El Madrid remonta entre la apatía y la locura

Partidos así son difíciles de jugar, pero pueden desembocar en momentos preciosos. Es lo que pasó entre Real Madrid y Estrella Roja, el único partido de la jornada 32 en el que ninguno de los implicados se jugaba nada. No debería ser raro a estas alturas, pero sí lo es tal y como va la Euroliga: ningún puesto asegurado del segundo al decimoquinto, una delicia para la emoción y un suplicio para los protagonistas. Justo en el siguiente puesto, en el 16, se encuentran los serbios, con 11 insuficientes victorias. Llegaron a ir 9-12, con opciones de meterse en la pelea, pero se han hundido paulatinamente y ya están matemáticamente fuera de todo. La temporada está siendo tumultuosa para ellos, con el despido de Dusko Ivanovic (de nuevo en el Baskonia) y el fichaje de Ioannis Sfairopoulos. Tanto movimiento desmadejó a una plantilla con talento y experiencia, pero que se ha quedado por el camino cayendo en muchos finales apretados y de forma un tanto injusta. Pero esto es baloncesto. Más concretamente, la Euroliga.

En la otra cara de la moneda estaba el Real Madrid, con un Facundo Campazzo que se reencontraba con el equipo que usó de puente entre la NBA y su esperado retorno blanco. Lo vio todo desde la atalaya, entre bambalinas, ya que descansó pensando en lo que viene. El equipo de Chus Mateo es líder de todo y tiene asegurado el primer puesto y la ventaja de campo en la máxima competición continental. El objetivo era jugar sin presión y no arriesgar. Y así se empezó: Hugo González, Carlos Alocén y Eli Ndiaye, dando hueco a los jóvenes y menos habituales. Pero las cosas fueron cambiando poco a poco: 20-21 al final del primer periodo y 44-47 al descanso, tras un segundo cuarto en el que el Madrid ya empezó a dar ínfulas de querer llevarse el duelo al introducir en la rotación a todo el mundo menos a Campazzo y a un Vincent Poirier que tampoco fue participante pero sí testigo. El resto, entraron al ruedo. Y ya no se fueron.

El momento clave llegó después: una canasta de Dejan Davidovac daba una ventaja de 54-70 a los visitantes, 16 arriba, la máxima del duelo. 3 minutos y 22 segundos después, que era lo que quedaba de tercer cuarto, el marcador reflejaba un 72-75. La apatía inicial, sin intensidad defensiva, había sido sustituida por una demostración de orgullo liderada por Sergio Rodríguez, clave en la remontada. Y ya no cesó, con embestidas constantes siempre respondidas por el rival, un Estrella que tuvo en Nemanja Nedovic a su estrella, su eterno mesías: 30 puntos, 4 rebotes y 5 asistencias para 32 de valoración, además de 4 de 7 en triples. El duelo directo lo tuvo con Dzanan Musa, que anotó los mismos y se fue a 40 de valoración, el segundo mayor dato de la jornada tras Nigel Hayes-Davis, que se fue a 46 dígitos al conseguir 50 puntos, el récord de la Euroliga en una noche para inolvidable. Tanto por su exhibición, como por la victoria blanca.

Para récord el del Madrid, que consigue su 26ª victoria de la temporada en la máxima competición continental, tope en solitario tras igualar las 25 del Fenerbahçe, que ya queda atrás. Y lo hizo en un último cuarto increíble, de toma y daca, como si ambos equipos se jugaran más de lo que en realidad había en juego: con 82-85, un triple de Musa, que además sacó la falta, dio la vuelta al marcador (86-86, con 3:41 para el final). Luego, Dalibor Ilic (9 puntos) respondió desde la esquina. Pero el bosnio no había acabado y logró una nueva canasta, acompañada de un tiro adicional que convirtió y dejaba al Madrid uno arriba (89-88). La reacción del Estrella Roja no se hizo esperar: cinco puntos consecutivos, dos tiros libres y un triple de Adam Hanga (22 tantos y un temple monumental) dejaban 4 arriba a los serbios. Y hasta ahí llegaron.

Porque, de hecho, no volvieron a anotar en juego: triple de Mario Hezonja (20 puntos), tiros libres de Edy Tavares (11, con 10 rebotes) y robo y mate de Hezonja en transición. En un abrir y cerrar de ojos, 96-93. A Nedovic se le había acabado la magia y erró un triple mal jugado, mientras que Musa sumaba un tiro libre desde la personal, lo mismo que hacía Nemanja en el otro lado. Sergio Llull puso el temple anotando la serie entera. Y Musa redondeó sus 30 puntos con un mate en transición, poniendo también el 101-94. Un día en el que nadie se jugaba nada pero que fue una delicia para aficionados y periodistas. Una noche de malas defensas y espectaculares ataques. De apatía primero, y remontada después. Y un partido único, mágico, místico. En el que Sergio Rodríguez (3 puntos y 6 asistencias en 12 minutos) demostró que la magia no entiende de edad ni de lógica. En el que Musa se exhibió y demostró su entero potencial, enormérrimo. Y en el que el Madrid consigue su 26ª victoria. Todo un récord. Otro más.

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