EuroBasket 2025

La maldición de Nikola Jokic

Tres años después, se repitió la historia para una decepcionante Serbia: derrota muy dura en octavos de final. Nikola Jokic sigue sin poder sumar una medalla en los Eurobasket.

Ints Kalnins
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de AS.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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Definitivamente, algo pasa con Nikola Jokic y el Eurobasket. Es una relación torcida, tóxica para un jugador poco acostumbrado, es demasiado bueno para eso, a que el drama le muerda los tobillos en la cancha. El mejor del mundo, si se considera que está en un prime que ya ha pasado para LeBron James, Stephen Curry y Kevin Durant, va a tener que acostumbrarse a vivir con un agujero inesperado en su currículum: nada, agua, en los Europeos. Ninguna medalla, y ya no hay otra oportunidad hasta 2029, en España. Para entonces, tendrá 34 años. Quedan cuatro, en baloncesto una vida.

Pero es que la oportunidad era ahora, en el esplendor de un jugador que en el último curso NBA promedió 29,6 puntos, 12,7 rebotes y 10,2 asistencias. Unos números a priori imposibles. Con el que ya se debate su lugar entre los más grandes, dónde lo colocaremos si gana, al menos, otro anillo de campeón. Tiene el de 2023, con MVP de las Finales. Y ha sido ya siete veces all star y siete All NBA en diez años en la NBA, todas con unos Nuggets a los que se puede permitir decir que no, como ha hecho este verano, a una extensión de tres años y 206 millones de dólares para esperar a próximo verano y, si quiere, firmar una de cuatro y 285. A razón más de 71 millones por curso. Y que en el último lustro ha sido tres veces MVP y dos segundo en el premio al mejor jugador. Para poner perspectiva, tres ganaron Magic Johnson, Larry Bird y Moses Malone. Si se lleva un cuarto, estará en el rango de LeBron y Wilt Chamberlain.

Lo que no tiene Jokic, y seguirá así al menos hasta los 34 años, es medalla en un Eurobasket. Y no es un problema de pedigrí porque nunca puede serlo para quien se pone la camiseta de Serbia. Ni de talento: hace trece meses, el 8 de agosto en la cancha de Bercy, Jokic y sus compañeros rozaron una de las mayores proezas de la historia contra uno de los mejores equipos de siempre, el Team USA 2024 con aroma a nuevo Dream Team. El que lideraron, para poner orden en el baloncesto global después de los desastres Mundiales en 2019 y 2023 (puestos séptimo y cuarto para versiones de perfil bajo del Team USA) las tres leyendas ya citadas: LeBron, Curry y KD. Serbia, en una semifinal para la historia, llegó a ganar 61-76 ya avanzada la segunda parte y llevó al límite a una colección grandiosa de jugadores. Después ganó el bronce, el segundo metal olímpico para Jokic, que ya estaba en la plata de Río 2016. Pero en los Eurobasket, nada.

Porque es el segundo torneo continental seguido al que el monumental pívot acude como gran referente, punta por un palmo de un big three maravilloso (el que forma con Luka Doncic y Giannis Antetokounmpo) que alberga a tres de los cinco o seis mejores de la NBA actual. Y al que, por eso los Eurobasket son cosa seria, pisa los talones otro big three que ya pesa mucho también en USA (Alperen Sengun-Lauri Markkanen-Franz Wagner). Es también el segundo en el que al Joker se le vuelve la broma en contra. El 11 de septiembre de 2022, Serbia perdió en octavos de final contra una Italia que decidió ser, ese día, bellísima (86-94). El seis de septiembre de 2025, casi tres años justos después, la selección balcánica, la gran favorita para el oro, volvió a perder en el mismo cruce y con los mismos puntos anotados: 86-92, un marcador casi idéntico. Otra vez tronchada en octavos contra todo pronóstico, baldada en el peor día. Superada por la energía de los susijengi, los lobos finlandeses que cazan en mandada. Un equipo capaz de todo -con Markkanen como líder y Mikka Muurinen (18 años) en la puerta a un futuro embalado hacia la NBA- si, como fue el caso en este cruce, acompañan los secundarios forjados en el baloncesto europeo, del nivel Euroliga al ACB: Sasu Salin, Mikael Jantunen o Elias Valtonen, el forward del Covirán Granada que fue el héroe imprevisto de los últimos minutos, incluido un tiro por encima de Jokic que acabó siendo la foto del partido. Con Finlandia, la cuestión no es si puede hacer descarrilar a cualquiera en un buen día en los cruces; es cuántos buenos días puede tener en los cruces. De momento ha llegado a cuartos, como en 2022 (ganó a Croacia en octavos, entonces). Hace tres años perdió contra la España que ya se empezaba a reconocer como futura campeona tras pasar las de Caín en el primer cruce, contra Lituania. ¿Ahora? Ya veremos.

Otra gran ocasión desperdiciada

En 2022, Jokic promedió 21,7 puntos, 10 rebotes y 4,3 asistencias. Serbia arrasó en la primera fase, en la que ganó sus cinco partidos por 21 puntos de diferencia media. Pero se congeló, contra todo pronóstico, en el mejor día de una Italia iluminada (22 puntos de Spissu, 21 de Melli, 19 de Fontecchio…) que en cuartos se estrelló contra el muro físico de Francia. Aquel día, en un adiós demasiado prematuro, Jokic acabó con 32 puntos, 13 rebotes y 4 asistencias (41 de valoración). No bastó. Esta vez ha promediado 22,3 puntos, 9 rebotes, 4,2 asistencias y 30,3 de valoración. Y en octavos acabó con 33 puntos, 8 rebotes y solo 3 asistencias porque sus compañeros no supieron enfocar el aro: él firmó un 9/13 en tiros de campo; los demás, un 18/48 que puso el lazo a la eliminación si se añaden los 20 rebotes ofensivos de la hiperactiva Finlandia.

