España se mete en la boca del lobo

De manera completamente inesperada, España se pegó un trompazo en Yakarta en el momento más inoportuno. Un tsunami rojiblanco, Letonia, selección que juega con un espíritu feroz, le clavó un puñal a la Selección (69-74), que queda ahora en una posición realmente delicada. Sólo le vale ganar a Canadá para viajar a Manila y estar en los cuartos de final de un Mundial en el que defiende título. España lo hizo casi todo mal, especialmente no rematar a Letonia cuando la tenía casi rendida (54-42). Entonces, tuvo un pecado que no le suele acompañar, la autocomplacencia. Quiso recrearse. La falta de instinto asesino le dio una segunda vida en el partido a Letonia que, como ante Francia, levantó doce puntos y tuvo tiempo hasta de ganar por cinco (69-74). Lo peor que puede decirse de España es que no jugó con sus señas de identidad. Le faltó ritmo de partido, corazón atrás (Letonia, una de las peores reboteadoras del torneo, ganó esa estadística) e instinto de supervivencia. Un fallo multiorgánico que le mete en la boca del lobo y con una difícil escapatoria.

A España le atenazaron fuertemente los nervios desde el principio y hasta tuvo peligrosos momentos de bloqueo (18-25, minuto 16). Como en el partido ante Brasil, Scariolo metió en el quinteto a Claver y Llull para minimizar las pérdidas que evitasen las transiciones de Letonia, una de las mejores del campeonato. Además, incluyó a Alberto Díaz para asfixiar a Zagars, aunque el malagueño hizo pronto su segunda falta personal (minuto cinco). Sorprendió que Letonia, la selección que más había tirado de tres en el torneo, sólo lo intentase tres veces en el primer cuarto. Dio la sensación, como pasó luego, de no querer gastar todo el arsenal. España se fue abajo al final del primer cuarto (16-17), con hasta cuatro libres fallados de nueve intentados. Scariolo, tenso y sabedor de que parte del plan del Mundial pasaba por el partido ante Letonia, trató de encender a los jugadores.

Pero era un partido de responsabilidad y el ataque se atascó. Núñez se cegó en un contragolpe en el que tenía claramente abierto a Rudy para lanzar de tres. Scariolo leyó, como todos los que estaban en la pista, la mala decisión, y como sabía que el partido estaba áspero, sentó al chaval, que ya no volvió, y colocó de base a Llull, con toneladas de experiencia y personalidad en momentos así. A 4:06 del final del segundo cuarto, y con sólo dos puntos sumados en una canasta al poste por Garuba en todo el periodo, el italiano pidió tiempo muerto (18-25). Brizuela apareció en cancha y hubo reacción. Un triple del nuevo jugador del Barça mandó al partido al descanso con 32-29. Un resultado estupendo para lo mal que había ido el partido y el exceso de pérdidas de la Selección (hasta nueve que al final se convirtieron en 16). Camino de los vestuarios, Scariolo protestó la última acción del cuarto, una posible falta a Abrines en los últimos segundos. Los colegiados le señalaron una técnica. Algo no estaba bajo el control del italiano.

El comienzo de la segunda parte fue desalentador. Un 0-8 en 1.14 que obligó a Scariolo a pedir otro tiempo muerto. En dos minutos, España había apagado el incendio (40-40) y, ahora sí, empezó a transmitir la sensación de querer liberarse. El momentum de la Selección hasta ese momento en el partido llegó a 3:20 para el final del tercer cuarto. Un triplazo espectacular de Rudy, siempre en los intangibles pero también cuando se apagan las luces, mandó el partido a un esperanzador 49-42. En su partido récord, las 254 internacionalidades, Rudy volvió a ser clave en el despegue por sus tremendas lecturas defensivas (en una forzó una falta en ataque en la que se abrió una pequeña brecha que le llevó al banquillo). A su lado, Alberto Díaz, que dio un clínic defensivo. Secó a Zagars y subió la intensidad a un punto al que Letonia ya no podía alcanzar.

Pero España cometió un error que no solía. Se gustó demasiado y no le sobra tanto para eso. Con 54-42, cuando creía que tenía en la lona a Letonia, se durmió. Empujados por su gente, los bálticos se agarraron con uñas y dientes al partido. La Selección volvió a perderlo el hilo al partido y, casi sin darse cuenta, Letonia llamó a la puerta. A 5:15 del final, dos triplazos de Zoriks dejaron el partido en un peliagudo 61-61. Scariolo pidió tiempo muerto y llamó a Rudy para salir de un apuro gordísimo. Nadie iba a salvar esta vez a España de llegar a un final dramático en el que estaba en juego el billete a Manila. A 3:21, la Selección se vio por debajo muchos minutos después (63-65). Zagars volvió a pista, una amenaza más para tirar o para encontrar en la esquina a Bertans (65-68). Abrines y Rudy fallaron dos triples y Kurucs castigó a Rudy en el poste (65-70). Scariolo se preguntaba horas antes del partido qué reacción tendría un equipo en el que muchos jugadores aún no se habían visto en escenarios así. Y España no tuvo capacidad de reacción y acabó perdido entre un bosque de manos rojas y blancas que le habían sacado del partido y que le han metido en la boca del lobo. Yakarta guardaba una sorpresa muy desagradable para España, que necesita ganar como sea a Canadá para no pegarse una buena bofetada en el Mundial.