El Bilbao Basket, barrido por el Chemnitz
El equipo alemán hace buenos los elogios que flotan sobre su juego y da un paso decisivo para disputar la final de la FIBA Europe Cup.
Un vendaval recorrió Miribilla y arrasó todo cuanto encontró a su paso. Se llama Niners Chemnitz. Todas las referencias sobre este equipo aniquilador se quedan cortas. La aventura internacional del Bilbao Basket toca a su fin. Ha tenido momentos de mucha felicidad en esta FIBA Europe Cup que le faltaba por jugar y ha saboreado, como la primera fase, inmaculada con 6-0, o la remontaba de 19 puntos ante el Legia en cuartos. Todos pensaban que sería la leche llegar a la segunda final continental de la historia. Pero el cuento de la lechera quedó destrozado por un Niners Chemnitz que es una apisonadora, un come-equipos de ACB. Dinamitó al Zaragoza y ha hecho lo propio con el Surne. Es una apisonadora, un grupo muy intenso que no se despista ni un segundo. Y su físico resulta demoledor. La otra semifinal discurre más igualada, con el Bahçesehir manejando una desventaja de un punto de cara a la vuelta en su pista ante el Varese. El conjunto alemán provocó un descalabro de esos que no se recordaban desde hace años. Este grupo de Pastore no se deja comer el terreno en ningún instante, tienes las ideas muy claras, va los 40 minutos a por todas, se le ve trabajado y si tienen 20 de ventaja, van a por los 30, está prohibido bajar el pistón. Al final, tras su faena redonda, se quedaron a estirar, de risas, como un grupo de amigos universitarios. Su mentalidad es inquebrantable, nada parece minar su entereza.
Esta es una eliminatoria a 80 minutos, ocho cuartos repartidos entre Bilbao y Chemnitz, pero el primero no lo entendió, porque un horroroso tercer cuarto le deja sin opciones de pelear por el título. Y eso que la semifinal cogió el rebufo del anterior partido en Bilbao, porque arrancó igual que concluyó el derbi ante el Baskonia tres días atrás, con tripe de Kullamae. Esta vez no sirvió para rematar la faena, ni mucho menos Y, sobre todo, dio el pistoletazo de salida a un choque a todo tren, muy dinámico. Saltaban chispas en cada acción, por ejemplo, un mate estratosférico a una mano de Killeya-Jones, con falta personal de Yebo. Había fluidez ofensiva y un triple de Andersson en el ecuador del primer acto consolidó un 9-0 y el 17-6 general.
El Chemnitz ajustaba muy bien la presión a toda pista cuando los locales sacaban de fondo o tardaban en desplegar sus ataques, pero cuando aseguraban el rebote y contraatacaban, ponían en evidencia el mal balance germano. Los Niners no avanzaban desde la línea de tres, llevaban cero de cinco en un tiroteo al puro estilo del Oeste americano, así que tuvieron que buscar otro plan, algo por dentro. Pero ahí los ‘cincos’ locales eran unos colosos muy superiores. Ponsarnau descartó a De Ridder y Tsalmpouris, así que sólo tenía a Andersson como cuatro, pero este cometió dos faltas en seis minutos.
El cuadro de Pastore no podía con los pívots bilbaínos si estos lograban coger la posición bajo el aro. Pantzar metía sus típicas canastas plenas de fuerza. Igualó la máxima diferencia tras anotar dos tiros libres: 43-29 a 3:38 para el descanso. Pero el Chemnitz empezó a correr, a castigar las pérdidas del Bilbao Basket, y Lansdowne ejerció de estilete con sus penetraciones. El rebote ofensivo les empezó a sonreír y las fuerzas se igualaron. Además, los tiros libres volvían a ser el potro de tortura del Surne, que concedía con mucha facilidad varios dos más uno.
El Bilbao Basket colapsó en el tercer acto. Esa inseguridad e irregularidad que parecían desterradas en su feudo volvieron como fantasmas. Entre una lesión de Killeya-Jones en el tobillo, saltos a destiempo y un par de despistes, se dejó escapar la eliminatoria. Kullamae dejó de anotar y ya se sabe que Rabaseda no ve aro con facilidad. Yebo entró en escena y, por ejemplo, aprovechó un despiste de tres hombres de negro. Los Niners empezaron a tirar de físico, en defensa se pegaban mucho sobre sus pares y aguantaban cualquier embestida. Además, su concentración era como una roca. Rompían en el uno contra uno y encontraban siempre a alguien solo al que pasar la pelota en el carril central. Al Bilbao Basket se le apagó la noche, no le daban las ideas para sacar de punto a su enemigo. En ataque estaban todos parados, esperando acontecimientos. Los visitantes tenían tal intensidad que hacían suyo cualquier balón suelto. No le sacaban de punto y eran como una gota malaya, punto a punto hasta desesperar, con su actitud y enorme actividad de piernas y brazos. La diferencia se marchó hasta los 27: 64-91 con un tiro libre de Yebo a 3:47 para el final. Eliminatoria finiquitada. Toca disfrutar del juego que aporte este Chemnitz, unos atletas programados para el destrozo. Un rodillo que provocó un atropello.
Ponsarnau: “Hemos perdido la batalla mental y la física”
Ponsarnau admitió que su equipo “no estuvo a la altura” en la semifinal europea y consideró que una de las claves de la abultada derrota fue que perdieron “muchas batallas” entre ellas “la física y la mental”. “Había una exigencia mental muy grande y no estuvimos a la altura de lo que merecía una entrada tan buena como la que había en Miribilla. Enseguida nos pusimos nerviosos. Ahora me preocupa que pasemos este bache y vayamos a Lugo con la mejor mentalidad. Toca pasar el luto de un mal partido”, asumió el técnico.
Explicó que comenzaron el partido “con muy buena mentalidad y ritmo” y que cuando el Chemnitz consiguió frenarles les “costó mucho jugar a baloncesto”. “En la segunda parte empezamos con una mala sensación de inferioridad. No ganamos ningún balón dividido por estrés, por mal juego, por saltar a destiempo y balones perdidos estúpidos. Han hecho un trabajo fantástico y nosotros muy malo. Toca aprender”, incidió.
Por su parte el argentino Rodrigo Pastore, entrenador del Niners Chemnitz, recalcó que a pesar de la rotunda victoria obtenida en Miribilla no van a “cometer el error de subestimar” al Surne Bilbao “solo porque tuvimos un buen partido”. “Tendremos que poner nuestro máximo nivel porque enfrente hay un muy buen equipo. Tenemos muchísimo respeto por Bilbao, por la calidad de sus jugadores y de su staff técnico”, recalcó Pastore antes de valorar como una de las claves del triunfo de su equipo la “mentalidad” mostrada por sus jugadores.
“No hubo ningún momento en el que entramos en pánico. En los peores momentos siempre tuvimos esa mentalidad de hacer lo máximo en cada jugada, en defensa o en ataque, y confiar siempre en lo que teníamos que hacer”, concluyó el técnico del Chemnitz.
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