Joel Embiid, el jugador maldito

Joel Embiid lo tiene todo para ser uno de los grandes de la historia, pero le persigue una maldición. Una que siempre le hace quedarse a las puertas de todo: de estar todo lo bien acompañado que debería, de lesionarse menor de lo que le gustaaría, de disputar sus primeras finales de Conferencia o de meter ese último tiro dentro del tiempo reglamentario, como le pasó ante los Celtics. También de ganar un MVP que se le ha escapado las dos últimas temporadas, en las dos segundo clasificado ante el mismo hombre, Nikola Jokic. Un premio que, por cierto, también se le puede escapar en el mejor curso baloncestístico a nivel estadístico de su carrera: 33,1 puntos (máximo anotador de la NBA), 10,4 rebotes y 4,1 asistencias; 31 dobles-dobles en 47 partidos. Y sólo 12 ausencias, algo muy positivo para una estrella que siempre ha tendido a lesionarse con asiduidad.

Así son las cosas para Embiid, que ha tenido un nuevo capítulo en el que se han mezclado la mala suerte y el poco tino, en la toma de decisiones de ajenos especialmente, ya hablemos del banquillo o de sus compañeros. Los Sixers pudieron ganar ante los Heat con un triple frontal de James Harden, solo después de recibir el pase de Embiid y de que Jimmy Butler se pasara de frenada. Pero su lanzamiento no entró y el equipo de Philadelphia sumó su segunda derrota consecutiva ante un rival directo en la Conferencia Este, encima el que les eliminó el año pasado; y otra vez en los instantes finales y teniendo el tiro ganador en sus manos, de forma mucho más clara si cabe que ante los Celtics, cuando el triple fuera de tiempo de Embiid fue sin tiempos muertos posibles, desde su campo y a la desesperada.

Los Sixers lograron una gran victoria ante los Grizzlies después del All Star en el que, por cierto, Embiid no fue titular e incluso hizo el amago de no ir, otro feo (o así lo considera el jugador) de la NBA hacia su persona. Y sumaban cinco seguidas; pero ahora pierden ante equipos importantes y vuelven a dar la sensación de estar un punto por detrás del top del Este, que sigue dominado por unos Bucks ahora líderes (tras la última derrota de Boston) y unos Celtics que son una tortura permanente para un Embiid que casi siempre sucumbe ante ellos. El camerunés, nacionalizado francés, sigue sin disputar ni siquiera, ya lo hemos dicho, unas finales de Conferencia. Él es The Process, esa nomenclatura que sirvió para justificar unos años que rozaron el bochorno y de los que solo queda él. Pero lo hace todo menos lo más importante en la NBA: ganar.

Embiid se fue a 27 puntos y 12 rebotes y Harden a 20, con 12 asistencias, pero los Sixers solo anotaron un tiro de campo y 4 puntos en los últimos 3 minutos de partido y el propio Harden no sumó ninguna canasta en juego en el último periodo (4 tiros libres). Los Sixers siguen terceros de la Conferencia Este (39-21), pero a 4 victorias del liderato. Los Heat, por su parte, siguen intentando emerger (séptimo puesto, 33-29) y, sobre todo, evitar el play-in, algo que puden hacer ahora que los Nets parecen vulnerables y con lo que llegarían al sexto puesto y, ojo, un poible enfrentamiento en primera ronda ante los Sixers, que son los que les eliminaron en semifinales el curso pasado. Ante los Sixers, 23+11+9+4 de Jimmy Butler, que anotó los últimos 3 puntos de su equipo, aunque falló uno de sus dos último tiros libres para sentenciar. Y 14 de Gabe Vincent, 13 de Bam Adebayo, 13 de Max Strus, 8+5 para un Kevin Love que jugó de titular... Eso vimos en el Wells Fargo Center. Eso, y el enésimo capítulo de la maldición de Embiid. Que no acaba nunca.