Goodbye, Lakers

Se acabó para los Lakers una temporada de contrastes. De altibajos, contradicciones, luchas heroicas de idéntico final. De esfuerzos frustrados y suelos mojados. De un inicio brillante y de un final apabullante. Todo eso y mucho más han tenido los angelinos, que han sucumbido ante su última bestia negra en el Ball Arena, unos Nuggets (108-106) que pasan a semifinales de Conferencia tras una serie igualadísima, maravillosa, pero resuelta por 4-1. Y que pone en relieve que ni el sobrefuncionamiento más grande puede con el vigente campeón, probablemente el único equipo claramente mejor que los angelinos, que habían podido pasar de ronda contra cualquier otro rival (a priori) pero se encontraron en la primera al mismo ejecutor que la temporada pasada les despidió en finales de Conferencia. Y con otro tiro ganador de Jamal Murray, que jugó teóricamente lesionado y se fue a 32 puntos y 7 asistencias en un ejercicio clutch brutal que significó también un duro final para sus rivales, más que dignos y que hicieron gala de un esfuerzo titánico para remar y morir en la orilla. Allí donde han sido los mejores de la NBA, en los finales apretados, sucumbieron ante los Nuggets. Un final triste dentro de una batalla preciosa.

Los Lakers, que esta temporada han ganado el In-Season Tournament en su primera edición, han demostrado que están muy por encima del octavo puesto con el que se clasificaron para playoffs y que han sido excesivamente penalizados por ese mes de diciembre en el que todo les salía mal, con la resaca de la Copa NBA haciéndose larga y tediosa. Pero también que son un proyecto cogido por pinzas, en el que todo tiene que funcionar para que salga bien y con unos costes enormes si hay una lesión como la que ha tenido Jarred Vanderbilt, vestido de calle en todos los playoffs hasta hoy, cuando ni siquiera ha saltado a pista porque, simplemente, llevaba mucho tiempo parado y había que jugársela con lo que había. A más de 3 minutos para el final, Darvin Ham pidió un challenge por petición de los jugadores que ganó, pero se quedó sin tiempos muertos por el camino. A poco más de 3 segundos Murray acertaba y los Lakers no tuvieron tiempo para llegar muy lejos. LeBron James se quedó protestando una falta sobre Taurean Prince, pero no hubo manera. Ahí no se iba a pitar nada. Todo se había acabado. No había más.

La serie ha sido tensa, taquicárdica. La diferencia más grande en el marcador final fue el +11 de los Nuggets en el primer partido... y el +11 de los Lakers en el cuarto. El segundo y el quinto se han resuelto por 2 puntos y en la última jugada, ambos por obra y gracia de Jamal Murray. El tercero, por 7. Algo extraordinario, baloncesto de primer nivel y de una ronda mucho más adelantada que esta, una que por talento y calidad podríamos haber visto a finales de mayo y no a finales de abril. Pero así ha sido. Con datos brutales: los angelinos han estado por delante en la eliminatoria 165 de los 240 minutos que ha habido, un 69% del tiempo... pero cuando hay que estar por delante es cuando suene el pitido final. Han acabado por delante en el primer cuarto en todos los partidos excepto en el quinto. Y lideraban el marcador al descanso en cinco de los cinco. Pusieron, por justicia e insistencia, fin a una racha de 11 derrotas consecutivas contra el mismo equipo, algo inédito en la carrera de LeBron. Pero no consiguieron ganar en la Mile High de Colorado y en su extraordinaria altitud. De hecho, no hacen tal cosa desde el 10 de abril de 2022, en un último partido de regular season que no servía para nada a ninguno de los dos equipos. Ese día no estaban ni Jokic, ni Murray, ni Gordon, ni Porter. Hoy sí.

Las lesiones, siempre las lesiones

Para no perder la costumbre, los Lakers se fueron por delante al descanso, esta vez de forma igualada (50-53). Pero en los primeros compases del tercer periodo, un choque sin mala intención de Michael Porter con Anthony Davis provocaba que este se fuera al suelo gritando de dolor. Parecía que era su final, pero volvió a pista sin mover el brazo izquierdo. Y eso no fue todo: al final de dicho cuarto, LeBron se hacía daño en el tobillo derecho. El banquillo le preguntó si quería el cambio, pero movió negativamente la cabeza. Si este es el final, rubricaría en las memorias. Tampoco fue así, pero el esfuerzo fue titánico por ambas partes: el Rey se fue a 30 puntos, 9 rebotes y 11 asistencias, además de robar 4 balones. Davis se quedó en 17, 15 y 4, poniendo 2 tapones. Pero sólo intentó un tiro de campo en toda la segunda mitad, claramente condicionada por su lesión, que también permitió dos rebotes ofensivos en la recta final, uno de Jokic y otro de Aaron Gordon, con los que los locales lograron mantener el partido dentro de un clima taquicárdico. En ese tramo, Davis se fue a 6 rechaces, 2 pases a canasta y puso sus 2 chapas. Su esfuerzo fue extraordinario. El premio, inexistente.

