Baño de realidad para los Lakers

Los retornos a casa deberían ser mucho más plácidos, pero no fue el caso para un LeBron James que recibió homenajes y una paliza a partes iguales. No hubo piedad en la que siempre será la casa del Rey, ese mercado pequeño que en 2016 recibió el premio más grande por obra y gracia del eterno mesías, que dio y disfrutó de muchos honores, algunos soterrados y otros muy claros, pero se quedó sin gloria en el lugar en el que tocó los cielos. El anillo conquistado ante los Warriors hace ya más de 8 años fue el que lució en uno de sus dedos durante la rueda de prensa posterior a un partido en el que hubo aplausos, jaleos, pancartas y gritos de aprobación. Al fin y al cabo, estamos hablando de Cleveland, Akron, Ohio. Ese lugar de inigualable conexión para LeBron, donde levantó un colegio de niños en exclusión social que siguió llevando en la distancia de Florida, cuando salió rumbo a los Heat en 2010. Muchos se lo criticaron entonces. Cuando hizo lo mismo para irse a Los Ángeles en 2018, ya nadie dijo nada. Ahora, todo son buenas palabras, las merecidas, en sus retornos. Cada uno que pasa puede ser el último, al fin y al cabo.

LeBron olvidó su mal partido en el tiro ante los Suns y se fue a 26 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias con 6 pérdidas, aunque un excelente 9 de 13 en tiros de campo. Y perdió, aunque vio desde un asiento privilegiado como el público le trataba como la seda, como al héroe que todo el mundo sabe que es. Mucho se especuló con un retorno a Ohio para acabar sus días de gloria, pero su última renovación con los Lakers, el número de temporadas que lleva en activo (esta es la 22ª) y su edad (cumplirá 40 años el 30 de diciembre) alejan cada vez más esa posibilidad. Mientras tanto, su historia sigue, ahora con su hijo a su vera: Bronny disputó los últimos 5 minutos y anotó sus primeros puntos como jugador de la NBA. Le aplaudió su banquillo, con Anthony Davis a la cabeza. La aplaudió una afición que pidió a Redick su inclusión en pista. Le aplaudió el propio Redick. “Maneja la presión mucho mejor de lo que yo lo haría. Si revirtiéramos los roles no sé si yo lo haría tan bien como él”, aseguró LeBron después.

El partido no tuvo historia: los Cavaliers, que se ponen 5-0 y siguen invictos y líderes de la Conferencia Este, arrollaron a los Lakers en el primer periodo (42-23) y después se dedicaron a manejar la ventaja. Donovan Mitchell anotó ahí 15 de sus 24 puntos y sólo tuvo que jugar 30 minutos para jolgorio de un Kenny Atkinson que sustituyó en el banquillo a J. B. Bickerstaff (ahora en los Pistons) el pasado verano para dar al proyecto un gran impulso. La plantilla podía mejorar poco en pista y la línea fue continuista, pero con la necesidad manifiesta de que otra voz manejara al vestuario, acabara con los conatos de rebeldía de un Mitchell que cambió un mercado malo por otro (Utah por Ceveland) y convirtiera sus engranajes en buenas piezas. Los Cavs no suman ninguna derrota, algo que les convierte en el único equipo del Este en mantener tal honor. Algo que en toda la NBA solo igualan los Thunder. No significa nada, tampoco que vayan a poder con los Celtics en un futuro. Pero, desde luego, es algo a tener en cuenta para una franquicia que en 2023 pisó playoffs por primera vez sin LeBron desde 1998. Y que superó una ronda de playoffs el año pasado sin el Rey, algo que no hacía desde 1993. De sombras muy alargadas va la cosa.

Los Cavaliers lanzaron con un 57,7% en tiros de campo, se fueron al 41,5% en triples (8 de 13 sólo en el primer cuarto), sólo necesitaron lanzar 8 tiros libres, repartieron 37 asistencias por 21 de sus rivales y sólo permitieron 5 rebotes en su propio aro. También sumaron su tercer partido de 130 o más puntos, tuvieron una regularidad asombrosa (anotaron 67 puntos en cada parte) y no se arredraron ante las embestidas de un rival estéril y sin soluciones. Jarret Allen, se fue a 20 puntos, 17 rebotes y 2 tapones. Evan Mboley, a 25, con 12 de 16 en tiros de campo. Dean Wade hizo un poco de todo (8+2+3+2), Darius Garland consiguió 12 tantos y 10 asistencias y Caris LeVert logró 16 puntos desde el banquillo con 4 de 6 en triples, mientras que Ty Jerome se fue a 14. Todos jugaron, incluido Tristan Thompson, el último vestigio de los Cavaliers de 2016 que sigue en dicho equipo y que se reencontró con LeBron, su compañero de batallas entonces, sumido ahora en otra contra el tiempo y la lógica. Pero que no estaba hoy para muchas celebraciones.

Fue una lección para unos Lakers que seguirán con su road trip con visitas a Toronto, Detroit y Memphis antes de volver a casa, donde ganaron sus tres primeros partidos. Es la primera paliza recibida por los angelinos, que siguen en positivo y sin lesiones, por mirar el vaso medio lleno. Pero que tuvieron un partido para olvidar, con un resultado para el que no pusieron excusas: además de lo de LeBron, 22 puntos y 13 rebotes de Anthony Davis, 8 de Rui Hachimura, 7 de Austin Reaves y 10 de D’Angelo Russell, con 18 del joven Dalton Knetch en el banquillo, aunque la mayoría en los minutos de la basura. Los Lakers lanzaron 33 tiros libres que no sirvieron para nada, se quedaron en 6 de 28 en triples (algo que vamos a ver mucho este año, por desgracia para ellos) y cometieron 20 pérdidas que se tradujeron en 31 puntos de sus rivales. Que les pulieron, por cierto, a la carrera y en transición, ahí donde los angelinos deberían tener mucho que decir. Las trincheras y la defensa nunca existieron. Y los Lakers vuelven a la tierra con un baño de realidad. Y eso es así, por mucho que hubiera homenajes para LeBron y puntos para Bronny. No hay más.

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