El epicentro de Europa

El 10 de mayo ocurrió algo sin precedentes en la historia de la Euroliga. Un equipo alcanzaba la Final Four después de empezar perdiendo los dos primeros partidos de su eliminatoria de cuartos. Lo hacía remontando una desventaja de 18 puntos en la segunda mitad del quinto partido. Y lo lograba, además, sin dos de sus teóricos titulares, Gabriel Deck y Guerschon Yabusele. El Real Madrid rompía todos los pronósticos con una victoria que una semana antes parecía imposible. Se llevaba una serie ante el Partizán de Belgrado que comenzó con baño serbio, implosionó con la vergonzosa pelea en los minutos finales del segundo partido y acabó con uno de los mayores ejercicios de resiliencia que se recuerdan.

Hoy Real Madrid y Partizán se vuelven a ver las caras en el WiZink Center. El mismo escenario de la pelea y de la remontada imposible. Un escenario que vio la peor y la mejor cara del baloncesto en un lapso de 13 días y que esta noche (20:45, #Vamos) se prepara para asistir a una batalla baloncestística (esperemos que nada más) de primerísimo nivel. No en vano estamos, con el permiso de la cada vez menos sorprendente Virtus, ante los dos mejores equipos del continente a estas alturas de la temporada. El Madrid sólo ha perdido un partido en la Euroliga, en la prórroga en Estambul después de un error impropio de Campazzo en los últimos segundos. El Partizán llega con la mejor racha de victorias, cinco. Ha enderezado el rumbo, después de un inicio de curso titubeante, hasta tal punto que ahora parece casi invencible. En este último mes, por ejemplo, han cortado las alas que le estaban creciendo al Panathinaikos y han tumbado a un aspirante a la Final Four como es el Mónaco. La última llegó el martes en Valencia, ante un conjunto que venía en crecida y que había recuperado su mejor versión. Una piedra de toque, quizá la más dura, para este Madrid colosal. “Es el partido más difícil que vamos a afrontar en los próximos días porque el nivel que está mostrando es de equipo campeón. Quiere ser campeón, entrar en Final Four, y seguramente vaya a estar ahí por la consistencia que demuestra en el día a día y por su potencial de la plantilla y su entrenador”, comentaba Chus Mateo en la previa.

Pero, claro, ganar en Madrid son palabras mayores este año. Lograrlo sería la confirmación de que el equipo dirigido por Zeljko Obradovic va muy en serio. En realidad, ya iba muy en serio en el último playoff ganando los dos primeros partidos en Madrid. Entonces llegó la pelea que, sanciones mediante, cambió la dinámica y el espíritu de la eliminatoria. Kevin Punter, estrella visitante que sonó con fuerza para firmar por el Barça en verano, dijo en septiembre que “si no llega a haber pelea, si no me hubieran sancionado, si no hubieran pasado todas esas cosas que pasaron, el Partizán habría jugado la Final Four. El Real Madrid estaba acabado, solo teníamos que rematarlo”. Unas palabras que difieren con el mensaje general que ha llegado desde el Partizán estos meses. Desde el primer momento, con Obradovic calmando las aguas en la sala de prensa minutos después de la trifulca (“No puede pasar nunca más. No es bueno para el baloncesto. Voy a intentar calmar a toda la gente. Tengo amigos aquí, el Real Madrid es un gran club y quiero que se hable de baloncesto”), hasta esta semana, con el ala-pívot Zach LeDay pasando página (“Sigamos adelante. No pienso en nada excepto en el baloncesto, sólo vamos a jugar”).

Algunos protagonistas de aquel momento para olvidar no estarán hoy sobre la pista. Yabusele sigue lesionado, Mathias Lessort juega ahora en el Panathinaikos y Dante Exum ha vuelto a la NBA con los Dallas Mavericks. Otros, como el propio Punter, Sergio Llull y Deck sí se vestirán de corto. Cabe esperar un duelo con la tensión, la intensidad y la pelea habitual entre dos rivales deportivos del máximo nivel, dos equipos que aspiran a lo máximo este año. Nada más y nada menos. Porque si los dos juegan como lo han hecho hasta ahora el terremoto se va a sentir en toda Europa.

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