El Madrid desaparece

Si no vieron el partido y se ponen el segundo cuarto (17-32 para el 44-57 del descanso), pensarán que es imposible que el Real Madrid tropezara en Múnich. Y lo hizo. Lo ha perdido todo fuera casa, cinco derrotas (cuatro en la Euroliga), a una de las seis con las que empezó el pasado curso y que tan caras le costaron a posteriori. Cayó, además, en una paupérrima segunda parte de la que se desconectó. Un bloqueo mental gigante que empieza a ser crónico, aunque por tramos. Para el de esta vez resulta difícil hallar precedentes cercanos. Cerró los segundos 20 minutos con 27 puntos (incluidos los dos triples postreros que no servían de nada), su anotación más baja desde los 26 al Panathinaikos en la final de 2024 en Berlín. Tavares fue un factor de salida y dejó de serlo, Trey Lyles también se obscureció en la reanudación y Maledon asomó sin acaudillar la reacción. Hezonja se salió pronto del duelo y nunca regresó. Enfrente, día de gloria del ala-pívot Isiaha Mike (29 puntos), una influencia muy positiva de Da Silva (10+10 rebotes) y arreón final decisivo de un ex, Xavier Rathan-Mayes (14 y 4 asistencias).

A fuerza de repetir el patrón con idéntico (mal) resultado, el Madrid decidió cambiar las cosas para intentar abrazar su primer triunfo fuera de casa. En vez de empezar fuerte y centrado, como ante el Maccabi o el Estrella Roja, sin ir más lejos, optó por un inicio desacertadísimo y sin atención a los detalles. El reto (entiendan la ironía) era empezar de cero y alcanzar la velocidad punta al final de la primera parte, donde otras ocasiones se había desinflado. Y así fue, un in crescendo continuo que lo llevó del 10-0 del minuto 2 al 18-19 mediado el primer acto con Lyles sumando mucho. Maledon había salido de titular y muy pronto entró Campazzo, el primer cambio de una rotación que cogió vuelo con Garuba dando un relevo a Tavares. Justo antes del descanso, Lyles hacía de falso cinco respaldado por Okeke y Deck en el quinteto.

Los blancos compartían y cuidaban el balón, que lo segundo a veces no acompaña a lo primero, y buscaron buenas situaciones para ejecutar un tiro o jugar en uno contra uno. De la mala defensa ahí se lamentaba el técnico local Gordon Herbert; pero es que Lyles supo leer sus ventajas y atacar el espacio con bote, y Tavares hizo muchísimo daño en la pintura con los pases de sus compañeros. Le sacó dos faltas a Voigtmann con sendos tiros libres adicionales y compensó la amenaza de tres de la torre alemana y sus penetraciones con finta, también la velocidad de Mike, que era la pieza bávara más incisiva. Con los cinco primeros puntos de la segunda parte el canadiense alcanzó los 20 en su cuenta.

El Madrid tocó la cima justo antes del intermedio (+16, 41-57), pero volvió a cerrar el periodo encajando una canasta dolorosa, un triple de Jessup, y en la reanudación el Bayern reabrió la puerta con un paso al frente defensivo y un Mike pletórico. Los de Scariolo se atascaron en grado máximo y se pararon en ataque: botaba Campazzo y nadie se movía, así que caían las pérdidas… Y marraban todos los tiros liberados (0 de 7 de tres para un parcial escabroso de 25-10 en el tercer periodo).

Hezonja, fuera y Rathan-Mayes, dentro

El trabajo previo se iba por el sumidero y la cosa iba a empeorar en el arranque del cuarto definitivo con una desconexión absoluta atrás que abría una autopista para las canastas fáciles del Bayern. Hezonja estaba mentalmente fuera y Kramer lo sustituyó tarde y, al mismo tiempo, sin éxito. Era el momento de reivindicación de Rathan-Mayes, en acciones individuales con algún pase genial, nada que no conociéramos. De sus 14 puntos, 9 los apiló entonces.

Con 10 abajo (82-72, minuto 34), el Madrid logró frenar la sangría en la retaguardia sin llegar a reactivarse delante, así que no le dio para remontar pese a ponerse a cuatro (82-78). Ya en el último minuto se había quedado sin opciones. Acabó con dos triples que maquillaron los 21 tantos que apilaba hasta entonces en la segunda parte. Una actuación muy pobre, de las que la Euroliga no indulta.

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