El Madrid desquicia al Mónaco

El Madrid pasó con la apisonadora por el WiZink Center durante tres cuartos menos un minuto (80-50) hasta desquiciar al AS Mónaco, que dio una pobre imagen en la calle Goya. En el último acto se dejó ir para concluir, incluso así, venciendo por 18 (91-73). Actuación completísima de todo el equipo, defensa y ataque, con un juego ofensivo pleno de acierto y vistoso, de pase (27 asistencias) y con muchas galopadas frente a un contrincante al que acabó pintándole la cara, que no comprendió nunca la magnitud del desafío. Que dejó hacer y no hizo con una intensidad y concentración diametralmente opuestas a la de los anfitriones. Tremenda arrancada de Musa, gran desempeño atrás de Causeur, el Chacho recuperaba la magia, Campazzo era el pilar de siempre, Deck se mostraba sobrio y efectivo y, todo, arropado por una pareja ciclópea. Sí, Tavares y Poirier, que agruparon 24 puntos, 18 rebotes, 4 asistencias (de Edy), 8 tapones y 46 de valoración en 37:21 en cancha de manera conjunta (y porque las faltas los limitaron). La racha sigue abierta, 19 triunfos seguidos.

Lo mejor para el AS Mónaco al intermedio es que se tomaba el pulso y seguía vivo. No andaba exultante, pero latía y eso era suficiente. Lo hacía después de unos primeros 17 minutos catastróficos, en los que el Madrid lo engulló (+22, 48-26), y tres finales para salvar la honra (53-39), sobre todo con un parcial de 0-9 en 70 segundos acelerado por una sucesión de errores merengues. Momento que coincidió, además, con la tercera falta de Tavares. Y, como Poirier también sumaba tres, Chus Mateo apostó por poner a Yabusele y a Hezonja, inédito hasta entonces, como pareja interior.

Los de Sasa Obradovic vieron desbrozarse el camino al aro, un rayo de luz hasta entonces ocultado por las torres, en especial, por Tavares, que en 9:52 había apilado 21 de valoración. El destrozo blanco, en principio en un duelo de tú a tú, de un equipo de Final Four a otro (ambos estuvieron en mayo en Kaunas), resultó tremendo. El repaso del primer cuarto y medio, uno de aúpa, se repitió en el tercero, donde al cierre del periodo el Real había embocado 15 de sus 16 lanzamientos de dos y su porcentaje de tres se elevaba a un magnífico 52% (11 de 21) con un 17 de 18 desde el tiro libre. Mejor, imposible.

El Madrid venía de un duelo durísimo en Valencia, exigido al máximo, con un juego interior que le plantó cara, y se encontró 48 horas después con un rival que le abrió el peaje de la autopista, porque, intimidado cerca de la canasta, cargaba el rebote de ataque sin éxito para neutralizar sus fallos en el lanzamiento y lo que hacía así era permitir los contragolpes. En estático, se veía incapaz de frenar las penetraciones blancas y las conexiones con los pívots. Todo eso, unido a un acierto elevadísimo en el triple, generó la tormenta perfecta, una que se llevó por delante a los del Principado.

El juego fluía y Llull entró a la velada con ganas de celebrar su 36 cumpleaños, que había sido un día antes. Pim, pam, pum… uno de sus cuatro triples sobre la bocina de posesión, bombeadísimo y tras evitar Yabusele que el balón saliera por el lateral con un salto acrobático. La grada sonreía, se llevaba las manos a la cabeza, pura fiesta.

La defensa de Causeur, de Musa y la magia del Chacho

Como casi siempre, el quinteto titular estuvo perfecto, esta vez con Causeur en el cara a cara con Mike James, al que redujo a la mínima expresión, y Tavares sembrando el pánico en la zona (Campazzo vigilaba a Loyd y Musa realizaba una muy buena labor con Diallo; sin noticias luego de Kemba Walker). Y en ataque, un Dzanan desatado: 14 tantos en 9 minutos. Con el 28-12, la deriva ya se intuía. Lo que hizo sonreír a Chus Mateo es que la rotación mantuvo el nivel, incluso lo subió. Sergio Rodríguez dio la bienvenida a Poirier con una alley-oop de altos vuelos, el vínculo que no habían hallado en La Fonteta. El Chacho añadiría otras cuatro asistencias y el francés no dejó de saltar en ambas zonas, hasta 5 tapones, 8 en la cuenta común con Edy. Una barbaridad.

Campazzo cerró la doble jornada a buen nivel y sin ser exigido (20:30 en pista) y también con un cambio que no le gustó en la primera parte, en el único tramo prometedor visitante, cuando enlazó un par de errores (precipitaciones, más bien). El Madrid afrontó el último cuarto 30 arriba (80-50) y se desconectó a continuación (11-23). Entendible con este calendario y porque, aunque no hubiera vuelto a anotar, hubiera ganado igual. Al líder no hay quien le tosa, de momento.