NBA | IN-SEASON 2023 | LAKERS 123 - PACERS 109
Como nunca, como siempre: los Lakers ganan la primera Copa NBA
En una final ante Indiana Pacers se han proclamado ganadores los Lakers de la primera Copa NBA (In-Season Tournament). Entre LeBron y Davis, otro título.
Un marco incomparable, el del nuevo In-Season Tournament de la NBA con el que se pretende dar un impulso mayor a la primera parte de la temporada, necesitaba un campeón incomparable. Porque en una situación tal no hay parangón, no tenemos una referencia más antigua con la que reflejarlo. En la tabla de títulos (los de toda la vida, ¿habrá que incluir también éste?) hay dos franquicias empatadas en todo lo alto y una de ellas es la que triunfó en Las Vegas. Los Lakers son los primeros campeones de esta especie de Copa, con formato de K.O. tras una fase de grupos por conferencias, que la liga norteamericana ha puesto en marcha este 2023. En la final vencieron a los Pacers, la sorpresa más agradable del torneo por fondo y forma, con un marcador de 123-109.
Con el paso marcado por el pívot chicagüense Anthony Davis, autor de un mastodóntico partido (41 puntos, 20 rebotes, 5 asistencias, 4 tapones; nunca antes visto, como el propio partido), los angelinos levantaron este trofeo de nuevo cuño.
En este aperitivo en pleno otoño de lo que podemos ver cuando llegue la primavera, porque la disposición de los jugadores era como si estuviéramos en un partido de playoffs, triunfaron los actuales subcampeones de la Conferencia Oeste. Darvin Ham y sus Lakers cerraron con autoridad y obtienen su primer gran logro en esta etapa, la posterior a la de Frank Vogel como entrenador y en la que se consiguió el último Anillo para sus dedos: el de 2020 y la inesperada burbuja de la pandemia que tuvo que programar la NBA.
Los angelinos se van, además, con un 7-0 en el global del torneo. Las cuatro citas de la fase de grupos, los cuartos y las semifinales cuentan también como partidos de regular season, de ahí que las ganas fueran dobles. Sólo este último enfrentamiento, el que para Lakers y Pacers será el 82+1, queda en el limbo, era únicamente válido para decidir el campeón y no entra en ninguna categoría de estadística ni de clasificación.
El pabellón elegido para este evento fue el T-Mobile Arena de Las Vegas, la pecaminosa ciudad del estado de Nevada, un terreno neutral al que no dudaron en acudir en masa lakers de todas partes del mundo para hacerlo un poco menos neutral. Bullicio e interés, tanto en esta última fase como en los partidos anteriores que sí se jugaron en pabellones de franquicias. Por eso pone, después de que David Stern abriera camino, en este 2023 una tachuela más en el mapa del éxito internacional de la NBA.
Con lo fantasiosos que habían estado los Pacers durante el torneo, bajando de la pelea a rivales directos como Celtics o Bucks, su acierto no se vio en el día decisivo. Haliburton y Mathurin (20 puntos cada uno), de lo poco rescatable de su noche.
Los Pacers que Carlisle ha modificado durante estos meses, adaptando las características de los jugadores a un conjunto como debería hacer cualquier entrenador de alto nivel, juegan de vértigo. Ataques muy cortos, con el balón de un lado al otro para no dar respiro al oponente. El plan previo de partido de los Lakers parecía plasmarse bien claro desde el inicio, un acierto sin discusión del criticado Ham: había que igualar su velocidad. O para llevarles al límite y hacerles fallar o, simplemente, para hacerles ver que iban a ganar con la estrategia que hiciera falta. Con ello fueron haciendo. Con ello fueron ganando. LeBron, a sus casi 39 años, acompañaba su asombrosa capacidad de acelerar con un gesto continuo de confianza que daba miedo. Eran los Lakers de las grandes ocasiones.
A Haliburton, la gran atracción de este comienzo de curso y del propio torneo, le aplicaron una defensa doble que le dejó seco durante la primera mitad. Dos triples sin tocar aro debido a la presión y sólo cuatro lanzamientos en esos dos cuartos. Lo dejó para otros. La estrella defensiva del oponente fue Aaron Nesmith (15), que batalló hasta donde pudo contra un LeBron al que incluso pilló en un renuncio: le sacó la tercera falta antes del descanso y obligó a la retirada a tiempo.
Los Lakers estaban mucho más a gusto en la pista. Reducían los errores con más facilidad que su rival, habitualmente caracterizado por ello y personificado en su nueva superestrella. No era que los papeles se hubieran cambiado, es que los de Los Ángeles tenían un guión y los otros habían tirado el suyo a la papelera. Esta situación de partido no daba, sin embargo, para que las diferencias se dispararan. Ahí estaba el mérito de los Pacers y lo estuvo toda la jornada: escapar del dominio contrario sin tener una buena actitud. Al descanso perdían únicamente por cinco puntos. Suplentes como McConnell les dieron un buen rendimiento frente a Davis, autor de la mitad de sus 40 puntos en la primera mitad merced a que sus defensores, Turner y Jackson, no podían con él. Estuvo inigualable en actitud y acierto.
También jugó su papel Austin Reaves (28), del que se había informado que sufría un resfriado que le había minado antes del partido. Menos mal que era así, si no podía haber llegado a los cien de Wilt.
¿Podían volver a su ser los Pacers? Era lo que nadie podía responder al descanso. La imagen no había sido buena ni, sobre todo, fiel al estilo que se han autoimpuesto. Agresivo, de los que puede salir muy mal si se tuerce el día. De nuevo LeBron y Davis, dándose relevos en cada ataque, formaban un dúo que no podían disociar. Empezaba a planear sobre el marcador de Las Vegas la distancia psicológica de diez tantos y era el momento para que Haliburton diera un paso al frente. Los porcentajes del tercer cuarto eran todavía peores, pero Tyrese iba a liderar.
Los Pacers echaron mano tanto del mencionado cabecilla como de McConnell, ratón del juego, y Mathurin, cuyo triple sobre la bocina para acabar el tercer acto levantaba los ánimos.
Tres hombres con implicaciones defensivas, Toppin, Nesmith y Turner (él acabó eliminado), tenían problemas de faltas (una constante durante el partido, ya que jugar a mucha velocidad implica que quieras parar más veces el juego); ansiaban tener mejores noticias.
Los Lakers habían recuperado aire en ese tramo final del tercero después de que Davis cojeara y Ham le reservara unos minutos en lo que parecía ser un tirón duro en la ingle.
Y entonces, como un fénix, resurgió A.D. No le dolía nada. Mates, un taponazo, lucha por balones y puntos, muchos. Tantos como diez seguidos para romper el partido. El parcial de 13-0 con el que los Lakers se cargaron las dudas y sentenciaron fue entero para él y Reddish, el del triple que lo inició. Los Pacers se habían puesto a tres sin apenas acierto, estaba siendo demasiada fortuna cayendo de su lado, y claudicaron ante la potencia de Anthony Davis, que lo celebraba con alaridos de redención al cielo del T-Mobile Arena. Los de Ham se hicieron con 23 rebotes más que su rival y firmaron un 60% en tiros de dos, en lo que el pívot tuvo muchísimo que ver. También Bron, que se llevaría el MVP (se premiaba todo el torneo, no sólo la final). A falta de dos minutos todo estaba sentenciado y se pudo ir avanzando en festejos: copa levantada, historia hecha y 500.000 dólares extra para cada jugador de la plantilla. Lo hicieron los Lakers: como nunca, como siempre.
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