España, con Rudy al cielo

Baila Rudy Fernández sobre el Mercedes-Benz Arena de Berlín y, como si fuera el flautista de Hamelin, alrededor de él bailan sus compañeros. Acaba de anotar el triple del 95-84 y esto ya no tiene vuelta atrás. Después de otra demostración de fe en una idea y pundonor desatado, con el coraje necesario para levantar hasta quince puntos de desventaja (33-48), la Selección tumbó a la dignísima Finlandia de Markkanen, un diablo por momentos, y alcanza la undécima semifinal consecutiva de un Eurobasket. Seguramente, una de las más insospechadas, con un equipo que viajó de Madrid a Tblisi con un perfil bajísimo, rumbo a lo desconocido, y que pone la piel de gallina por su respeto por el juego y su capacidad para explorar sus límites. Con un baloncesto fantástico, gente joven y desacomplejada guiada por un maestro de los banquillos, Sergio Scariolo, y una leyenda en la cancha como Rudy, ha formado un equipo en mayúsculas. Mientras la Serbia de Jokic, entre otras grandes, se sienta delante del televisor, la Selección volverá a competir por las medallas.

No fue fácil. A España le pasó un tráiler por encima en la primera parte. Sin duda, la mejor noticia para la Selección es que se fue con vida al descanso (43-52), después de repetidos tramos en los que estuvo hasta quince puntos por debajo (22-37, 33-48 y 35-50). Sin necesidad de exprimir a Markkanen, Finlandia desarboló a España y recordó esa frase que Scariolo había dicho un día antes. “Te pueden volver loco”. Los susijengi fueron un vendaval. Jugando a toda pastilla, y sólo frenados momentáneamente con una zona que permitió un parcial de 7-0 para frenar la sangría, dieron 16 asistencias en la primera parte. Finlandia había tirado más de tres que de dos en todo el campeonato. La mejor prueba de su heterogeneidad, que dificulta al rival y le impide un planteamiento tradicional y racional del partido.

Las muñecas, además, estaban encogidas en la Selección, que sólo metió tres triples de dieciséis intentados en la primera parte. No había por dónde meterle mano a los lobos finlandeses más allá de algún arrebato de furia de Rudy y los puntos de Willy, que sin embargo terminó en el banquillo la primera parte y tuvo un diálogo caliente con Scariolo en el banquillo, fruto sin duda de la frustración que se había apoderado de España en el primer tiempo. Nada lo simbolizó mejor que las dos jugadas finales de cada cuarto. En la primera, Jantunen metió un triple desde el centro del campo sobre la bocina (19-30 con un 73% de acierto en el tiro para Finlandia). En la segunda, Brown se comió la última posesión, sin ideas para resolver. El partido estaba francamente crudo al descanso para España, obligada a cambiar el viento bruscamente de dirección si no quería verse fuera del torneo.

Y vaya si lo hizo. La Selección no podía guardarse nada más en la chistera y empezó el segundo cuarto exprimiendo la sociedad Brown-Willy. Un parcial de 8-1 en poco más de dos minutos nada más volver del vestuario le metió en el partido y obligó a Tuovi a pedir tiempo muerto (51-53). Obligada a poner toda la carne en el asador, España subió un puntito atrás y adelante, con Willy demoledor e imparable. La camiseta pesa. Finlandia comenzó a encogerse un poco. La Selección ya molestaba más. No sólo eso, consiguió ponerse por delante en el marcador y marcharse al último cuarto seis arriba después de una memorable defensa, una más en el campeonato, de Alberto Díaz. A Finlandia le pesó demasiado esa losa. Su porcentaje de acierto en el tiro bajó un nueve por ciento y el cuarto terminó con un contundente 30-15 a favor de España (73-67), que tenía que rematar la faena.

Finlandia activó el Markkanen-sistema para mantenerse en el partido y superó un momento delicado con 80-73 hasta colocarse 84-82 con un par de balones para empatar. Willy, que le está quitando la razón aquellos que no le metieron entre los 15 mejores jugadores del campeonato, le puso un tapón antológico a Markkanen y Rudy, legendario Rudy, robó un balón mágico y se la dio a Darío Brizuela, que estaba on fire, para que colocase el 87-82 a tres y medio del final. No contento con eso, metió uno marca de la casa para lanzar a España al 90-82 a menos de tres minutos para el final. Scariolo se había guardado para el final la fórmula Lituania: Alberto Díaz de base y Lorenzo Brown de escolta. Y Rudy… Rudy era el rey de la fiesta. El mallorquín metió el triple final y bailó en el Mercedes.Benz Arena. Y alrededor bailaron todos. España está en semifinales del Eurobasket y Rudy es eterno.