La final de la década

El Madrid y el Olympiacos, los dos equipos más constantes en la excelencia durante más de una década, discuten hoy, en el fantástico Zalgirio Arena (19:00, Dazn), quién debe sentarse otra vez en el viejo trono de Europa. Asistimos a la final más repetida de siempre en la historia de la Copa de Europa, hasta cuatro veces. Las mismas que pelearon en el partido por el título el Madrid y el Varese en la década de los 70. Una perseverancia muy difícil de ver en la élite durante tanto tiempo, porque el Real va a la caza esta tarde de su undécima Euroliga en su vigésima final después de haber disputado seis de las diez últimas. Una segunda edad de oro del baloncesto merengue que comenzó Laso y ahora quiere continuar con éxito Chus Mateo, más mérito del que le hemos dado. A por su tercer trofeo de los últimos ocho que salieron al escaparate. Rutina muy parecida a la que viven en El Pireo, donde apilan dos copas (tres en total: 1997, 2012 y 2013) y cinco finales de las últimas once y han sabido sobreponerse al adiós de Spanoulis y Printezis.

Los mejores sin discusión, aunque aún con muros por derribar, porque en el deporte hay maldiciones que te persiguen y cada uno mira cara a cara a la suya. Al Olympiacos le atosiga que el campeón de la fase regular siempre tropieza en alguna piedra. Al Madrid le inquieta que nunca el vencedor del Clásico en semifinales levantó el trofeo. ¿A la quinta será la vencida…?

Dejando a un lado la historia, el curso lo ha dominado el Olympiacos en la clasificación y en los duelos directos, en los que ha sumado los dos triunfos. En el WiZink, en la ida, Sloukas se la jugó a Tavares en una penetración a tres segundos de la bocina con finta incluida y luego Edy no pudo batir al poste en acción exprés a Fall (87-89). Y en La Paz y la Amistad solo hubo color rojo (73-60) con Walkup (18 puntos) y Vezenkov (15) destacados.

“Una máquina de hacer baloncesto”, en boca de Chus Mateo, un rival capaz de jugar a muchas cosas y a todas bien, muy de cortes y de movilidad con una plantilla amplia, física y de talento, de registros variados con Vezenkov como MVP de la temporada y Sloukas de líder, el heredero espiritual de Spanoulis, a la caza de su cuarta Euroliga en su novena Final Four. Un gran Walkup en la dirección, para guiar y para atacar defendiendo, incluso le discutió el premio al mejor defensor del año al propio Tavares. En las alas, el tiro de Canaan y Larentzakis, las arremetidas de McKissic (pieza clave más veces de lo que parece) y la fortaleza de Papanikolaou, muy importante en la remontada contra el AS Mónaco, en el 27-2 del tercer acto, y que sin Deck estará más cómodo.

Y por dentro… una batería para colarse en cualquier aventura: la manita de Alec Peters, la potencia de Tarik Black y Bolomboy, y un anti-Tavares, Moustapha Fall, de 2,18 m, el segundo mejor jugador grande, y queremos decir gigante, de la competición. “Es de mi tamaño y hace muchas de las cosas que hago yo, sé que me va a costar”, apunta el pívot. Mateo subraya “su conocimiento del juego y capacidad de pase”. Las bajas de Yabusele y Poirier son ahí dolorosas. De nuevo, exigencia plena para Hezonja, que no baja del sobresaliente en las últimas semanas. La Undécima espera en Kaunas. El Madrid no es favorito; pero es el de las hazañas. El último milagro.

El Olympiacos tendrá 1.500 hinchas más en las gradas

Los ardientes aficionados del Olympiacos, que lo están dando todo por las calles de Kaunas con sus cánticos, pero en muy buena armonía con los del resto de equipos, tiñeron de rojo en semifinales las gradas del Zalgirio Arena, con capacidad para más de 15.000 espectadores. Su presencia empujó a los suyos en la remontada del tercer cuarto, con ese ya histórico parcial récord de 27-2. Eran más de 4.000 hinchas, un gran apoyo, que se va a incrementar en la final ante el Madrid.

Compañeros de la prensa griega nos informan de que está previsto la llegada de cuatro vuelos chárter y 1.500 seguidores más para tratar de empujar hacia al título a los de Bartzokas. Un aterrizaje complicado, ya que los vuelos desde Atenas ni son fáciles ni baratos. El pasaje en los aviones fletados para la ocasión ronda los 800 euros (la entrada va aparte). Otros han encontrado vuelos por su cuenta e incluso algunos harán la locura de desplazarse por carretera, más de 2.500 kilómetros y casi 30 horas de viaje. La cifra de seguidores del Madrid no variará mucho. Ante el Barça, el viernes, hubo unos 300.