El Clásico infinito

“Quizá jugamos demasiados Clásicos… es lo que hay”, dice Jasikevicius. La sensación es generalizada: el calendario está saturado, hay exceso de partidos, pero el reverso de la moneda del baloncesto es que muchos de esos duelos son de élite, entre los mejores, como pasa en la actual Euroliga, la más igualada de siempre. Así, el Madrid y el Barça se ven las caras de nuevo este jueves (pronto, a las 19:00 horas, para no coincidir con el derbi de Copa en el Bernabéu). Y lo hacen, tres semanas y tres días después de cruzarse también en el WiZink Center (entonces en Liga), con el liderato continental en juego, que cambia de manos casi cada jornada. En la presente lo comparten cuatro equipos, los dos españoles más el Olympiacos y el Fenerbahçe, en una carrera preciosa por el playoff y la ventaja de pista. Del primero al octavo, apenas dos triunfos.

Ese escenario le da atractivo al Clásico, también el ánimo de desquite, que ahora viaja con el Madrid tras encadenar dos derrotas, la citada en Liga (78-87) y la de octubre en el Palau (75-73). El Real arrancó con trofeo en la Supercopa y desde entonces mandan los azulgranas. Igual pasó la campaña pasada, donde el Barça llegó a encadenar cinco victorias seguidas y se quedó sin racha justo en la Final Four. “Fuimos capaces de darle la vuelta a la situación”, recordaba ayer Chus Mateo, que ve así la preparación táctica de estas escaramuzas de entreguerras, las que no deciden títulos: “Buscamos un factor sorpresa relativo ahora e intentamos afinar para el futuro, porque vamos encaminados a encontrarnos más adelante”.

Los dos técnicos coinciden en que el plus de deseo, sacrificio y energía marca diferencias, “eso es lo que decide”, afirma Jasikevicius. E incide Mateo: “Estos partidos se ganan si igualas o superas el nivel de energía del que tienes enfrente, y eso hay que entenderlo”. No lo hizo el Madrid el 2 de enero, cuando Laprovittola y Higgins remataron el gran trabajo de Da Silva y compañía con 16 rebotes ofensivos. Los 19 puntos y 11 rebotes de Tavares fueron insuficientes en un bloque que evidenció lagunas defensivas y se mostró paradísimo en ataque, en los jugadores sin balón.

Un aliciente añadido en este Clásico es que las enfermerías están casi vacías. Todos listos en los visitantes y solo Abalde ausente en los locales (más Alocén y Randolph, lesionados de larguísima duración). “El Barça es un equipo extraordinario y nuestro nivel es parejo”, afirma Mateo, que contará con Williams-Goss y Chacho, que faltaron en El Pireo, por lo que le toca realizar dos descartes. “Llull y Hanga pueden hacer también de aleros, a lo mejor en determinadas situaciones puede sobrar un alero”. De Clásico en Clásico hasta el infinito.