Locura en Indiana: festival de triples y una remontada que acaba en naufragio

El baloncesto de ahora es así. Lleno de triples, con muchas visitas (no todas explicables) a la línea de personar y una constante que ha pasado de tópico típico a casi tradición, la de anotar desde el exterior o debajo del aro dejando a un lado la media distancia. La constante que utilizaban los Rockets de James Harden es hoy utilizada, que no necesariamente imitada, por otros equipos. Que llegan a la conclusión de que lo mejor es hacer eso con las plantillas que tienen. O, en la otra cara de la moneda, construyen plantillas para hacer eso. Tanto da: así es como ganaron los Celtics el pasado anillo, un equipo conformado por ese mantra convertido en ley marcial, la de jugar todos abiertos, mover rápido el balón y lanzar mucho, muchísimo, especialmente desde fuera. Con datos analíticos superficiales que demuestran que muchos partidos los ganan los que más veces tiran a canasta. Aunque a veces la sensación es que no gana nadie. Algo imposible en el baloncesto, que continúa su debate constante sobre eras y estilos de juego mientras la gente del pasado reivindica el suyo propio y la del presente se adapta a una forma de hacer las cosas que, guste más o menos a según quién, es la que predomina ahora mismo en la NBA.

Pacers y Celtics protagonizaron en Indiana un partido que fue la quintaesencia de esta era. En total, 267 puntos combinados, 95 triples intentados, 55 tiros libres lanzados y 32 pérdidas totales en un ejercicio de riesgo y pases sin sentido legendario. Los verdes lanzaron 20 triples entre el último cuarto (en el que remontaron) y la prórroga (en la que perecieron). La temporada pasada lideraron la NBA en triples intentados con 42,5 y este año se mueven por encima de los 50 de media, una barbaridad que para mucho es barbarie, pero que dio a la entidad su primer anillo desde 2008 y el segundo desde 1986. Más allá del debate de cómo juegan estos Celtics (mucha defensa, un físico que apabulla al rival y una búsqueda incesante de amasar triples en ataque), la realidad es que les funciona. Y es el estilo que van a ejercer durante esta campaña, por mucho que se hayan quedado sin ideas en la prórroga y no haya un plan b cuando los lanzamientos no entran. Básicamente, porque suelen entrar. Cuando dejan de hacerlo les pasa como hoy y pierden, sí... Pero les pasa muy poco. Y ahí es donde ahora se ganan campeonatos.

Entre ambos equipos se anotaron 50 puntos en transición en un partido de absoluta locura. Los Celtics, que iban perdiendo de 24, se pusieron 130-132 a poco más de un minuto para el final de la prórroga, la primera ventaja del partido para ellos gracias a una canasta de Derrick White. Ahí emergió Rick Carlisle, un entrenador que ha visto de todo y no se ha quedado anclado en el pasado, abrazando al presente, sin renunciar al futuro y siempre abrazando las más nobles y antiguas tradiciones. El técnico pidió tiempo muerto y preparó una jugada para Pascal Siakam, un posteo ante Jaylen Brown a media distancia de la canasta que el ex de los Raptors, campeón en 2019, resolvió con los fundamentos y la capacidad de bote que sabemos que tiene. En la siguiente jugada, los Celtics lanzaron de tres y fallaron. Tras ello, Siakam anotó el triple de la victoria y estableció el resultado final (135-132). Jaylen Brown intentó forzar el segundo tiempo extra con otro triple, esta vez obligado, pero erró. Y los Celtics perdieron su invicto, cediendo el liderato de la Conferencia Este a unos Cavaliers que se impusieron a los Lakers en Ohio.

Jayson Tatum anotó 37 puntos, anotó el triple que forzó la prórroga y lanzó 18 en total, una barbaridad para sólo 5 aciertos. Eso sí, jugó un fantástico último cuarto, con 12 tantos que lideraron un parcial de 24-38 para los Celtics que permitió la remontada, crisis de los Pacers mediante. Los locales ganaban 107-89 a 10 minutos del final, 115-100 a falta de 6, 120-107 a falta de 4 y 122-116 con menos de 90 segundos para el final. Pero entraron en una concatenación incomprensible de errores, empezaron a encadenar fallos y pérdidas (6 en el último periodo) y acabaron viendo como llegaba una prórroga imberbe y por la que nadie apostaba. Eso acabó animando al público de Bankers Life Fieldhouse, que no quería perder contra el rival que les arrolló en las últimas finales de Conferencia (4-0), con el honor además de ser los protagonistas de la primera derrota del campeón esta temporada. La toma de decisiones fue la adecuada y la sapiencia de Carlisle se impuso a los trompicones de un Joe Mazzulla que siempre ha estado en su puesto porque alguien tiene que estar, pero cuya incidencia en el juego de su equipo parece, ante todo, mínima.

Tyrese Haliburton mejoró y se fue hasta los 17 puntos, 6 rebotes y 12 asistencias, pero sigue teniendo unos problemas enormes en el lanzamiento, especialmente en el triple (2 de 10). Bennedict Mathurin logró 30 tantos, 11 rechaces y 4 pases a canasta desde el banquillo y fue el revulsivo. Aunque el más completo fue, una vez más, un Siakam que aporta tranquilidad a la causa, y que se fue a 29+11+5, con 11 de 20 en tiros de campo y 6 de 8 en triples. Fue lo mejor de un equipo que tuvo hasta siete jugadores por encima de la decena de puntos y que tumbó a un rival que, más allá de Tatum, tuvo aportaciones variadas: 23 puntos de Derrick White con 5 de 5 en triples y 13 tantos entre el último cuarto y la prórroga; 25 de Jaylen Brown, con un paupérrimo 1 de 11 en triples. O 16 de Payton Pritchard. Pero, al final, la confirmación de que los Celtics, por una vez, perdieron donde siempre han ganado: en el lanzamiento exterior. el triple a mansalva, la insistencia en el tiro. Una plantilla que está tan habituada a ganar así que es difícil que haga las cosas de otra manera. Para qué cambiar algo que funciona, si un tropiezo lo tiene cualquiera. Por algo son los vigentes campeones de la NBA.

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