Frenazo en seco de Boston a Doncic

Durante estos últimos encuentros de los Mavericks, la locura navideña de Doncic, se han ido comentando dos cosas que eran ciertas y que han tenido un reflejo en la derrota de este jueves ante los Celtics. Por un lado, que le estaba favoreciendo un calendario benigno para las exhibiciones que estaba dando. Por otro, que cualquier actuación después de aquellas se acaba volviendo común cuando no lo es. Tuvo que llegar el líder de la NBA, con un récord de 27-21 en la Conferencia Este, para poner en su sitio a los texanos, que iban ya por las siete victorias consecutivas.

Se acaba, por tanto, esa racha. Y empieza ahora la cuesta de enero, que para ellos no va a ser una expresión sin más. Dallas cayó con claridad en el American Airlines Center e hizo preponderantes las bajas que acumulaba para el duelo, no sólo las de Green o Kleber sino también la de Dorian Finney-Smith, un jugador-pegamento que aporta cuestiones importantísimas en partidos como éste. Las grandes estrellas tienen que ser defendidas y en el conjunto ahora dirigido por Joe Mazzulla sobresalen dos, no una: Tatum (29) y Brown (19). Si sumas 15 puntos más, respectivamente, de otros dos exteriores que se manejan fenomenal parando a las estrellas contrarias, como Brogdon y Smart, hacen falta jugadores de calado y calidad en las dos áreas para ponerse enfrente. Y los Mavs no los tenían para este duelo. 41′7 puntos, 11 rebotes y 9′9 asistencias, a una décima del triple-doble de media, ha conseguido Doncic durante el lapso de siete triunfos que hoy terminan, y por oposición aportar sólo 23 tantos suena a poco.

Boston tuvo las cosas más claras que el rival desde el primer momento, tejiendo una red de la que Dallas no pudo escapar. Doncic sí realizó un partido gris, no sólo por las cifras antes dadas: erró dieciséis lanzamientos, entre ellos los seis triples que intentó, y metió sólo siete. Los locales fueron a remolque todo el encuentro, sin hallar la manera de imponer su ritmo ni frenar el vértigo con el que desarrollan su juego los otros, y cayeron por un claro 95-124. El mejor conjunto de la NBA mantiene ese título y también las sensaciones, venciendo en una plaza complicada.

Los verdes sacaron el cerrojo desde el primer momento. Las decisiones de Luka no fueron del todo acertadas, sólo solucionó un par de jugadas con brillantez en el primer periodo, y los compañeros tampoco hacían buena comparsa. El resultado fue un progresivo despegue de los Celtics en el marcador. Por encima de los diez de ventaja cuando Doncic se fue a descansar al banquillo, casi fue peor. En el ataque de los de Kidd había entre cero y una idea sin el esloveno y la defensa casi castigaba aún más. Brogdon salió para dirigir la circulación de balón y supuso otro impulso más para su conjunto. Antes del descanso, triple tras triple, encontrando las esquinas, haciendo un juego de los de levantarse a aplaudir sin ser necesarias filigranas y unas voces más altas que otras, la distancia besaba los veinte. Una bella rotura de Tatum a Bullock en el tercer cuarto la confirmó. Doncic también tenía problemas de faltas, no sólo de pensamiento ante la presión que Smart imponía sobre su figura, y se acababa el tiempo para hacer algo diferente. Cosa que no llegó a ocurrir. Los mismos resortes se activaban: buenos tiros de Brogdon, pases con sentido sólo en el lado de los Celtics, tiros de gracia de Tatum, etc. El técnico local lo dio por acabado en el último periodo, donde la única buena noticia fue el tono mantenido por el novato Hardy (15) y el pívot Powell (10) para maquillar el resultado.