Cuidadito con los Warriors

Dicen que perro viejo nunca muere. Y eso se puede aplicar perfectamente a los Warriors, ese histórico equipo que es también la última gran dinastía que ha visto la NBA en su larga existencia. Una plantilla veterana, envejecida, que vive de los recuerdos del pasado pero que juega ya sin nada que perder y mucho que ganar, una mezcla peligrosa para cualquiera que se precie y que les convierte en un rival verdaderamente temible. Es tal la influencia de la franquicia que desde que ganaron su último anillo en 2018, la mejor liga del mundo ha tenido siete campeones diferentes en siete años. Ellos mismos volvieron a ganar en 2022, poniendo el broche de oro en una de las mayores historias jamás contadas. Y en 2019 llegaron todavía a las Finales con un Kevin Durant que se lesionó entonces y puso rumbo a los Nets después, dando paso a la desintegración del que llegó a ser uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Para muchos, el mejor.

Y así, los Warriors, sin comerlo ni beberlo, llevan tres victorias en los primeros cuatro partidos del curso baloncestístico 2025-26. Sin Durant y ya también sin Klay Thompson, pero todavía con el eterno Stephen Curry (37 años), Draymond Green (35) y Steve Kerr (60) que se ha convertido en los banquillos en una de las personalidades más grandes de la historia, sumando los cuatro anillos conquistados como entrenador a los cinco que logró como jugador entre Bulls (3) y Spurs (2). Y todo ello con Jimmy Butler (36), el último de ese reciclaje de veteranos en el que se ha convertido la franquicia en los últimos tiempos (Chris Paul y compañía), en una variable a la que se ha sumado Al Horford (39 primaveras), que viene de ser campeón hace dos años con los Celtics. El pívot fue baja en la victoria de su equipo ante los Grizzlies (131-118) en el Chase Center. Pero la historia está escrita y lo que venga por delante supondrá añadir más méritos a una entidad que sigue movimiento miles de millones de dólares mientras da espectáculo constante y deja siempre la duda de si este proyecto está acabado o puede todavía enfrentarse a todo y a todos en una NBA que no espera a nadie. Ni siquiera a ellos.

Los Warriors cimentaron su victoria en el triple (cómo no: 19 de 43) y en un tercer cuarto espectacular (36-24) que terminó de socavar los intentos de victoria de unos Grizzlies demasiado intermitentes ante un martillo pilón que no perdona. Ja Morant sumó 23 puntos y 9 asistencias, pero estuvo mal en el tiro (8 de 23, con 0 de 6 desde el exterior) y los visitantes tuvieron a seis jugadores por encima de los dobles dígitos de anotación. Uno de ellos fue Santi Aldama, que sigue saliendo desde el banquillo (y con encontronazo incluido con Draymond Green, vaya) y se fue a 14 tantos, 6 rebotes, y asistencias y 3 robos, continuando su mejora tras la ansiada renovación que le da la tranquilidad de seguir perteneciendo a la NBA sin la presión añadida de tener que conseguir un contrato. Pero el esfuerzo no fue suficiente y el equipo de Memphis se tuvo que rendir a la evidencia de la superioridad de los locales, que además de ganar lo hacen disfrutando, con una sintonía y una labor grupal a la que nunca terminaremos de acostumbrarnos a pesar de haberla visto en tantas (tantísimas) ocasiones.

Esta vez, ni siquiera se necesitó una versión particularmente extraterrestre de Stephen Curry (16 puntos). Brandin Podziemski se fue a 23 tantos, Jonathan Kuminga aparcó los líos con la prolongación de su contrato (algo ya resuelto en los despachos) y se fue a 25, con 10 rebotes; mientras que Butler llegó a los 20, con 5 y 5, con Draymond Green haciendo de todo en la retaguardia (7, con 4 rechaces y 10 asistencias). En unas rotaciones muy bien dirigidas por Kerr, nadie pasó de los 32 minutos de juego y se llegaron a repartir 36 pases a canasta, llegando a conseguir ventajas de hasta 22 puntos. La única duda de los Warriors es si, por culpa de los efectos desagradables de la edad (así se hacen llamar), aguantarán el cansancio y agotamiento que supone el calendario de la NBA, los viajes constantes y a los rivales más jóvenes para llegar en la mejor forma posible a las eliminatorias de abril y tener entonces alguna opción de hacerse con un nuevo anillo. De momento, son todo hipótesis, especulaciones y habladurías. Hasta entonces, toca disfrutar de lo que queda de dinastía. Una que llegó para cambiarlo todo y que se resiste a irse por mucho que según quién esté pululando por ahí y pretendiendo decirles que su era ya ha pasado. Da igual. Ya saben lo que dicen: perro viejo nunca muere.

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