Con el corazón en un puño

Esta siendo una temporada difícil para Warriors y Mavericks, vaya que sí. Los dos últimos finalistas del Oeste están fueran del top 5 de la Conferencia con el curso metido en febrero, cosa rara. Los de la Bahía contaban con su fiabilidad (como mínimo) habitual con Stephen Curry como alfa y omega. Los texanos, con dar el salto al siguiente nivel, a lomos de Luka Doncic. Pero ninguno está como para tirar cohetes y, después del triunfo de los locales en el duelo directo en San Francisco (119-113) la cosa queda así: 27-26 los Warriors, 28-26 los Mavs. Séptimo y sexto, medio partido de diferencia entre ambos, con el factor cancha en primera ronda de playoffs todavía a tiro (26 derrotas llevan también los Clippers, ahora cuartos)... pero la obligación también de mirar hacia atrás, y temblar.

Porque Blazers y Thunder, fuera del play in (27 derrotas) les pisan los talones. Y porque la atención de los dos, Warriors y Mavericks, está ahora mismo más en la enfermería que en la pista. Los Mavs están sin Doncic, sin el que no son capaces de ganar, y todavía sin Christian Wood y Maxi Kleber. Sus opciones, es obvio, son mínimas así, y mañana juegan en Salt Lake City contra Utah Jazz, un equipo a solo un partido de distancia de ellos. Están en un tramo de seis de siete fuera, todos contra equipos del Oeste (el de hoy contra Warriors, Jazz, Clippers, dos veces los Kings, Nuggets) y están sin Doncic. Al menos mañana, veremos más adelante. El esloveno tiene un problema feo en el talón derecho que se suma a su reciente lesión en el tobillo izquierdo. El desgaste de la temporada, con una carga visiblemente excesiva de responsabilidad básicamente noche sí y noche también, parece estar haciendo mella.

Pero es que los Warriors acabaron, pese a la victoria, igual de preocupados o más: Stephen Curry se marchó al vestuario en el tercer cuarto cojeando visiblemente tras recibir un golpe en la pierna izquierda, que ya traía tocada del partido en Denver. Los rayos X no arrojaron malas noticias, al menos, pero hoy se someterá a una resonancia que tiene a su equipo con el corazón en un puño. Otra ausencia larga (aunque sea moderadamente larga) del base, ya a estas alturas de la temporada, sería un problema así dramático para un campeón al que no le sobra ahora mismo nada, que pelea contra sí mismo para encontrar el ritmo que le lleve a los playoffs en una versión más parecida a la habitual, con aspecto de ser unos Warriors más Warriors. Algo que ahora no son.

La ausencia de Doncic marcó el principio del partido: 40-23 con parcial final de 16-2 para los Warriors en el primer cuarto, ventajas de hasta 23 puntos y partido controlado hasta que fue la salida de pista de Curry la que condicionó todo. Los Warriors se destemplaron, con un ojo (como mínimo) en lo que pasaba fuera de la pista, en las noticias que llegaban del vestuario. Los Mavs juntaron ánimo y con un 0-13 convirtieron un 116-98 en un 116-111. Un rebote de ataque de Kevon Looney, cómo no, y los tiros libres evitaron el colapso definitivo de unos Warriors que amasaron pérdidas y errores en ese final de partido en el que ya no estaban allí, con esa fea sensación de que la noche ya se había torcido, pasara lo que pasara. Y de que las noticias serían buenas o malas en función de la pierna de Curry, hicieran todos los demás lo que hicieran.

Antes de la lesión, cuando el partido fue por el cauce normal, los Warriors dieron buena imagen. Steve Kerr ha recuperado, y ha jurado que ya definitivamente, el quinteto grande, con Kevon Looney y sin Jordan Poole. Draymond Green anotó por fuera (acabó con 17 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias) y el banquillo volvió a estar a buen nivel con producción de Kuminga, DiVincenzo y JaMychan Green. Curry llevaba 21 puntos y 7 asistencias cuando dejó el partido, y ahora todo depende de su salud. En los Mavs, donde todo depende de la salud de Doncic, liderazgo de Spencer Dinwiddie (25 puntos), corazón con poco acierto de Josh Green y un buen partido (noticia) de Tim Hardaway Jr y, sobre todo, de Dorian Finney-Smith (18 puntos, 9 rebotes).