Harden sobrevive a los Warriors

Los Clippers tenían el partido ganado... hasta que dejaron de tenerlo. Una fantástica gestión del final les había puesto todo de cara y un pase de James Harden para que Norman Powell descerrajara un triple parecía dictar sentencia a 2 minutos del final. Sin embargo, los angelinos son expertos en dejar escapar victorias que parecen seguras... y los Warriors en conseguir ganar cuando nadie cuenta ya con ello. Apunto estuvieron de darse las dos cosas, ya que una (cualquiera de ellas) habría sido consecuencia de la otra. Andrew Wiggins anotaba de tres, Stephen Curry conseguía una bandeja en transición y Wiggins repetía con otra canasta a pase de Draymond Green. Quedaban 35 segundos para la conclusión y el balón era de los locales, que ya se habían dejado algún partido de forma inexplicable en el Intuit Dome. Y todo parecía ir por el mismo camino, ya que perdieron el balón. Sin embargo, Curry fallaba primero y Gary Payton, el hacedor del robo, después. Entre medias, Draymond atrapaba un rebote ofensivo que estiraba la agonía. Los dos fallos consecutivos certificaban la merecida, pero extraña y agónica victoria de los Clippers. Sin que nadie supiera cómo.

Harden se agachó para resoplar mientras se ponía las manos en los muslos. Era un suspiro de alivio y también de cierta sorpresa: el legendario escolta, que hace ya mucho tiempo que juega de base, ha visto esta historia repetida en muchas ocasiones. No en vano, fue líder todopoderoso de unos Rockets que representaron el mayor desafío de la dinastía de Golden State en los mejores años de un proyecto que se convirtió en campeón tres veces seguidas, pisando las Finales en cinco. Luego, en una dulce prórroga, consiguieron el cuarto título y las sextas Finales en 2022. Pero para el recuerdo quedan los duelos ante esos Rockets, que llegaron a mandar por 3-2 en 2018 antes de la lesión de Chris Paul, pero que también manejaron cómodas ventajas en el sexto y el séptimo asalto, en el que chocaron contra la mayor virtud de su sistema, que era al mismo tiempo el mayor de los defectos: 27 triples fallados de forma consecutiva condenaron al equipo entrenado por Mike D’Antoni, que llevó hasta la extenuación a una plantilla histórica, con Kevin Durant, Klay Thompson o Andre Iguodala, además de Curry y Draymond, que siguen hoy donde estaban entonces.

Son otros tiempos y otras edades. El partido entre Clippers y Warriors era, de hecho, una oda a un pasado que fue mejor y estuvo protagonizado por estrellas que vislumbran su final, pero que siguen demostrando un nivel estupendo a pesa del paso de los años. Harden (segundo máximo triplista de la historia, con el primero, Curry, enfrente) no estuvo fino, pero con 35 años ya es difícil que lo esté y los anillos han dejado de ser un objetivo realista para un hombre que ha acumulado desmanes dentro de la pista y demasiados vicios fuera. Eso sí, es un talento ofensivo objetivo que se quedó en 12 puntos, con 4 de 15 en tiros de campo. Pero que supo ajustar y se fue también a 6 rebotes, 16 asistencias, 2 robos y 2 tapones. Además de llevarse una alegría merecida al final, pequeñas cosas que uno consigue en su ocaso. El héroe fue Powell, con 23 puntos y 5 de 6 en triple, dos esenciales para certificar una victoria que no estaba tan hecha como parecía. Los 15 tantos de Amir Coffey y los 10 de Terance Mann fueron también importantes en unos Clippers en los que anotaron todos y cada uno de los 10 jugadores que Tyronn Lue introdujo en pista. Uno de ellos, obviamente, no fue Kawhi Leonard, que volvió a ver el partido vestido de calle. Hay tiempos pasados que no vuelven y ese puede ser un gran ejemplo. Por mucho que tenga sentado al lado a Jeff Van Gundy, parte del cuerpo técnico angelino tras regresar a los banquillos este año. Este sí que es un hombre del pasado. Pero mejor dejarlo ahí.

Los Warriors lo intentaron, pero no pudieron y suman su tercera derrota de la temporada, la segunda ante los Clippers. Steve Kerr dijo después en rueda de prensa que sus rivales les han llevado a su terreno y que la lentitud con la que arman la ofensiva ralentizan el propio ataque de su equipo. Desde luego, los visitantes jugaron más despacio de lo habitual y fue al final, en el conato de remontada, cuando más aceleraron. Pero ya era tarde: fueron por detrás desde la mitad del primer periodo y no consiguieron darle la vuelta al marcador en ningún momento, a pesar de acercarse e incluso de llegar a empatar a 72 en la recta final del tercer periodo. Curry se fue a 26 puntos, 6 rebotes y 7 asistencias con 10 de 21 en tiros de campo y 6 de 15 en triples. Wiggins logró 22. Y Draymond, un 9+9+7, pero 6 de las 19 pérdidas del equipo. Buddy Hield no entró esta vez en faena (7 tiros intentados) y la baja de Kevon Looney se notó en la libertad con la que se movió Ivica Zubac (8 puntos, pero 17 rebotes, 4 asistencias y 2 robos). El partido fue, en definitiva, un ejercicio de añoranza propia de jugadores legendarios, históricos, cada uno a su nivel. Y significó una enorme victoria para los angelinos, que parecen haber encontrado los límites de unos Warriors que, al margen de esta victoria, han empezado la temporada volando. Como antaño. Quizá el pasado vuelva, al menos una vez más. Quién sabe.

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