Máxima presión para el Barcelona

El octavo Clásico de la temporada llega este viernes (20:30 horas, M+D y MP+) con presión máxima para el Barcelona, que solo ha ganado dos de siete duelos este curso a su eterno rival. Con cierto aroma de ahora o nunca para los azulgranas, que se encuentran, en este ­playoff de la Liga Endesa, ante su última oportunidad para no cerrar la temporada en blanco por primera vez desde 2017 (dejando al margen la atípica campaña de la COVID).

Y de no abrir la caja de pandora antes de tiempo, la del banquillo y su posible cambio de dueño, de Roger Grimau, tan solo un año después de reemplazar a Sarunas Jasikevicius, a Dimitris Itoudis, el gran candidato que resuena por Europa. La de las entradas y salidas en una plantilla que cayó en las semifinales de la Supercopa y en la final de la Copa ante el Madrid, y que si no da un giro de 180 grados a su actual momento, regresará a la Ciudad Condal para el tercer partido con un 2-0 en contra. O, lo que es lo mismo, con la soga al cuello de la eliminación. Un dardo doloroso para un club envuelto en una difícil crisis deportiva e institucional.

¿Muy dramático todo? Puede ser, pero la imagen barcelonista en el estreno de las semifinales hace que el margen de esperanza sea estrecho. El Barça llegó al WiZink Center el miércoles con seis días de descanso tras superar en cuartos al Lenovo Tenerife, mientras que su rival aterrizó 48 horas antes del duelo desde Berlín (Alemania), donde perdió la final de la Euroliga frente al Panathinaikos. Una derrota dolorosa. No solo por no cazar la Duodécima, sino también por las formas, por el estancamiento blanco en la segunda parte. Y por la sensación de que una gran oportunidad se les había escapado de entre los dedos.

Un escenario soñado para que el Barça diera una buena estocada al Real… pero el guion fue al contrario. Los de Chus Mateo, en un buen momento de forma, sacaron de rueda a un rival sin grandes problemas ni alardes. Los culés solo hacían presencia en el partido a tirones, por los pequeños momentos de inspiración de Ricky Rubio y sus 10 asistencias y de Laprovittola (13 puntos). Entre los dos achicaron el agua hasta la explosión anotadora de Llull: cuatro triples en 110 segundos.

“No sé si es exactamente actitud o es querer y que luego no hemos podido. Evidentemente, esto es una semifinal y es contra el Madrid, hay que salir a darlo todo”, analizó un “triste y jodido” Grimau tras la derrota. “Nos ha pasado otra veces, que viniendo de jugar más o menos días en poquito tiempo tenemos demasiado castigo. Y ante un gran rival como es el Madrid, el esfuerzo para volver luego lo pagas en dos o tres errores”, continuó el entrenador, que necesita a Kalinic y al mejor ­Vesely, que fue incapaz de frenar a Tavares. Y, claro, mayor vigor defensivo para reducir el caudal anotador de un rival que no bajó de los 20 puntos en los cuatro periodos. Mucho por mejorar ante un Madrid en crecida y con ganas de desquitarse de la Euroliga.

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