Giannis se deja de tonterías

En el Fiserv Fórum de Milwaukee se juntaban Bucks y Knicks para una temprana batalla (desde el punto de vista del calendario) de la que sin embargo podían sacar conclusiones. El equipo de Giannis Antetokounmpo llegaba desmadejado tras otro verano movidito en el que el griego no ha parado de amenazar con irse de la entidad con la que fue campeón en 2021. Mientras que los neoyorquinos lo hacían con un proyecto que pretende ser al alza, tras llegar el año pasado a las primeras finales de Conferencia desde el 2000 y sin que eso fuese suficiente para la directiva, que despidió a Tom Thibodeau y se lanzó al mercado para hacerse en un movimiento ligeramente incomprensible con otro de los entrenadores que se manejan a la antigua usanza: Mike Brown.

Con todo eso, tendría lugar un partido que en ningún caso iba a ser definitivo, pero que sí que podía arrojar algo de luz sobre el momento en el que se encontraba cada rival, siempre con conclusiones cogidas con pinzas, muy acordes al momento de la temporada en el que nos encontramos. Porque emitir juicios definitivos también es parte de la narrativa inherente a la NBA, al igual que precipitarse para opinar algo cuando toco acaba de empezar. Eso sí, la tensión aumenta al hablar de Bucks y Knicks, dos teóricos candidatos al anillo o, al menos, a las Finales. Al fin y al cabo, la distancia entre el Este y el Oeste sigue siendo demasiada como para considerar favoritos a los de esa otra Conferencia. Y eso que tres de los últimos siete campeones vienen de ahí. Casi la mitad.

Al final, los Bucks se impusieron con autoridad (121-111) y muy buenas sensaciones, especialmente por el liderazgo del de siempre, un Giannis Antetokounmpo que se ha dejado de tonterías en este inicio de curso baloncestístico y no para de amasar números increíbles, olvidándose de la guerra personal que tiene con su propia franquicia. Ante los Knicks se fue a 37 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias, además de un gran 16 de 22 en tiros de campo. Y 23 tantos en la segunda mitad, cuando los locales apretaron en defensa y dejaron a sus rivales en 20 dígitos de anotación por cuarto, redondeando un parcial de 62-40 y remontando una desventaja que llegó a ser de 14 puntos tras 24 minutos disputados, por obra y gracia de los 45 que los visitantes consiguieron en el segundo periodo. Los ajustes de Doc Rivers permitieron que la sangría frenara. Y Giannis hizo el resto.

El toma y daca fue dentro de un partido de contrastes en el que hubo varias cosas interesantes. Mikal Bridges se fue a 24 puntos, 11 rebotes y 6 asistencias, pero Karl-Anthony Towns estuvo sumamente negado con 8 tantos y 12 rechaces, pero 2 de 12 en el lanzamiento. El mejor de los Knicks fue, cómo no, un Jalen Brunson que alcanzó los 36 y que no se arredró bajo el enorme e intimidante poderío local, aunque de nada sirvió. Y en los Bucks, la sorpresa de este inicio: Ryan Rollins, un jugador que fue drafteado en 2022 pero que desde entonces se ha pasado más tiempo en la G League que en la mejor liga del mundo, que ya tuvo algo de protagonismo la campaña pasada (cuando disputó 56 partidos), está explotando en la presente: ante los Knicks se fue a 25 puntos, 2 rebotes, 4 asistencias y 4 robos, 8 de 11 en tiros de campo, 4 de 4 en triples y 5 de 5 en tiros libres. Después de todo, Giannis tiene acompañamiento, aunque sea inesperado. Dicho esto, gran victoria de los Bucks.

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