Lillard empieza con los Bucks de la mejor forma posible

Los Bucks inician un nuevo asalto al campeonato y de qué forma. El primer día de trabajo el chico nuevo se planta en la mesa de los contendientes de la Conferencia Este y pegó un golpetazo en la mesa para demostrar su autoridad. Alguien tenía que ayudar a Giannis Antetokounmpo a elevar el nivel (justo ahora que ha renovado por otros tres años) y ése va a ser Damian Lillard. De entrada ya fue el jugador de referencia para comenzar la temporada con un triunfo de doble valía.

Los de Milwaukee vencieron por la mínima, 118-117, en un Fiserv Forum que dio una calurosa bienvenida a Lillard en su primer partido oficial con la camiseta buck. Y el respondió de la mejor manera. No sólo fue el mejor de la noche en su conjunto (39 puntos en 37 minutos, 17 de ellos desde los tiros libres y sin errar), es que metió los 11 últimos puntos de los suyos en un final eléctrico ante uno de los rivales más difíciles de la conferencia. Ésa es la medida de lo conseguido. Adrian Griffin, que se estrenaba como jefe de banquillo, ve los brotes verdes de un emparejamiento letal con Giannis en el que Lillard, con cualidades para complementar al griego, se desmarca como uno de los fichajes del verano en la NBA.

Los Sixers llegaron a este debut de temporada con más problemas que soluciones. La ausencia de James Harden, que se apartó en primera instancia del equipo y ahora el club es el que no le quiere cerca, ha sido una losa durante la pretemporada y todavía no se la han quitado de encima. No sólo porque no haya traspaso, es que tampoco se acaban los embrollos. El base era baja y no hubo quien la supliera. Harris se volvió a esconder al tener más responsabilidad (sólo lanzó nueve tiros en juego, de los que metió ocho) y Embiid, mejor jugador del año pasado, se vio superado.

Tobias, precisamente, fue el que abrió el marcador. Melton, ante la no aparición -investigada por la NBA- de Harden, fue el que completó la habitual alineación titular de Philly. De los exteriores destacaron Maxey (31) y uno de los fichajes de mercado, Oubre (27).

En los Bucks aún hay que acoplarse. Que se lo digan a Malik Beasley, que casi atropella a Lopez en un intento del pívot desde la línea exterior durante el comienzo. Los automatismos como ése se trabajan y es tarea del cuerpo técnico hacerlo con los nuevos jugadores, aunque parece que Lillard tiene pocos problemas de adaptación. Dejando atrás ese detalle, buenos minutos de los locales, que manejaron pronto ventajas en el rango de la decena, en casi toda la primera mitad, que ganaron (+9).

Embiid pasó incluso desapercibido por instantes si nos ceñimos a la importancia adquirida en la NBA, sin ser tormento para el rival en ataque (21) y tampoco cerrojo en defensa. En la lucha interior, pese a sus siete pérdidas, el que marcó tendencia fue Giannis (23).

Los Sixers se marchaban peligrosamente en el último cuarto y había que reaccionar. 94-102 a falta de 6:47 y con Maxey y Oubre haciendo diabluras. En dos acciones, una de Lopez en estático y otra de Crowder en transición, en la que los triplistas estaban mal defendidos los locales apretaron el marcador. Anteto lo empató con un gancho en la cara de Embiid. Y al entrar en los últimos cuatro minutos empezó al show de Lillard. Triple a pase del griego para calentar y después, los 11 puntos seguidos para ganar: tres tiros tras ser golpeado en un intento lejano, 2+1 al entrar a la zona, triple después de marear a Oubre por segunda vez... Sólo un lanzamiento de Harris inquietó un poco el final, que Dame sentenció con otros dos lanzamientos desde la línea de personal. Un final de los que muchas veces se sueñan -y después no se materializan- hecho realidad por el jugador que aspira a ser el más disruptivo de la NBA a sus 33 años: contra el orden establecido, un nuevo Damian Lillard.