Lesionados había también en los Nuggets, que hasta 20 minutos antes del inicio del partido no confirmaron que Murray jugaba. Y en qué momento: el base estuvo renqueante y se tocó mucho la pierna dolorida, pero los finales apretados son los suyos y logró 12 puntos en el último cuarto. Y se fue por encima de los 40 minutos. En la primera parte se hizo también daño Kentavious Caldwell-Pope, que se fue al túnel de vestuarios y luego regresó a hacer lo que pudo. Su defensa constante y sus triples abiertos son una de las claves, de vital importancia para los Lakers campeones en 2020 y también para los de Colorado, que buscan repetir título. Eso sí, el problema de Davis condicionó muchísimo a los angelinos, que llegaron a ir 6 abajo en el periodo final (87-81) y se recuperaron, dejando el toma y daca constante de los últimos minutos como algo precioso, baloncesto de playoffs, fantasía pura con dos rivales titánicos. Pero la historia fue la misma que siempre, con los Nuggets prevaleciendo y los Lakers sucumbiendo. El mismo libro que hemos leído y la misma película que hemos visto en los últimos 13 partidos, con una sola excepción. Si es así, por algo será. Porque son mejores, claro.

El presente y el futuro

Los Nuggets, que se verán con los Timberwolves en semifinales de Conferencia (4-0 a unos tristes Suns), tuvieron en Michael Porter al desatascador ideal: 26 puntos, con 5 de 7 en triples. Aaron Gordon, que disputó 46 extenuantes minutos, se fue a 7 tantos, 13 rebotes y 6 asistencias, mientras que Reggie Jackson dio algo de aire en la primera parte desde el banquillo y consiguió 8. Nikola Jokic estuvo, otra vez, celestial, a pesar de que los Lakers consiguieron que el juego que brota de sus manos dejara de fluir durante muchos minutos con dobles y triples ayudas y Davis sale reivindicado en lo personal de un uno contra uno en el que el serbio sólo sale ganador porque su equipo ha ganado. Al final, 25 puntos, 20 rebotes, 9 asistencias y 7 pérdidas, esa losa que por muchos minutos provocaron sus rivales hasta la desesperación. Unos en los que, por cierto, aportaron los secundarios: 15 de Rui Hachimura, 14 de D’Angelo Russell (con 2 de 10 en triples) y 19 de un Austin Reaves excelso al final (9 en el último cuarto, incluido un triple que hizo soñar a los Lakers) y que se ha zafado en la defensa a Murray todo lo que ha podido y más, siendo el homólogo que más problemas le ha dado.

Los Lakers repartieron 30 asistencias, movieron increíblemente bien el balón. sólo perdieron 8 balones y superaron en eso a los Nuggets (28 y 13 pérdidas), que vivieron de lo que pudieron, de un arbitraje otra vez muy casero (algo lógico por jugar en la casa del actual campeón) y de resistir el juego de su rival en la zona. Lo hicieron por la magia final de Murray y despidieron a los Lakers, que se adentran ahora en un verano lleno de toma de decisiones. Muchas pasarán por saber qué hará LeBron James con su player option de más de 50 millones de dólares, una clave esencial para saber lo que harán como franquicia a corto plazo. Porque a corto plazo tiene que ser si mantienes ahí al Rey, que ha hecho de la longevidad su último argumento para auparse al trono del Olimpo y ser considerado el mejor de la historia. Hubo una época en la que se bebía su razón y se fumaba el corazón de sus rivales. Ahora, su nivel sigue siendo increíble. Pero los Lakers, que siguen recogiendo las migajas del traspaso de Russell Westbrook y todo lo que conllevó, no han sabido aprovechar bien los últimos años buenos de su mejor jugador.

Y hay más cosas. Siempre las hay. La animadversión y la guerra abierta que hay hacia Darvin Ham es notoria y el entrenador se lleva jugando el puesto varias semanas. Phil Handy es muy del gusto de la franquicia y podría obtener el ascenso. D’Angelo Russell pondrá rumbo a la agencia libre y ya veremos donde acaba. Habrá que ver qué pasa con Rob Pelinka en los despachos. Y muchos, muchísimos, se seguirán acordando del incomprensible traspaso de Westbrook (otra vez, sí) y cómo eso acabó con los cimientos creados en el anillo de 2020. Ahora, a planear el futuro sabiendo que has tenido al campeón contra las cuerdas todo el rato, que has competido, luchado contra viento y marea... pero que, al final, tus sueños pasean por cualquier acera. Y si bien es meritorio la forma que han tenido de competir ante los Nuggets, el resultado final es lo único que cuenta. Bien lo sabe LeBron James, pasado y presente de la mejor Liga del mundo, una que busca una nueva era y que no tiene al Rey en la fase final, ni a Kevin Durant, ni a Stephen Curry. Las cosas cambian y los tiempos también. Unas eras dan paso a otras. Y, tras más de dos décadas siendo el mejor jugador del mundo, en algún momento habrá que decir adiós. Su agente, Rich Paul, ya ha dicho que piensa que va a jugar dos o tres temporadas más. ¿Dónde lo hará? En los próximos meses saldremos de dudas. Lo que sabemos ahora es que unos avanzan... y otros se van a casa. En fin. Goodbye, Lakers.

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