Vuelve el Madrid

El Madrid ha vuelto, el que encandiló en la Euroliga durante más de un trimestre, y lo ha hecho en Bolonia (74-89) con un partido muy serio y muchos momentos vistosos en la pista de un doble campeón de Europa. A la Virtus, que era de los mejores en casa (12-2 llevaba en el Segafredo Arena), le penalizó su flojo porcentaje de tres (21%, aunque llegó a exhibir un paupérrimo 1 de 13). El equipo blanco mostró su cara más compacta y concentrada en pos de una misión, la de ganar de nuevo en Europa tras una racha de tres derrotas. Controló el rebote como antaño (28 a 39) y redujo sus pérdidas, caballo de batalla en los tropiezos recientes, a solo 9. Volvió el Madrid y también el mejor Campazzo bajo el sol que más quemaba. El base franqueó el camino. De no hallarse a resolver en el cuarto final con seis puntos seguidos y tres asistencias cuando el rival se había situado a solo cinco. Poirier pasó a dominar entonces las alturas. Un gran cierre y, previamente, una actuación completísima de Yabusele contra Shengelia, entre otros. Y momentos importantes de varios jugadores, desde Llull a Alocén, Abalde… Incluso Hezonja, que comenzó perdido y se encontró con dos triples. El croata estuvo en pista en el desenlace dentro de un quinteto atípico en el que coincidió con Deck y Yabusele.

Más que solventar una urgencia clasificatoria, que no había ninguna, el Real buscaba en Bolonia, ante los tifosi italianos, esos que vivieron su esplendor en los 70 y los 80 con los éxitos de sus escuadras, recuperar sensaciones, despejar algunas dudas (“preocupación cero”, decía Chus Mateo en la previa) y, de paso, volver a ganar. Y logró un tres en uno. Se guardó todo lo que buscaba en la maleta para volar con una sonrisa a Málaga, donde este domingo le espera el pulso más esperado de lo que va de Liga, un duelo directo por el liderato. Lo importante era decir “estoy aquí, restablecido”, aunque el triunfo le asegura ya matemáticamente una plaza en el playoff (solo lo seis primeros con el nuevo play in) y casi el factor cancha (cinco victorias de ventaja al cuarto a falta de cinco jornadas). Y le coloca muy cerca del liderato definitivo (tres más que el Barça, segundo).

Gran arranque de Yabusele

La puesta en escena del Madrid fue muy seria, aunque también lo había sido ante el Panathinaikos y el Fenerbahçe y luego se desplomó. Buenos minutos de Yabusele, que encadenó 7 puntos, y de Abalde: 6-16 tras un triple del gallego. Alocén entró pronto en escena para dar un relevo a Campazzo y se estrenó con una entrada por la izquierda. A buen nivel atrás, importante junto con Llull en el arreón del inicio del segundo cuarto: 21-34. El capitán era protagonista y cerraría la primera parte con un triplazo de los suyos por ejecución, puntería y celebración cara a cara con sus compañeros en el banquillo (8 puntos en ese acto). La Virtus, sin embargo, había reaccionado con un gran juego de pase, involucrando a los interiores, a Shengelia y Zizic, al margen del muy metido Cordinier.

En la reanudación se calcaron ambos quintetos iniciales y el Madrid tocó los 16 de ventaja: 35-51. Yabusele, certerísimo y centrado, era un factor diferencial; pero quedaba aún cera por arder. Cordinier, Lundberg, Shengelia y Mickey no pretendían entregar la cuchara todavía. Los de Luca Banchi apretaban muchísimo a Campazzo, lo hacían Pajola y un Cordinier que acabó expulsado tras recibir una técnica en el minuto 17 (otra a la vez para el Facu) y cometer en el 38 una antideportiva sobre Hezonja. Esa presión y algún triple forzado del base argentino parecían descolocarlo.

El doble show de Campazzo y Poirier

Alocén y Llull volvían a agarrar el timón. Un gran pase de Tavares para el corte de Deck y un triplazo de Hezonja forzaban el tiempo muerto local: 56-69 a 7:15 de la bocina. Un parón que provocó la reacción de la Virtus con el exmadridista Jordan Mickey de cinco abriendo el campo y Polonara de cuatro, sin Shengelia, Zizic ni Dunston. Un bloque bajito y móvil. La Virtus encontraba lo que le había faltado, dos triples seguidos y estaba dentro: 64-69 y 66-71 después de dos acciones más de Mickey, esta vez bajo el aro.

Regresaba a escena Campazzo y, ahora, sí, era el que vaticinaba Chus Mateo: “Se equivocará, pero cuando tenga que meterla, lo hará”. Se alzaba el telón para ver el show del Facu. Forzaba la falta (dos tiros libres) y a continuación quebraba al rival con sendas penetraciones por el centro, seis puntos del tirón y, sin pausa, tres asistencias para Poirier. El francés protagonizó el otro espectáculo final. Puso al broche al duelo con cuatro mates, los tres últimos seguidos, y 12 de sus 14 tantos en el cuarto definitivo. Magnífico, como su Madrid.