Final contracultural
El vértigo de la G-League desafía el poso del Unicaja, que quiere estirar su ciclo ganador con su segunda Intercontinental seguida.
El Unicaja jugará este domingo en Singapur su octava final en apenas dos años y medio, un ciclo de locura que le ha llevado a conquistar seis títulos y que ahora le ofrece la oportunidad de sumar un nuevo trofeo. La Copa Intercontinental supone un desafío estimulante dentro del club, que combina la intención de revalidar la corona con la de iniciar una nueva etapa tras la reconstrucción de la plantilla este verano. Ganar sería un inicio ideal, un punto de partida sólido para un equipo que quiere continuar consolidando su estatus de bloque ganador.
Los enfrentamientos previos en la competición mostraron cierta preparación para Unicaja. Se impuso con relativa comodidad al Al Ahli libio y sobre todo al Utsunomiya Brex japonés, que ofrecieron partidos competitivos pero con limitaciones evidentes en plantilla, intensidad y capacidad de mantener un ritmo alto durante 40 minutos. Esos partidos sirvieron para rodarse y adquirir sensaciones, pero no eran un reflejo fiel de la exigencia que representará la final ante el G League United (13:00 horas, Teledeporte), un equipo con mayor pedigrí y nivel individual.
El conjunto estadounidense, dirigido por Joseph Blair, jugador en su momento con una tremenda carrera en Europa (MVP de la Euroliga en la 02/03), ha mostrado en sus dos primeros partidos un perfil combativo y eléctrico. Superaron a Flamengo sobre la bocina (93-91), y a Illawara Hawks australiano por 100-94, dejando claro que su juego es físico, rápido y peligroso. Entre sus jugadores más destacados se encuentran el ex madridista Chasson Randle, que a sus 32 años promedia 20.5 puntos por partido en el torneo; otro foco a vigilar, el escolta zurdo Jaden Shackelford, con 23 puntos; Feron Hunt, que aporta 22.5 puntos; o Jamarion Sharp, que mide 2,24 metros y se erige como el muro del equipo, una pieza diferente dentro del grupo por su tamaño y capacidad de intimidación; también milita en este equipo Devin Williams, un ala-pívot que hace tres años estuvo a punto de ficha por el Unicaja, pero no pasó el reconocimiento médico. Este rival combina talento individual y velocidad, y su abuso del tiro de tres (42 intentos ante Flamengo) puede poner a prueba la solidez del Unicaja. Para los malagueños será esencial mantener la concentración y afinar el control, resistir la intensidad del rival y alargar la final todo lo posible.
Se mantienen jugadores del Unicaja (seis desde que arrancó el proyecto en 2022) que han ganado muchísimo en estos últimos años y han adquirido lo que se podría llamar un manual para ganar finales: figuras como Perry, Djedovic o Kalinoski, potencial MVP de esta Intercontinental. Este conocimiento y recorrido aportan seguridad y liderazgo dentro del grupo, complementando la energía y hambre de los cuatros fichajes, poco a poco asentándose. Chris Duarte, fichaje estrella, regresará a la acción tras descansar ante el equipo japonés. Anotación y talento; además, el dominicano conoce la dinámica de la G-League por su paso por allí antes de su etapa en Puerto Rico, lo que le permite entender mejor la forma de jugar de este tipo de equipos y aportar un plus de inteligencia táctica.
De lograr el triunfo, el Unicaja no solo sumaría su undécimo título, sino que se convertiría en uno de los pocos clubes que han ganado la Copa Intercontinental de forma consecutiva, igualando a Flamengo y Cantú. Además, este éxito reforzaría simbólicamente su posición como referente internacional en un momento en que la NBA se acerca a Europa de la mano de la FIBA, proyectando al club malagueño como un buque insignia del ente mundial. Cuarenta minutos le separan del título. Ganar en Asia significaría además un buen chute de estatus.
Noticias relacionadas
¡Tus opiniones importan!
Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí.