EUROBASKET | ESPAÑA-FRANCIA

Gobert y Fournier, los nuevos líderes de la poderosa Francia

La generación del 92 se pone al frente de los bleus: Fournier y Gobert son los nuevos capitanes de un equipo con muchos conocidos para la afición española: Yabusele, Heurtel...

Pocos jugadores polarizan las opiniones como Rudy Gobert, el ancla de la selección francesa, un pívot de 30 años, 2,16 y 236 centímetros de inacabable envergadura, un récord (en 2013) en las pruebas físicas previas al acceso a la NBA que después batió, por los pelos, Edy Tavares. De brazos inacabables y físico prodigioso, Gobert en un pívot puro y de vieja escuela. Absolutamente determinante en defensa, con una capacidad intimidatoria que cambia (y gana) partidos, y unos rudimentos ultra básicos en ataque: no tira y no tiene movimientos al poste, pero acaba cualquier alley-oop que se le lance, por muy arriba que vaya. Es el espacio vertical, sumar por encima del aro en defensa y ataque, en una era de obsesión por el espacio horizontal: muchos tiradores en pista, percusión desde el triple, altares al pase extra.

Ese Gobert, el de los tapones prodigiosos y los sacos de rebotes, lleva nueve años en la NBA (desde 2013) y acaba de ser traspasado de Utah Jazz a Minnesota Timberwolves a cambio de un retorno descomunal: cuatro jugadores y, con condiciones y matices, seis primeras rondas de draft. En 2016 firmó una extensión de cuatro años y 102 millones de dólares, en 2020 una de cinco y 205, entonces el tercer contrato más alto de siempre y el mayor para un pívot. Ha sido tres veces all-star, ha entrado seis en el Mejor Quinteto Defensivo y tiene tres premios de Mejor Defensor de la NBA. Solo tienen más Ben Wallace y Dikembe Mutombo. Nada menos. Lleva ocho años promediando más de dos tapones por partido y la pasada temporada apiló 15,6 puntos y 14,7 rebotes por noche.

Pero Gobert también es un jugador cuyas limitaciones se hacen a veces demasiado evidentes, a contracorriente en el baloncesto actual. Su falta de recursos en ataque, sus problemas en defensa si tiene que salir de su rol de protector del aro, lagunas de confianza y momentos de encogimiento. Con los Jazz acabó siendo casi un estorbo en series de playoffs en las que el rival optaba por retirar a sus interiores y bombardear, a toda velocidad, desde el exterior. En 2019 fue objeto de burlas en la NBA porque lloró cuando no fue elegido all-star. En 2020 fue el póster de la COVID, el primer jugador que dio positivo en la NBA mientras daban la vuelta al mundo imágenes de él, unos días de que la Liga parara, tocando todos los micrófonos de la prensa y saltándose, una broma que resultó muy pesada, el primer conato de normas de pandemia que aplicó la NBA. No cae bien al resto de estrellas, que lo suelen elegir el último cuando hacen los equipos del All-Star Game y tuvo problemas serios en el vestuario de los Jazz con Donovan Mitchell, la otra estrella del equipo y ahora también traspasado (a Cleveland Cavaliers). Con Francia, tiene una plata olímpica y tres bronces, dos en Mundiales y uno en un Eurobasket. Le falta un oro, una cima que podría llegar con MVP y que daría un empujón a esa complicada narrativa que le acompaña. Polarizadora, extremadamente polarizadora.

Fournier: el talento que cambia los partidos

Evan Fournier es un escolta de 29 años y 1,98 que es el gran líder en ataque de esta Francia de 2022, que no tiene como en los Juegos de Tokio a dos históricos como Nando De Colo y Nicolas Batum. Fournier es compañero de generación de Gobert: los dos nacidos en 1992, los dos en la NBA casi desde el mismo momento, un año antes un Fournier que fue elegido con el número 20 en 2012. Como el pívot, tiene la plata olímpica y tres bronces entre Mundiales y Europeos. Y ahora busca su primer oro. Por ahora, promedia 14,3 puntos en el torneo. Siempre, en la NBA y en la Selección, con el número 10 que eligió porque adoraba a Mike Bibby, el que fuera base de los recordados Sacramentos Kings que pudieron ser campeones en 2002.

Más allá de los números, Fournier es el gran talento de Francia, el jugador que puede descorchar rachas imparables de anotación, el que tiene talento para resolver atascos y el que se juega los ataques decisivos, cuando quema la bola. En la NBA sus medias son similares: en su carrera, 14,4 puntos con techo en los 18,5 que promedió en la temporada 2019-20. Antes, en 2016, había firmado su gran contrato: 5 años y 85 millones de dólares. Estaba en Orlando Magic, la franquicia a la que llegó desde Denver Nuggets, donde tuvo un difícil inicio de etapa en Estados Unidos, y desde la que luego salió con dirección Boston Celtics y, finalmente (al menos por ahora) New York Knicks. Este verano, Fournier ha estrenado además condición de capitán en los bleus, con, cómo no, su inseparable Rudy Gobert como segundo capitán. La generación del 92, definitivamente al frente de la siempre competitiva selección francesa.

La armada española: Yabusele, Poirier...

El que busque caras conocidas para la afición española en la selección francesa, encontrará rápidamente unas cuantas. Andrew Albicy (32 años) es un base pequeño (1,78) pero eléctrico que se aplica en defensa y que pasó tres años en Andorra (2016-19) y ahora juga en el Gran Canaria. El Real Madrid tiene en el equipo galo a dos jugadores. Guerschon Yabusele, el poderoso ala-pívot (26 años, 2,03) que ha ido a más en el torneo, cada vez con más presencia en los minutos importantes, y jugó su mejor partido en la paliza a Polonia en semifinales (22 puntos). Promedia 15 puntos y 4 rebotes. Mucho menos utilizado es Vincent Poirier (28 años, 2,13), menos de 12 minutos de media en una rotación interior en la que siempre cumple (6,1 puntos, 3,4 rebotes). Y en la dirección, claro está otro clásico bleu como Thomas Heurtel, el polémico base de ya 33 años (castigado por las lesiones, algo evidente en su nivel defensivo) que sigue manteniendo su visión de juego (7,1 asistencias de media) y sigue siendo capaz de anotar puntos en uno contra uno, muchas veces en situaciones comprometidas, cunado nadie más parece querer la bola. Heurtel pasó por Alicante y Vitoria, y estuvo cuatro años en el Barça (2017-21), donde su etapa acabó con la enorme polémica del abandono en el aeropuerto de Estambul. Por entonces ya tenía apalabrado su futuro en el Real Madrid, donde ni siquiera acabó la temporada después de que Pablo Laso le apartara en abril junto a Trey Thompkins por actos graves de indisciplina.

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