Gilgeous-Alexander se hace grande al no tener enfrente a Doncic

Está acostumbrando Luka Doncic a los descansos de superestrella, porque eso exactamente lo que es, para reparar todo el daño que una temporada regular tan exigente como la de la NBA hace a su cuerpo. El tobillo izquierdo es el que está dando lata al jugador esloveno en la campaña en la que el MVP más cerca parece y no es cuestión de enturbiarlo con una lesión grave. En este compromiso en Oklahoma City se le reservó porque era el segundo esfuerzo en dos días para todos y se meten ahora en una secuencia de cinco citas a domicilio para la que hay que estar fresco. Kidd y el equipo médico han planeado en el calendario fechas en las que se debe dar un respiro al gran reclamo de los Mavericks y ésta era una, el problema es que no se ha completado el plan. Les ocurrió también, por ejemplo, en Houston contra un rival aún más flojo que los Thunder. Y es una muestra más de la dependencia absoluta que sufre este conjunto, no se puede sacar a Doncic de la escena y esperar a tener una obra que acabe en ovación cerrada. Con ese material no sale nada bueno.

Para que funcionara esta idea deberían tener la misma producción dos o tres jugadores de forma regular de la misma forma que la tienen cuando Doncic está en pista y también juega para ellos. Y no ocurre. Para que luego alguno se tache al esloveno de excesivamente individualista. Sin su presencia empeoran sus compañeros. Sólo Christian Wood, que terminó con 27+16 el partido, mantiene el nivel de los últimos encuentros esté Luka o no. Hardaway y Dinwiddie, que deben tirar del carro por fuera, aportaron otros cuarenta puntos entre los dos. No tanto reside el problema en que no se metan tantos puntos, sino en ritmo de partido y capacidad de adaptación: no es lo mismo lo que propone Doncic, bajar el volumen de posesiones y ser más efectivo en ellas, además de la absorción en defensa, necesitando menos ayuda cerca del aro que en la lejanía, que lo que pasa cuando no está; se desajusta, se enloquece, el conjunto no actúa de una forma tan homogénea por la falta del director titular y se resiente. El 120-109 es una muestra tanto para evitar la relajación como para repensar cómo está construida la plantilla.

La lectura de las defensas contrarias es otro debe y este domingo le jugó una mala pasada a los Mavericks. El segundo cuarto fue el punto de inflexión del partido y la razón principal de que allí cayeran fue el nivel de intensidad y claridad en las ideas que tenían los Thunder. No se movieron en la misma onda los dos equipos y fue una constante a partir de ahí, aunque 21 y recibir 36 haga que haya que enfatizar ahí. En el primer periodo los visitantes anotaron seis triples en diez intentos y durante los otros tres sólo consiguieron ocho más. Hecha la diferencia sólo faltaba que OKC la mantuviera. En dos únicos tramos se temió una remontada, el resto estuvo dominado por unas distancias superiores a los diez puntos: en la parte final del tercer cuarto, arreglado por Shai con dos acciones, y a falta de siete minutos final, arreglado por Dort con un triple. Ellos son dos de los jugadores jóvenes y con espíritu en defensa por los que es difícil tirar al suelo a estos Thunder, que mantienen el espíritu competitivo a pesar de las complicaciones del Oeste y sus propias ideas de futuro, aunque en el caso de Gilgeous-Alexander hablamos también de uno de los talentos ofensivos de la NBA que esta temporada más daño están haciendo a los demás. El base canadiense fue efectivo con 11/17 en tiros de campo y 11/13 en tiros libres para acabar con 33 tantos. Con este triunfo los de Maik Daigneault han ganado tres de los últimos cuatro y siguen sin despegarse del tren de trece equipos que pelea por sólo diez plazas en esa conferencia.

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