Los Celtics patinan en el partido de las sorpresas

Algunos resultados se dan sin que haya ninguna explicación, pero es no quita que no haya siempre un significado. Los Celtics cayeron en casa ante unos Suns que distan mucho de ser los aspirantes al anillo que teóricamente han sido las dos últimas temporadas y que, además, están plagados de bajas y venían de perder de 32 puntos en Arizona ante los Hawks. Pocas veces una victoria ha sido tan mitigadora, ya que el equipo de Monty Williams sale también del play-in y se coloca en el sexto puesto de la Conferencia Oeste, una bendición si tenemos en cuenta la competitividad, pero también algo anecdótico si tenemos en cuenta el tremendo atasco que hay del cuarto al decimotercer puesto. Cualquiera puede entrar ahí y todos están en un rango de menos de cuatro partidos, una absoluta barbaridad que viene dada por el poco nivel general, que añade una emoción extra a los dos últimos meses de regular season, especialmente cuando se haya cerrado el mercado de fichajes (el 9 de febrero) y el All-Star quede atrás.

Los Suns parecieron serios en todo momento, mientras que parecía que la cosa no iba con unos Celtics que no es el primer partido que pierden en casa de forma extraña (ya se dejaron dos visitas consecutivas de los Magic) y que hay veces que desconectan de forma sórdida, una rimbombante cualidad de connotación negativa que les puede perjudicar en playoffs y que, de hecho, ha sido uno de los motivos por lo que este proyecto todavía no ha alcanzado el sueño del anillo. Y ojo, que si siguen así los alcanzan los Bucks, a 1,5 partidos, para hacerse con una ventaja de campo tradicionalmente importante en la Conferencia Este. Una pelea a la que se puede unir los Sixers (a 2 partidos) y en la que parecen estar fuera los Nets (a 5) especialmente después de que Kyrie Irving soltara su enésima bomba, pidiera el traspaso antes del 9 de febrero y ponga patas arriba un proyecto que empezaba a tener verdaderos brotes verdes.

En el Garden, los Suns mandaban 44-57 al descanso y sólo sufrieron en el tercer cuarto, el único en el que los Celtics fueron los Celtics y consiguieron arañar puntos en el marcador hasta situarse a 1 sólo (73-74) con 12 minutos por delante. Hasta ahí llegaron: de repente, los Suns cerraron el partido con una serenidad excelsa, como si fueran ese equipo campeón que nunca han sido, y mantuvieron la cabeza fría y la muñeca caliente para sentenciar (94-106). Entraron como un torbellino (del 73-74 al 75-85 en apenas tres minutos) y luego consiguieron rentabilizar la ventaja y amarrar la victoria, una nueva en su cambiante récord (28-26 ahora), muy diferente al de los Celtics (37-16), pero con el que han conquistado el Garden sin pudor. Cosa rara, pero bonita de ver y cimentada en el rebote (53-43 a favor) una distribución de juego magnífica (28 asistencias, por 18 de los Celtics) y la seguridad con el balón en las manos (apenas 8 pérdidas).

Sin Devin Booker, Landry Shamet, Cameron Payne y un Jae Crowder que todavía no sabemos si saldrá o no antes del 9 de febrero, los Suns se basaron en los 14 puntos y 13 rebotes de un muy activo Dario Saric, los 14+10, con 5 asistencias, de un buen DeAndre Ayton, los 25 del siempre seguro Mikal Bridges, los 11+4+4 de Damion Lee o el saber estar de un magnífico Chris Paul que volvió a mostrar destellos dentro del apagón que le acompaña en los últimos meses: 15+6+8. En los Celtics, sólo un poco de Jaylen Brown (27+8+4, pero 3 de 12 en triples), Derrick White (19) y Malcolm Brogdon (12). La ausencia de Marcus Smart sigue pesando y la mejor versión de Jayson Tatum no estuvo presente. Fue, de hecho, misérrima: 20+6+5, pero 3 de 15 en tiros de campo, todos ellos triples (3 de 10), muy acelerado, precipitado y con poca gestión en su selección de tiro. En fin: gran victoria de los Suns, derrota para pensar de los Celtics. Y a seguir.