Garino: “Lo que quiero es jugar, sentirme bien”
El alero argentino (30 años y 1,96 m) ha reforzado este diciembre el Fuenlabrada, que se mide este domingo con el Menorca (12:00, ‘LaLiga+’).
Patricio Pato Garino Gullota (Buenos Aires, Argentina, 1993) lo ha vivido todo en el baloncesto. Desde la gloria de pisar una cancha de la NBA con Orlando Magic, colgarse una plata Mundial en 2019 con Argentina y levantar la ACB con el Baskonia en el 2020, la Liga de la COVID, a los sinsabores de las lesiones (ligamento de la rodilla derecha en 2019 y menisco en 2020) y el entrenamiento en soledad al no encontrar hueco en el baloncesto.
“Pensé en dejarlo todo hasta hace un par de meses: no tener equipo, entrenar solo, sin motivación”, asegura a AS el internacional albiceleste, que firmó este diciembre con el Baloncesto Fuenlabrada de la LEB Oro tras meses de parón forzado una vez concluida su relación con el Básquet Girona en el verano de 2023.
El alero ya ha disputado dos partidos con los madrileños, una victoria contra el Betis (8 puntos en 26 minutos) y una derrota en Valladolid (11 en 25). “Me siento muy bien físicamente. Desde hacía tiempo no me sentía tan bien”, confiesa Garino en una nueva etapa de su carrera que compagina con dos negocios con mucho sabor argentino.
¿Cómo van estás primeras semanas en el Fuenlabrada?
Muy bien. Tomando buenas sensaciones. Vengo entrenando con el equipo desde hace un poquito más de un mes. Así que mucho más acoplado. Ahora, es cuestión de entendernos un poquito mejor en los partidos. Pero, día a día, las sensaciones son cada vez mejores.
¿Cómo ve al equipo tras sus dos primeros partidos?
Bien. Con pequeños altibajos. Momentos en los que jugamos muy bien y otros donde no lo hacemos tan bien. Es cuestión de encontrar esa consistencia… Es fácil decirlo, pero lograrlo… Creo que vamos por el camino correcto.
Y usted, ¿cómo está?
Perfecto. Me siento muy bien físicamente. Desde hacía tiempo no me sentía tan bien. Obviamente, acostumbrándome a una nueva liga.
¿Qué le pide Toni Ten?
Bueno, un poco de todo. Traer un poco de frescura al equipo, que viene con varios altibajos esta temporada. Alguien con energía fresca, que viene sin tantos problemas. También brindar un poco de esa experiencia que tengo. Agresividad defensiva y tratar de ser un arma más en ataque para abrir espacios.
¿Por qué decide Garino venir al Fuenlabrada?
Al principio, esperé a un equipo de ACB, de una liga de primera división. Esa situación no llegó. Ni el lugar indicado ni el lugar correcto. Y al vivir aquí en Madrid y conocer al Fuenlabrada… El club, la verdad, estos últimos años, durante mis rehabilitaciones, en verano, me han brindado las instalaciones con total solidaridad, así que me ofrecieron venir a entrenar. Estuve entrenando y se abrió la posibilidad de empezar a jugar y, por mí, mejor. Necesitaba ya volver a la competencia. A estar dentro de un equipo. A tomar esa forma física que dan los partido y que no es lo mismo que entrenar solo.
Prigioni, Herrmann, Mainoldi, Juan Fernández… son algunos de los argentinos que han pasado por el Fuenlabrada. ¿Habló con alguno de ellos antes de fichar?
No, después. Para tomar la decisión… Fue algo que tenía bastante claro. Necesitaba jugar, me encontré muy bien con el equipo, muy cómodo. El Fuenla es un club de familia, que ayuda a progresar. Lo he vivido todos estos años jugando en contra.
¿Fuenlabrada es un buen sitio para relanzarse?
Creo que sí. Necesitaba jugar. Creo que es una plataforma buena para mí, para que vean que estoy bien físicamente. Es lo principal que necesitaba.
Usted ha estado en NBA, en Euroliga, ACB, subcampeón Mundial… ¿la LEB es un paso atrás?
Era la duda que tenía al principio de la pretemporada. No sabía si comenzar directamente o no. Era un inversión para mí esperar un poco a un ACB. Lo sea o no lo sea (un paso atrás), la verdad es que no lo sé. Yo lo que quiero es jugar, sentirme bien. Creo que si me ven bien o lo hago bien esta temporada, no tengo dudas que puedo jugar en cualquier lado.
Aunque es la Segunda división del baloncesto español, es dura…
Sí, sí. La agresividad física, especialmente el último fin de semana (Valladolid). Es algo a lo que no estaba acostumbrado, a tanto juego físico. Se ensucia un poco todo cuando dejan jugar tanto, pero es cuestión de aclimatarse e igualar ese nivel físico.
En 2019 se rompe el ligamento de la rodilla derecha. En 2020, el menisco. En 2021, los isquios derechos. En 2022 se resintió. ¿Cómo consigue seguir en el baloncesto? ¿No pensó en dejarlo todo?
