El Madrid lo necesitaba

El campeón de Europa quería pescar en río revuelto, porque para Ergin Ataman las batallas psicológicas también cuentan, pero lo que hizo fue encadenar su segunda derrota europea y agitar el orgullo del Madrid, su carácter y algunos mecanismos que andaban algo oxidados. Era la final de la Euroliga cinco meses después y los blancos se dieron el gustazo de ganar el duelo (90-86). Lo necesitaban. Abrazaron el triunfo con un Facundo Campazzo determinante, en modo mejor base de Europa (19 puntos con un 58% en el tiro, 5 rebotes, 6 asistencias, 2 recuperaciones y una sola pérdida para 28 de valoración en 31:41).

El Facu impulsó a los suyos de inicio y en la segunda parte, y luego cuando el PAO echaba a los blancos el aliento en la nuca, en su último intento de remontada. Y eso en un mal día de Hezonja: no por acierto, sino por concentración y actividad, apagado, ya que pensaba más en sus fallos que en meterse en la dinámica. Una en la que entraron de cabeza sus compañeros, desde los canteranos a un valiosísimo Abalde, abnegado como siempre y brillante en el tercer periodo con 10 de sus 13 tantos. Tavares tuvo su momento destroyer (la estadística le birla algún tapón) en el que se impuso a Lessort y Llull gestionó bien los descansos del Facu y supo escoltarle cuando tocó (Rathan-Mayes no salió en los dos últimos cuartos). Y bien Musa, muy vertical hacia el aro y con el visor calibrado. Esta vez el Madrid lanzó bien de tres (15 de 33) y eso le hace subir un par de escalones competitivos e, incluso, deja en menos el 48% de su rival, que se echó en manos de Kendrick Nunn y de Juancho Hernangómez (16 puntos en una noche sobresaliente).

Ni Sloukas ni Lessort ni Grigonis ni Mitoglou ni Jerian Grant asomaron. Lorenzo Brown acabó bastante mosca con su entrenador porque salió de titular y a los 3:39 se sentó para no volver. Sí se manifestaron Papapetrou y Cedi Osman. Superplantilla, menos grupo en esta ocasión que el Madrid, que respondió en un trance duro.

Comprometidos

El Panathinaikos aterrizó en Barajas rumiando la derrota del martes en París, una que digirió mal y a la que reaccionó como siempre, señalando a los árbitros, avivando polémicas, quejándose, en definitiva. El equipo exigido, sin embargo, era el Madrid, que también venía de un traspié, aunque el suyo, el quinto en ocho partidos. Más presión, claro, y, por la arrancada, más concentración y compromiso. El regreso de Campazzo tras cumplir sanción se notó.

El argentino lideró la salida de tacos de un Madrid finísimo en el lanzamiento, una puntería que no había lucido hasta ahora. Ese 6 de 10 en el acto inicial le permitió fluir de otra manera y alcanzar una ventaja de 14 puntos: 19-5. La reacción llegó con la entrada de Juancho Hernangómez, que clavó dos triples y un tercero sin fallo en el segundo cuarto (11 puntos al descanso). Sloukas (miró poco al aro, 5 asistencias) mejoró la dirección de Lorenzo. Ni Tavares ni Lessort, piezas clave en sus equipos, eran un factor de peso en el comienzo. Tampoco sus relevos, Ibaka y Yurtseven, que se enzarzaron entre ellos y recibieron cada uno una técnica. El congoleño marraba su único tiro y el turco, que no sabía cómo batir a su par, desperdiciaba cinco.

Los canteranos y la cara larga de Lorenzo

Ndiaye había salido de titular y, a continuación, pisaba la escena Hugo González, que le dio un buen relevo a Abalde. A todo esto, Cedi Osman, tres minutos, un triple y al banco. Luciría muñeca en la segunda parte cuando a Lorenzo la cara le llegaba al suelo, notablemente enfadado por su escasísima participación. Chus Mateo no podía contar con Andrés Feliz ni con Garuba y entregó a Llull el testigo de la dirección cuando Facu se daba un respiro. Hezonja, imprescindible en la actual plantilla, no emergía y Rathan-Mayes sí entraba con fuerza, un par de buenas canastas y algún error, centrado atrás.

Sería Kendrick Nunn el tipo que alterase algo la dinámica con media docena de puntos y tres asistencias antes del intermedio. El ritmo alto con transiciones, ya sin Campazzo en pista, hacía crecer al campeón: 43-38 al descanso. El PAO tardó más de ocho minutos del segundo cuarto en cometer una falta, o en que se la pitaran.

Abalde y Musa replican a Nunn

A la vuelta de vestuarios, más de Nunn, triplazo y 43-41. Diferencia enjugada. Replicaron Musa y el defensor del base-escolta estadounidense, Abalde. Enorme trabajo defensivo del alero galleo y 10 puntos entonces, 9 de Musa. El Real circulaba bien el balón y corría alguna vez por su buena implicación atrás. Un pequeño terremoto agitaba el parqué del Palacio, se abría una grieta, +17 (70-53).

Nunn pegaba otro acelerón (17 de sus 23 tantos en la reanudación). La crecida verde no rebajó los siete de desventaja a pesar de que Hezonja no estaba. El croata metió un triple importante, pero no iba al rebote con fuerza ni sacaba su mejor versión defensiva. Campazzo era el gran pilar y, aun así, pudo descansar unos segundos en la segunda parte (109 exactamente). Como repite Chus Mateo, se construye mejor desde la victoria. Cayó el campeón en el WiZink Center.

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