Harden vuelve a las andadas

Los Clippers naufragan de nuevo. Son, con esta, 6 derrotas en 9 partidos desde ese fichaje que removió la NBA, el de James Harden, un producto tóxico que los Sixers querían quitarse de encima y que mandaron a Los Ángeles, deseo expreso del jugador, que encadenaba de esa manera su cuarto equipo en tres años. Algo que no le deja en buen lugar y que juntaba con la misma camiseta a Kawi Leonard, Paul George, Russell Westbrook y La Barba, una concatenación de estrellas más del pasado que del presente, y desde luego ya no del futuro. La cantidad de balón que amasa la estrella, ya venida a menos, no cuadraba con el que necesitan el resto y la decisión de Westbrook de empezar desde el banquillo para favorecer al equipo sirvió a corto plazo, pero las victorias ante Rockets y los Spurs por partida doble supieron a poco al tratarse, especialmente en el caso de los segundos, de rivales de menor calado. Ahora, ante unos Pelicans cada vez mejor, volvieron los fantasmas. Y el colapso.

Harden sumó 8 puntos, 5 rebotes y 10 asistencias en 37 minutos, en los que tan sólo intentó 8 lanzamientos (con 2 aciertos) y acumuló 4 robos, pero 3 pérdidas y un -6 con él en pista. Un pobre balance que no benefició a los suyos y una presencia que ha borrado a Westbrook del mapa. De hecho, el base apenas disputó 13:53, la cuarta cantidad de minutos más baja en toda su carrera para 3 puntos y un pobre 1 de 8 en tiros de campo. Paul George sí que produjo: 34 tantos y 8 rechaces, con un 14 de 30 en tiro de campo. Kawhi Leonard, con 20, le secundó, demostrando que como mejor funcionan los Clippers es con ambas estrellas teniendo protagonismo y cediendo a la intendencia (como lo 20 puntos de Norman Powell hoy). Harden asume ahí mucho balón, quita protagonismo a sus compañeros y ralentiza el juego para producir estadística. Mala cosa.

En los Pelicans, Brandon Ingram y Zion Williamson cuajaron juntos y por separado una actuación excelsa. El primero se fue a 30 tantos (12 de 21 en tiros), 4 rechaces y 5 pases a canasta. El segundo a 32, con 6 y 5, además de un 13 de 25 en su particular serie de lanzamiento. En total, 62 de los 116 puntos del equipo (por los 106 de los Clippers). En el último periodo anotaron 16 de forma combinada con 6 de 13 en tiros. Kawhi y Paul George llegaron a 11 con 5 de 17. El big four en esos últimos 12 minutos se unió para 13 y 5 de 20. Un síntoma de la falta de organización para repartir tiros, la ausencia de pizarra (tampoco puede hacer mucho ahí Tyronn Lue) y la anarquía reinante en un sistema imposible. Al final, lanza el que puede cuando quiere (George intentó hasta 12 lanzamientos él sólo en el último cuarto) y sin preguntar a los demás. Una táctica que no lo es, y que en el mejor de los casos es cortoplacista e inservible.

Un mate del propio George ponía el empate a 85 con ya menos de 12 minutos para la conclusión. A menos de 9, el resultado era de 91-93. Dos minutos después, de 91-103. A partir de ahí, los Pelicans (8-7), que suman su tercera victoria consecutiva, sólo tuvieron que mantener las distancias y gestionar el tiempo del partido y la diferencia conseguida, algo que acabaron haciendo, conquistando así el campo rival y consiguiendo, por cierto, el liderato del Grupo B de la Conferencia Oeste en el In-Season Tourment, esa especie de Copa NBA. Eliminando por el camino, claro, a unos Clippers que se ponen 1-3 (6-7 en la regular season) y se quedan sin opciones de forma matemática. Una pequeña punzada de dolor, por mucho que algunas estrellas aseguren que no tienen mucho interés en el nuevo campeonato, que se resolverá el 9 de diciembre en Las Vegas.

Es tiempo de reflexión para los Clippers. Tyronn Lue tiene, si es que quiere hacerlo, mucho trabajo por delante. Con Westbrook teniendo un papel cada vez más residual en la rotación, parece que dar a Harden los minutos que exige va en detrimento de la producción de Kawhi y George, los creadores originales de un proyecto que era también un sueño para Steve Ballmer, cofundador de Microsoft y dueño pero ahora más pendiente de la mudanza a un nuevo estadio que les permita escapar de la sombra de los Lakers que de dar forma a una plantilla casi imposible de reconducir. A no ser, claro, que exista un milagro que permita ordenar las cosas. No parece cercano, pero en la NBA nunca se sabe. De momento, pocas cosas mágicas hemos visto en la carrera de James Harden. Al menos en lo referente a ganar anillos. Que es, en última instancia, lo más importante. El resto es eso, el resto. Y queda para los restos. Nada más.

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