Yabusele enseña el camino

El Olympiacos destrozó el martes al Fenerbahçe en Estambul demostrando que es el equipo más en forma del momento. Pero a ese líder que marca un ritmo tan alto, le aguanta el paso el Madrid, que arrasó de inicio al Panathinaikos y luego supo jugar con la renta en este inicio de la quinta doble jornada europea, a 48 horas de visitar al AS Mónaco. Un buen triunfo (83-68), de más a menos, eso sí, con un Yabusele hiperactivo (16 puntos, 7 rebotes y 2 robos), cuya carga inicial derrumbó a Derrick Williams al tiempo que Tavares se mostraba implacable atrás (en ataque añadió tres asistencias). Cornelie hizo una buena labor (también en el cinco sin Poirier), Musa siempre suma y Hezonja tuvo de nuevo espacio para encontrarse. Quizá se eche en falta ahora más continuidad para Williams-Goss, que salió de titular y, aunque esta vez no acumuló dos faltas rápidas, a los seis minutos ya estaba en el banco (no pasó de 14 en total). El otro pero, los triples, un pobre 4 de 21. Más allá, el Madrid sigue fiel a su hoja de ruta, una noche más arrancada del calendario en su camino hacia la pelea final por los títulos.

Los blancos sacaron a pasear el rodillo en Manresa el pasado domingo y decidieron dejarlo fuera del garaje, así que volvieron a utilizarlo de salida ante el Panathinaikos, al que dejaron cariacontecido. El máximo artillero de la Euroliga, Dwayne Bacon (acabó con 11 tantos en 32:06 cuando promediaba 19,9), era al descanso (48-30) la viva imagen de la impotencia cuando apenas acertaba a responder a las preguntas de la televisión. “Muchas cosas”, como objetivo a mejorar sin ninguna fe. Y es que el Real les había pasado por encima en la primera parte con buena defensa y una sucesión de carreras convertidas en puntos fáciles: 15 de 21 de dos al intermedio. A poco que hubiera hilado más fino en el triple, la ventaja hubiera sido de escándalo.

Y como siempre, Tavares como factor de demolición del adversario. No hizo números, simplemente fue un coloso atrás. No busquen tapones, basta con observar su movilidad creciente en las ayudas defensivas para cerrar al rival cada camino al aro. Tapó todos los agujeros y en el cara a cara frente a Gudaitis, por ejemplo, se erigió en muro inabordable. Al hambre se le unieron las ganas de comer, el PAO se acobardó aún más y sus ataques empeoraron a pasos agigantados, lo que daba a los blancos más opciones en transición.

Yabusele había comenzado cargando con todo bajo canasta ante la indolencia de Derrick Williams. Hasta ocho tantos en un suspiro para un 15-2. La ausencia de Poirier por unas molestias de última hora en una rodilla (también se quedaron fuera Hanga y el lesionado Abalde) llevó a Chus Mateo a juntar como pareja interior a Deck y Cornelie en la primera rotación con aceptables resultados.

En el PAO, cuyo talento ofensivo es incuestionable, cada uno seguía haciendo la guerra por su cuenta, pero les daba para hacer la goma. Paris Lee asomaba la cabeza, Grigonis encadenaba varias acciones positivas, volaba un triple y un matazo de Bacon, otro de Gudaitis… Y el Madrid se contagió de esa anarquía y los errores con el balón permitían a los del trébol galopar. Se pasó de una sensación de partido roto (60-39, minuto 25) a comenzar el último cuarto con solo 11 de diferencia (68-57).

El arranque del acto final frenó la crecida verde y resolvió el pulso. La guinda la puso Hezonja con un alley-oop servido por Llull. Carpetazo a otro de esos compromisos que el Madrid resuelve (casi) siempre (13-1 frente a los clasificados del octavo para abajo) y a hacer la valija, que el viernes toca asalto a La Roca, al AS Mónaco de Mike James y ahora de Chima Moneke.