Esta vez Serbia había enviado ya alguna discreta señal de alarma: en la fase de grupos arrasó a tres equipos menores (Estonia, Portugal, Chequia) pero Letonia le apretó las tuercas lo justo (Jokic acabó ese partido con 42 de valoración: 39+10+4) y Turquía le derrotó en un duelo de altos vuelos. Así que el 5-1 de 2022 se convirtió en un 4-2 en 2025, otro chasco monumental para un equipo cuya relación con el Eurobasket es sorprendentemente fría desde que se llama Serbia: platas en 2009 y 2017 pero nada más. Y solo cuatro semifinales en dos décadas. Esta vez, la lesión de Bogdan Bogdanovic resultó catastrófica. El big three que tenía que habar aplastado a (casi todos, al menos) sus rivales en ruta hacia el oro se quedó sin una pata y le bailó siempre otra: Vasilije Micic (promedió 4 puntos y 1,8 asistencias) llegó tocado, con un problema muscular a cuestas y sin ritmo ni físico después de su feo periplo NBA. Lejísimos del jugador que era el mejor de la Euroliga, deja como mínimo una ventana abierta a las dudas: ¿qué Micic ha fichado el Hapoel Tel Aviv? Si es este… Sin Bogdanovic, con eta versión tan menor de Micic, con sustos con las lesiones y los virus casi a diario y con, otra vez, rendimiento muy pobre de jugadores como Milutinov y Guduric (en parte, un disco rayado), la favorítisima antes del torneo pasó a ser solo una de las favoritas en el ecuador del mismo… y finalmente carnaza para lobos en el cruce de octavos. Un desastre se mire como se mire. Para Serbia y para Jokic, que seguirá con un agujero difícil de explicar en un currículum histórico.

Mientras Markkanen, con rango de estrella menor (pero estrella) en la NBA, aseguró que si esta no era la victoria más importante de su carrera sí era segurísimo una de ellas, Salin (que ahora jugará en el Estudiantes, Primera FEB, después de casi una década en la ACB y un año en Rumanía) explicó cómo se consuma un milagro para los libros de historia del campeonato: “Creíamos que íbamos a ganar… pero éramos los únicos que lo pensábamos. Somos un país de baloncesto. Nosotros lo sabemos, pero días así hacen que los demás lo aprendan también. Valtonen no estaba encontrando su ritmo en ataque pero apareció en este partido. Con muchos huevos. Él es así. Con tiros importantes defendido por Jokic, un MVP de la NBA. Pero es que ese es plan para ganar a Jokic: tienes que atacarle, ir a por él”. La Italia de 2022 venía de un discreto 3-2 en la primera fase cuando preparó su emboscada a Serbia. Finlandia, igual: 3-2 con una derrota aplastante (-30) contra Alemania, otra de las favoritas al oro.

El (legendario) seleccionador Svetislav Pesic (76 años) tuvo que dar otra vez la cara en la derrota: “Sabíamos lo que hace Finlandia: energía, juego en transición, tiro exterior, rebotes de ataque. En esto último son los mejores del Eurobasket, 16 por partido que han sido 20 contra nosotros. No pudimos parar eso, así que se quedaron en un 41% en tiros pero metieron 92 puntos. No tengo nada especial que decir, esto se ha acabado y ya veremos a partir de ahora”.

El técnico, eso sí, restó importancia a la mayor presencia y volumen de los aficionados finlandeses en la grada: “Las victorias anteriores no fueron por el ambiente. ¿Creéis que se ganan los partidos y las medallas por eso? Ganas por tu calidad, por cómo te preparas, por cómo entiendes los partidos. Podemos poner las excusas que queramos, pero la realidad es que para un torneo así tienes que estar mejor preparado físicamente. No estábamos al máximo nivel, y eso es lo que nos ha faltado. Había jugadores lesionados, y se ha notado mucho. Había otros enfermos, Jovic tenía problemas y no había podido ni entrenar hasta la mañana del partido. No son excusas, pero en un campeonato como este, tienes que estar en mejor forma. Deberíamos haber sido más agresivos, más físicos en el uno contra uno. En la defensa colectiva. Y no es que los jugadores no lo hayan dado todo: lo han hecho, todo lo que han podido. ¿Qué pasará ahora? No lo sé. Veníamos a por el oro y a nadie le gusta perder. Y menos a nosotros. Esto es duro, para nosotros y sé que para nuestros aficionados. Las expectativas eran altísimas. ¿Realistas? Dadas las circunstancias, eso no es ni un debate. Lo hemos intentado pero nos hemos topado con un equipo fantástico. No hemos subestimado a Finlandia. Nos preparamos bien para el partido, pero a veces con eso no vale”.

Nikola Jovic, alero de Miami Heat (22 años) que emerge como una de las estrellas de futuro de Serbia (en el torneo 12,8 puntos y 4 rebotes de media) fue muy autocrítico, todavía más que su ilustre entrenador: “No salimos al partido preparados, y eso empieza por los que somos más jóvenes. Yo no estaba al máximo desde el salto inicial. Cogieron 20 rebotes de ataque, lo que debería ser inaceptable para nosotros. Lo habíamos previsto, habíamos visto vídeos de sus partidos… pero fueron más físicos que nosotros, acumularon más tiro, fueron más agresivos y más humildes”.

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