El comando blanco toma La Roca con 30 puntos de Supermario

El Madrid tomó al asalto La Roca y la pegajosa cancha del AS Mónaco, claro candidato a la Final Four, con sus fuerzas especiales, un comando liderado por Supermario Hezonja, que clavó 30 puntazos (15 en el segundo cuarto y 5 determinantes en los últimos 2 minutos) para lograr una victoria de las grandes en un partido intensísimo, donde la ofensiva desbordó a la retaguardia. Revancha de la ida, de aquel duelo que cayó en manos de los monegascos (94-95) tras forzar la prórroga Mike James con un 3+1 cuando la ventaja merengue era de cuatro. Error entonces de Tavares. La respuesta este viernes llegó con unos guarismos similares 91-95, aunque sin tiempo extra.

El alero croata reventó su récord encestador de blanco (23 en Girona) y el suyo personal de la Euroliga (27 con el Unics Kazán en Villeurbanne en noviembre de 2021), y su mejor registro de valoración. Finalizó con 34 créditos en 34:34 tras embocar 5 de 7 de dos, 6 de 10 de tres, dos libres sin fallo, cruciales para matar el partido a falta de cuatro segundos, y entregar 6 asistencias. Ningún madridista alcanzaba la treintena de puntos en la Euroliga desde que lo hiciera Luka Doncic en El Pireo el 8 de diciembre de 2017.

Un duelo que tuvo de todo, incluso protagonismo arbitral no deseado y situaciones viciadas por el Instant Replay. Más allá de Hezonja, los de Chus Mateo hicieron muchas cosas bien en ataque y pelearon hasta el extremo sin pívots, con Poirier eliminado en cinco minutos y Tavares con cuatro personales en diez, por lo que Edy solo regresó al parqué cuando restaban dos y medio y Hezonja estaba a punto de clavar un triplazo sideral para el 85-90. El rebote, pese a ese lastre de las faltas, fue blanco con Yabusele de cinco, Deck de cuatro y Supermario de tres (26 a 36 en rechaces). La verticalidad de Mike James y compañía quebró al Real en algunas fases; sin embargo, se rehízo siempre con acciones de enorme talento individual y a la vez compartiendo muy bien el balón (22 asistencias). Una suma imparable que le dio el éxito.

Enfrente, puro desborde, el de Mike James, uno de los grandes americanos de la última década en el baloncesto europeo, que descerrajó 23 puntos con 9 de 14 de dos y… marró cuatro triples. Y al quinto, que debía lanzarlo sí o sí, se rajó enviándole un pase a la cara a Blossomgame. Iban 88-91 y esa pérdida resultó oxígeno puro para la escuadra visitante tras un error arbitral que le había perjudicado. Nos referimos a una falta no pitada a Tavares en una acción en la que, tras la petición de revisión en vídeo de Sasa Obradovic, los colegiados le dieron el balón a los de casa porque no se podía rearbitrar y, efectivamente, Edy fue el último en tocar la bola. Un vicio del sistema: observar dos faltas clamorosas en la pantalla y cambiar la decisión del saque de banda porque, al no señalizarlas en vivo, solo importa quién mandó fuera la pelota pese a que encajara un par de palos. Luego pudieron compensar… acertando, y no lo hicieron.

Llull recibió una falta y una segunda inmediata y antideportiva por la espalda sin opción de jugar el balón, cuando sonó el silbato, y tras la revisión lo dejaron en personal normal. Como la posterior a Tavares, esta vez sin vídeo: le golpean en el brazo cuando ya se había deshecho del balón con un pase. A la línea con 90-92 y 7 segundos. Metió el primero, Hall también marró uno a continuación y Hezonja, no. Los dos para dentro, victoria al zurrón. Cayó el Mónaco, el Madrid sigue muy arriba, mano a mano con el Olympiacos en el liderato.

El partido había arrancado cuesta abajo y cogió un ritmo muy elevado con el AS Mónaco rompiendo rapidísimo en el uno contra uno. La respuesta llegó con una muy buena ofensiva y la baza de Hezonja, que pareció una bebida gaseosa agitada hasta hacer saltar por los aires el tapón que la contenía. Desencadenado. La efervescencia de Hezonja nos dejó un segundo cuarto mágico del croata en el que anotó 15 de los 20 puntos que apilaba al descanso (hasta ahora su mejor registro en el Real eran los 23 tantos que le había metido al Girona en septiembre para abrir la ACB. Entonces, embocó igualmente 15 en el segundo acto). Hezonja se fue creciendo a pasos agigantados durante el choque, aunque en realidad lo lleva haciendo en las últimas semanas: salir de titular le siente bien para su confianza.

En lo de Supermario hubo mucho de heroicidad individual con grandes tiros, penetraciones y movimientos al poste, pero también aguantó atrás, incluso a Motiejunas en la pintura, agarró 6 rebotes, repartió 6 pases de canasta y aprovechó el temor que generó en el rival para atraer la defensa e iniciar dos triangulaciones fantásticas, en ambas con Causeur como segundo vértice, el que se apuntó la asistencia. Llull resolvió una de esas combinaciones de tiralíneas con un triple y la otra, Deck bajo el aro, los dos liberados. Al descanso, 46-50 y varias cosas novedosas. Williams-Goss volvió a salir de titular y esta vez Chus Mateo lo aguantó más tiempo en cancha. Respondió; no lo haría en el tercer periodo, cuando los madridistas agruparon 10 pérdidas y casi se despeñan empujados por un parcial de 12-0 (58-51). El quinteto de inicio era muy físico con Hezonja y Deck de aleros, aunque insuficiente para frenar la verticalidad monegasca. Mitad por los problemas de faltas, mitad por decisión técnica, al menos en la primera parte, la apuesta fue jugar sin pívots, lo que nos dejó una imagen inédita: Tavares y Poirier sentados el uno al lado del otro en el banquillo.

El Madrid supo ganar de otra forma, de una magnífica. Musa sumó un 3+1 antológico reactivador en el difícil tercer acto, Llull ayudó con tres triples y, en el tramo decisivo, lo hizo con nota Hanga, el cuarto en actuar de base. El húngaro empujó con dos cañonazos de tres, una falta sacada en una entrada y siempre por saber guardar la compostura en el cara a cara con James. Su equipo abrazó una victoria de esas que te dejan con la sonrisa en el rostro un par de días, una que se decidió después de 18 cambios al frente del marcador, la última alternativa vino con el 78-80 a falta de cinco minutos. El Madrid, puño en alto, ya no cedería más.