Boston vuelve a tener su peor pesadilla: Stephen Curry

Quizá no se está hablando todo lo que debería en este inicio de temporada de un equipo que tantas veces ha acaparado la conversación en la última década pero que, sin embargo, parecía haber dicho adiós a los buenos tiempos. Porque los Golden State Warriors, después de seis Finales y cuatro anillos de 2015 a 2022, habían roto definitivamente el proyecto que les convirtió en uno de los mejores equipos de la historia. Klay Thompson se marchaba este verano y con él se ponía punto y final a una historia de éxito como pocas. La plantilla se rellenaba de secundarios para acompañar las últimas locuras de un Stephen Curry que, individualmente seguía en plena forma (no hay más que ver cómo resolvió él solo los Juegos Olímpicos), pero que parecía no iba a tener suficiente equipo junto a él para volver a pelear por un título. En verano, y después de una última temporada gris, son las vibraciones que llegaban desde San Francisco. Las que llegan ahora, después de ocho partidos de temporada regular, es otra completamente distinta.

Sí, es cierto que ocho partidos son muy pocos, pero es la muestra en la que nos podemos fijar ahora mismo. Y sí, es cierto que el calendario hasta hoy no había sido el más complejo a priori, pero esta noche han dado un golpe en la mesa de los que se oyen bien alto. Los Warriors han ganado a los Celtics en Boston, 112-118. Unos Celtics sin Jaylen Brown, MVP de las últimas Finales, pero unos Celtics campeones que el año pasado sólo perdieron cuatro partidos en casa y que este año sólo conocían el triunfo delante de sus aficionados. Una victoria con mayúsculas, ahora mismo la más difícil de lograr en una NBA en la que los chicos de verde son el mejor equipo con diferencia hasta que alguien demuestre lo contrario. En ese escenario y ante ese rival han vuelto a ganar unos Warriors que llevan cinco victorias seguidas y 7-1 de balance. Es su mejor inicio desde la temporada del último título, la 2021-22, cuando arrancaron 11-1.

Y eso que el encuentro empezó con el equipo local logrando una ventaja de 11 puntos en los primeros minutos. Después de que el público del TD Garden abucheara a Steve Kerr por su (poca) utilización de Jayson Tatum en los JJ OO, y de que éste saliera especialmente motivado, todo recordaba de inicio al Celtics-Warriors de la temporada pasada, cuando los visitantes recibieron una paliza sonrojante (140-88). Los Warriors del año pasado nos acostumbraron a perder partidos fuera de casa sin parar, un agujero que les acabó condenando a un play-in del que no salieron vivos. Los Warriors de este año aún no han perdido lejos del Chase Center y rápidamente reaccionaron para igualar el encuentro. Tanto reaccionaron que al descanso se fueron con una ventaja de 11 tantos (51-40). En ese momento los Celtics sólo llevaban acertados el 35,1% de los tiros y habían fallado 14 de los 20 triples intentados. Para un equipo que basa tanto su juego en el tiro exterior ese dato era un desastre. La ausencia de Brown se notaba, no sólo en la ejecución, si no también en la claridad a la hora de hacer circular el balón, una de las claves más importantes del ataque de los Celtics.

Además, la defensa visitante estaba defendiendo duro y bien a Tatum. Pero claro, a este tipo de jugadores es casi imposible frenarlos cuando cogen la racha y eso le pasó en el tercer cuarto. Cuando peor estaba su equipo, con una desventaja de 14 puntos, tomó las riendas del partido y anotó 17 de sus 32 tantos en un cuarto genial. El único realmente sobresaliente que tuvieron en ataque. La primera ventaja céltica de la segunda parte llegó a 10:19 del final con un triple de Derrick White (85-84) y poco a poco fueron aumentando la distancia hasta los 7 puntos de diferencia (95-88). Pero entonces reaccionaron los Warriors, que no perdieron ni un solo balón en los últimos 12 minutos. Apareció el espíritu de junio de 2022 y de aquellas dos victorias en el TD Garden en los partidos 4 y 6 que acabarían siendo decisivas en la consecución del título para los de la Bahía. Fue un parcial de 4-16 comandado por un Curry que a esas alturas ya se había convertido en el rey de la pista y que, con 112-115 iba a dar su novena asistencia del partido para que Buddy Hield metiera un triple demoledor, de auténtica pesadilla para la hinchada verde. Curry, que se había perdido tres partidos seguidos antes del volver el lunes en Washington y meter 24 puntos en 24 minutos, hoy firmó un encuentro monumental: 27 puntos, 7 rebotes, 9 pases de canasta y 4 robos de balón. El sueño de los Warriors, la pesadilla de los Celtics.

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