VENTANAS | ESPAÑA 75 - LETONIA 79

Ricky y la sonrisa del día después

El mago de El Masnou vivió una jornada de absoluta normalidad después de su retorno. En Zaragoza cenó con su familia y amigos, se entrenó en Guadalajara y hoy, rumbo a Bélgica. La normalidad que le rodea permite intuir que el regreso es definitivo.

Javier Cebollada
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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Embutido en una sudadera con capucha, Ricky se hacía este viernes fotos con aquel que se lo pidiese en la estación de Delicias de Zaragoza antes de coger el AVE que iba a llevar a la Selección a Guadalajara. Quitando el resultado del partido contra Letonia (75-79), fue una resaca dulce para el mago de El Masnou. Las horas posteriores a su reaparición estuvieron rodeadas de una normalidad que permite reafirmar que su regreso es definitivo.

“El amor por el baloncesto ha estado siempre”, dijo Ricky después de un regreso contra Letonia. Más allá de que aún se sienta con “polvo”, dejó una sensación estupenda en la cancha. El alma de Ricky también debió acabar bien el partido, porque se fue a cenar con su familia y su gente más cercana. Hasta una veintena de personas del círculo de confianza de Ricky quiso estar en Zaragoza en el día del regreso.

En el viaje en AVE a Guadalajara, a Ricky se le vio animado, compartiendo risas con Juancho o Jaime entre otros compañeros. Pero seguramente, fue “normalidad” el término que más transmitió la FEB para explicar cómo se ha visto a Ricky estos días. Metido ya en la dinámica del equipo, se entrenó por la tarde y hoy viajará a Bélgica con todos. Su regreso no tenía nada que ver con darse un baño de masas. Ricky ha ido para estar en disciplina de equipo y por eso jugará en Charleroi, donde, por cierto, ya se exigirá como el resto del equipo una victoria. Sólo la gente que está dentro del baloncesto sabe qué camino le queda por recorrer a Ricky para llegar a su cien por cien, pero desde fuera, verlo desplazarse por la pista parecía tan placentero como siempre. Ricky no parece haber perdido química alguna con el balón ni la pista. Y aunque dio síntomas de estar cansado en algún momento del partido, por ejemplo cuando se lanzó sobre la línea de banda a por un balón perdido, dio la sensación de querer más. De tener hambre de baloncesto. Suficiente.

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