El futuro es presente en la Selección
España aceleró en los seis partidos que duró el Eurobasket el relevo generacional con muy buena nota y por encima de las expectativas.
De la expectativa a la certeza en 41 días. Ese fue el tiempo que pasó desde la presentación de la Selección femenina hasta la plata de Atenas. Ese es el lapso que necesitó Miguel Méndez y la Federación Española de Baloncesto para certificar que el relevo generacional había sido completo, que su aceleración un éxito casi total. Tan solo los fatídicos, desquiciantes y horriblemente jugados últimos tres minutos de la final ante Bélgica impidieron la matrícula de honor, el oro, para un grupo muy joven y poco experimentado (o directamente sin experiencia) en los grandes torneos.
Seis de las jugadoras que llegaron al Eurobasket tenían 25 años o menos: Iyana Martín, Awa Fam, Elena Buenavida, Aina Ayuso, Helena Pueyo y Raquel Carrera. La última, la pívot del Valencia Basket, está dentro de este grupo por edad, pero fuera porque ya es toda una veterana con tres Europeos a su espalda. Las otra cinco, debutaban.
Internacionales que se zambulleron en la filosofía de La Familia, en la solidaridad, en la unión del grupo. Felicidad y alegría sin ataduras por parte del seleccionador. Y muchísima calidad e incidencia en esas cinco victorias de seis posibles, la plata y el billete al Premundial.
El papel de Iyana se cortó en Atenas por una colitis infecciosa tras despuntar en Hamburgo: ¡vaya salida de tacos tenía siempre desde el banquillo! Mientras que Fam rompió el cascarón ante Francia, en semifinales, con 21 puntos. La labor defensiva de Buenavida, en la ayuda y en la recuperación, fue sublime (sin dejar de lado su poca vergüenza en ataque). Ayuso partió de tercera base y rompió a Francia y Bélgica. Por su parte, Pueyo dejó de lado sus problemas de espalda para mostrar galones en la final.
“Hablamos de futuro, pero esta Selección es presente. Este proyecto es ambicioso, ganador”, aseguró Elisa Aguilar, presidenta de la FEB, en las entrañas de La Paz y la Amistad de El Pireo. “La filosofía, la energía, lo que se está construyendo... Eso es lo más grande”, comentó Miguel Méndez ya en España y pensando en un futuro que pinta soleado para un equipo que el seleccionador recogió en cenizas por el asunto Lucas Mondelo y los malos resultados de 2021, y lo ha mantenido como una de las grandes potencias, al menos, europeas.
Luce bien porque a ese nuevo núcleo se deben unir las que, para el seleccionador, deben ser la base de este ciclo olímpico que culmina en Los Ángeles 2028. Hablamos de las ausentes por lesión Maite Cazorla, María Conde, Megan Gustafson y Nerea Hermosa.
Cuatro jugadoras que darán un salto de calidad significativo a una Selección que no para de ampliar su base de jugadoras por las opciones que dan las Ventanas FIBA (más sencillas para el femenino que para el masculino por el bajo nivel de los rivales), el atrevimiento de Méndez de no mirar el DNI y la ausencia de vergüenza de las más jóvenes para asaltar el cielo. El adiós de nobles veteranas como Silvia Domínguez, Laura Gil, Queralt Casas… abrieron puertas y posibilidades que estaban prácticamente cerradas. Liberaron manos para trabajar desde cero y apostar por todo. Arriesgarse.
“Desde el principio seguimos muchas jugadoras y tenemos una escuela. No tenemos el físico, pero tenemos a jugadoras muy competitivas”, confesó Méndez sobre el trabajo de aumento en el número de posibles internacionales, que no defrauda: “Veníamos en pleno relevo generacional, sin ninguna expectativa a este campeonato y nos colgamos una plata que sabrá muy bien en el futuro”, dijo Aguilar. ¿El balance, la conclusión? La propia presidenta responde: “Hay futuro en España”.
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