Sí, varias veces. Hasta lo pensé hace un par de meses: no tener equipo, entrenar solo, sin motivación. Tal vez no le veía sentido a seguir buscando algo. Tal vez no veía la luz al final del túnel. Pero, bueno, son cuestiones con las que llevo lidiando desde hace años y, por suerte, esos pensamientos son cada vez más reducidos y por tiempos más cortos. Y, hoy por hoy, ni por un segundo se me cruzan por la cabeza.
Y, ¿cómo lidia con todo eso?
Muchos recursos. Obviamente, con la ayuda de un psicólogo lo vengo trabajando hace tiempo. Pero creo que lo que más me ha ayudado este año fue la familia y los amigos. Estar acá, en Madrid, al tenerlo al Facu (Campazzo), a Gaby Deck conmigo es algo que me hace sentir en casa. De tantos años que nos conocemos las familias se llevan bien. La hija de Facundo, las mujeres… Eso es algo que ayuda mucho a distraerme del día a día. Tengo, también, obviamente a mi familia, a mis padres que viven en Vitoria, que están cerca.
Y también tengo proyectos personales. Me gusta mucho la parte de la administración de negocios, con un par de inversiones que me ayudan un poquito a sacar la cabeza en esos momentos difíciles en los que no sé qué pensar, en los que no quiero prender el televisor para no ver un partido. Me ayudan a desenfocar.
Ricky Rubio ha dejado su carrera en la NBA y habla abiertamente de sus problemas de salud mental. ¿Ayuda que jugadores como él hablen de ese asunto?
No le veo ningún problema. Es algo que hace años era un poco tabú: necesitar ayuda psicológica te hacía parecer alguien débil. No todos saben las situaciones que vivimos detrás de las cámaras. Tal vez, la gente piensa que por jugar al baloncesto, por ser profesional y tener la vida un poco arreglada, las luces y todo los demás…
Los problemas que ha lidiado Ricky fuera de la cancha han sido un poco la bisagra de sus males. En mi caso personal, todo el tema de las lesiones, entrenar más solo que con un equipo, no es fácil de lidiar. Y, ¿por qué no? Si está disponible, busca ayuda. Creo que trabajar la cabeza es igual o más importante que trabajar el físico. No tienes que estar lesionado o pasando por un problema para resolver tus problemas mentales. Hoy en día, hay muchas evidencias científicas de que si uno está bien de la cabeza la performance es mucho mejor dentro de la cancha.
¿Con qué se queda de su paso, no solo por la NBA, sino por el baloncesto estadounidense? Porque usted estuvo también en el instituto y en la universidad allí, ¿no?
Me dio mucho. Me formó, no solamente como jugador, sino también como persona. Me fui a los 17 años recién cumplidos de mi casa. Pasé mi adolescencia en Estados Unidos y, creo, que me ayudó a formarme, en mi la educación, como soy. Toda esa escuela americana me ha ayudado mucho. Pero al mismo tiempo vivir fuera de casa, solo, sin tus padres, uno madura a niveles mucho más rápidos de lo común. Y es algo que me ayudó mucho más allá del baloncesto. Creo que como persona me ha formado como soy.
Tengo entendido que tiene negocios, una tienda de empanadas gourmet (Cachito Mío) y está metido en una fábrica de cerveza artesanal (Ogham). ¿Qué tal van? ¿Cómo se decide por ellas?
No fue algo que elegí yo, que mi sueño de chiquito era vender empanadas y cervezas (ríe). Son situaciones que se presentaron. Mis padres sí que son emprendedores, administradores de toda la vida y eso es algo que siempre me gustó. Desde los 12, 13 años que estoy trabajando con ellos en el verano. Empecé limpiando baños, haciendo recados, yendo al banco y demás. Mi formación académica en Estados Unidos fue de administrador de empresas, que es algo que siempre me gustó. Se presentó la oportunidad en Vitoria, hace unos años, de poner una casa de empanas, Argentinas obviamente, y nos fue muy bien. Luego, llegó una oportunidad de una cervecería, de una marca muy reconocida para traerla a España. Ya tenemos la fábrica, el lugar en Barcelona. Estamos buscando bar en Madrid. Un poco mezclando lo que son las raíces argentinas, sus productos, con toda la parte de administración aquí en España.
¿Qué le pasa al baloncesto argentino?
Llevamos un par de años difíciles, de distintas situaciones. A partir un poco de Tokio, con jugadores con varias lesiones, la COVID, cambios de entrenador, torneos a los que no han podido ir todos los jugadores por la normativa de la Euroliga… Podemos buscar la excusa que queramos, la realidad es que el baloncesto en FIBA, internacional, es hoy en día muy competitivo, con cualquier selección, con cualquier país… Lo vivimos hace poco con Bahamas, con una historia bastante acotada en el baloncesto internacional, pero con tres jugadores de la NBA, all-star, que no ganó el partido que nos dejó fuera de la clasificación para el Mundial.
Es difícil pasar de ser subcampeón del Mundo a perderse el Mundial, las Olimpiadas. Es un cachetazo, un baldazo de agua fría bastante importante, pero es cuestión de seguir adelante, de seguir peleando. Va a ser un verano complicado para nosotros: es el primero en el que vamos a estar libres, sin ningún torneo. Así que espero que nos juntemos para entrenar y para estar todos juntos porque es algo que disfrutamos mucho.
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