Miami HeatMIA
94
Denver NuggetsDEN
109
Finalizado

NBA | FINALES 2023 | HEAT-NUGGETS (1-2)

El puño de hierro de Nikola Jokic

Demostración legendaria (32+21+10) del serbio y partidazo de Jamal Murray para unos Nuggets que recuperan el factor cancha a la primera. Los Heat, sin respuestas.

La magia de Miami Heat se quedó en Denver. Es, este de Erik Spoelstra, un equipo que juega en estos playoffs en una suerte de comunión alquímica que no admite grises: o atenaza al rival con su morterada de variantes defensivas y saca la guadaña desde la línea de tres o se hunde con estrépito. Sin apenas término medio. Maneja pocas variantes de talento, pocas versiones más allá de la del comando suicida. Cuando funciona, y vaya sí está funcionando en estos playoffs, los Heat convierten a los rivales en caricaturas y obtienen ventajas de márgenes psicológicos en los que se ceban como alimañas. Cuando no funciona… no queda nada. Una cuesta abajo infinita.

Y el día que tenía que funcionar, no funcionó. Y no hay mucho más que decir, seguramente. Los Nuggets ganaron (94-109) un partido que tenían que ganar. Respondieron a la primera a su hundimiento del domingo, recuperaron el factor cancha y se llevaron el punto bisagra: con las Finales 1-1, el ganador del game 3 es campeón el 80% de las veces. Pero más allá de las matemáticas, estaba por ver cómo gestionaban los Nuggets la frustración, esas dudas que consumen a cada equipo teóricamente superior cada vez que se la pega contra estos Heat. El vértigo de tener que sacar el mazo fuera de su pista, donde en regular season perdieron más partidos de los que ganaron. Todas las respuestas fueron positivas. Este es un equipo preparado para ser campeón, lo acabe siendo o no. Y ahora, después de devolver las Finales al cauce del primer partido, vuelven a ser favoritos. Tal vez, claramente favoritos. Mañana viernes, de hecho, pueden dejar la eliminatoria tiritando, casi casi sentenciada.

y es que este es, finalmente y por encima de todo, el equipo de Nikola Jokic. Un jugador ahora mismo superior, imposible de explicar. Y seguramente destinado a reinar.

La coraza de los Heat saltó por los aires en el tercer cuarto, en el que se pasó de un 49-55 a un 63-82 con un silencio ominoso carcomiendo el Kaseya Center, que acogía un partido de las Finales por primera vez desde 2014. El juego entró en el ritmo y el estilo de los Nuggets, y ahí no hay opción posible para los Heat, que viven de los cortocircuitos, las dinámicas fantasma. Con el motor en las marchas que convienen a los de las Rocosas, no hay discusión. Nikola Jokic anotó 12 puntos en ese desgarro que cambió la noche, y veremos si las Finales. Y acabó, hay que leerlo varias veces para creerlo, con 32 puntos, 21 rebotes y 10 asistencias. El primer 30+20+10 en la lucha por el anillo. Y el quinto en playoffs... pero tres son suyos, dos en este 2023. Los otros, de Wilt Chamberlain y Kareem Abdul-Jabbar. Esta vez no habrá debate sobre si el mago de Sombor, un jugador ahora mismo iluminado, tiró mucho o poco, si fue más facilitador o agresor: hizo de todo, todo el tiempo y todo bien. A su lado, Jamal Murray salió del ensimismamiento de tres días antes con un primer tiempo formidable, en el que metió en harina a su equipo y respondió a los golpes iniciales de los Heat, que de salida pegaron duro. El canadiense anotó 20 puntos fundamentales, hachazos de puro talento, antes del descanso. Y acabó con 34, 10 rebotes y 10 asistencias.

Una pareja en la historia de la NBA

Jokic y Murray son los primeros compañeros con un triple-doble de al menos 30 puntos cada uno en el mismo partido. En toda la historia y en todos los partidos que ha habido en la NBA. Ellos, claro, lo han hecho además en uno de Finales. También son los primeros del mismo bando con al menos 30 puntos y 10 asistencias por cabeza en playoffs desde Clyde Drexler y Terry Porter en los Blazers 1992, los que perdieron contra Michael Jordan en el segundo anillo de los Bulls.

Con una finura guerrera, Jokic y Murray descargaron una lluvia incesante que caló hasta los huesos a unos Heat cuyo plan primero se encasquilló, después zozobró y finalmente saltó por los aires con un estruendo cuya onda expansiva será difícil que no llegue al partido de mañana. El trabajo que tiene por delante Spoelstra es colosal, y tendrá que empezar por reagrupar a un ejército abatido, zarandeado. Su idea fue buena, la presentación prometedora. Pero fallaron demasiadas cosas, se permitió demasiada lógica y se fueron al limbo demasiados triples (11/35). Cuando Jokic reparte 9 asistencias o más, los Nuggets ganan. Si los Heat no llegan al 35% en triples, las pasan canutas. Esta vez coincidieron las dos cosas y a los de Florida ya les llega el agua al cuello. Esto es un 2-1 que parece algo más que eso, una especie de dos y medio a uno, si se entiende lo que quiero decir.

Jokic y Murray, su noche para la historia, ejercieron de salvavidas de su equipo, una presencia constante. Hicieron lo que tienen que hacer las súper estrellas en una noche de cuchillos largos. Compensaron los errores de concentración (otra vez) de Kentavious Caldwell-Pope y dejaron en anecdótico otro partido tenebroso de Michael Porter Jr, negado en el tiro y desesperante en defensa. El talento de los jugadores franquicia, el ancla y el arquero, compró tiempo para que Aaron Gordon encontrara sus posiciones debajo del aro, contra aleros más pequeños, y desbrozó el campo por el que luego se lanzó a tumba abierta el rookie Christian Braun (22 años), que metió energía y una sonrisa de oreja a oreja en pleno funeral de un rival hundido, sin respuestas. Sin guadaña y sin polvo zombie, sin remontada en el último cuarto. Cuando el 63-82 pasó a ser un inquietante (aunque no tanto) 70-82 con casi todo el último cuarto por jugar, Murray y Jokic pegaron el portazo definitivo (72-94, visto y no visto). Hoy no, por todos los demonios. Hoy no.

El rebote marcó una diferencia sangrante (33-58), un extra de posesiones para los Nuggets con la que los Heat se quedan sin calculadora. Después de perder solo una bola en el primer tiempo, y de jugar muy físico y con ideas claras pero poco acierto, no hubo asidero esta vez. Ni triples de los undrafted (mal Vincent y Strus, tardío Robinson), ni zonas crispantes ni juegos psicológicos. Jokic y Murray se manejaron con una superioridad divina, gobernaron todos los puntos cardinales del partido.

En la guerra de estrellas, Bam Adebayo (22+17+3) hizo lo que pudo. Le faltó precisión, pero parece un abuso exigirle mucho más viendo lo que tiene encima con Jokic. Jimmy Butler, con menos excusas salvo ese pie que seguramente está peor de lo que dice, estuvo por debajo de lo que necesita su equipo, lejos de esa versión de superhéroe obrero que hace tiempo que no vemos. Acabó con 28 puntos, pero tuvo poco fuelle cuando el partido marchaba embridado. Y se le quedaron cortos otra vez muchos tiros, demasiados desde buenas posiciones en la zona. Un asunto ominoso, si es que los Heat quieren agarrase a esta Final 2023 que vuelve a apuntar inequívocamente hacia Denver. Y más si Spoelstra no se inventa algo, lo que sea, para el partido de mañana. Casi un jaque mate.

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