fue del de Westbrook, que fue el que más buscó el emparejamiento con Doncic para hacerle daño. El esloveno terminó bramando en el banquillo.

A decir verdad Doncic estuvo mermado por un golpe tempranero en el pulgar de la mano izquierda, que será examinado mañana para calibrar el alcance de la dolencia. Pero ese “id a por él” que gritaba Russ cada vez que anotaba en su cara le delató.