Adiós a la Final Four

El Barça perdió ante Olympiacos y no estará en Berlín para medirse al Real Madrid, sí, pero poco o nada se le puede reprochar al equipo. La actitud fue la mejor de la temporada, la intensidad la necesaria y el sacrificio el supuesto en un quinto partido de un playoff. El Barça se lo dejó todo en un partido trabado, malo, decidido por detalles en los últimos minutos. Con poco baloncesto. La aparición de McKissic al final, decisiva, oscureció un notable partido de Laprovittola, Abrines, Ricky y Willy. Los azulgranas mandaron en un duelo tenso, muy ajustado durante los 40 minutos, que cayó del lado griego porque a los de Grimau les faltó fluidez en ataque. La defensa fue impecable. Las imprecisiones y los nervios, en los últimos dos minutos, les condenaron. El Olympiacos estará en Berlín.

La defensa del Barça, al inicio, fue simplemente extraordinaria. En concepto, ejecución y actitud. Minimizaron no solo a Fall, sino a todo el Olympiacos evitando con manos y robos los balones interiores hacia el pívot francés. Les obligaron a tirar casi siempre forzados y, cuando tocó, hicieron falta. Además, cerraron el rebote defensivo. La conclusión fue una canasta visitante en los primeros seis minutos y medio con siete tiros fallados. No estuvo el Barça tan inspirado en ataque, pero cogió la delantera con dos triples de Laprovittola. Y tener al argentino entonado, en un quinto partido, es mejor noticia que cualquier parcial favorable (12-9).

En un partido tenso, McKissic se encaró con la grada, la lucidez de un tirador como Lapro puede ser determinante. Pero también la aportación del banquillo. Willy leyó perfectamente las ventajas interiores frente a Milutinov y la energía de Abrines mantuvo alto el listón defensivo, elevando la ventaja del Barça (20-13). Con el Palau abarrotado y entregado, todos los balones divididos fueron de los azulgranas. Con la mejor actitud de la temporada y de la mano de Laprovittola, al descanso tenían una ligerísima ventaja que Milutinov y Petrusev se encargaron de matizar. Porque el Barça fue globalmente mejor, pero el Olympiacos nunca se desenganchó del partido. Siempre encontró, de forma aislada o con un juego más coral, contestar cualquier intento de los azulgranas de estirar la ventaja. Petrusev y Milutinov fueron los mejores visitantes, sobre todo en ataque, donde se echó de menos una mayor participación de Walkup, Canaan o Papanikolaou (27-25). Pese a dominar el rebote ofensivo con autoridad, el pobre porcentaje de tres privó al Barça de estar más cómodo en el marcador.

El Barça siguió tirando, y errando, desde fuera en un partido que no será recordado precisamente por el nivel del juego. A 15 del final, 38-33. Mantenían la ventaja los azulgranas pero sin encontrar ninguna continuidad en el juego. Un mate de Vesely, un triple de Abrines, pero entre medio varias posesiones perdidas, con tiros precipitados o, pocos, balones perdidos. Olympiacos, por su parte, vivía en una dinámica muy similar. Sin jugar cómodos en ataque, sin encontrar soluciones a la defensa del Barça, seguían cerca gracias a alguna canasta afortunada, a algún despiste del Barça o al talento individual de alguno de sus jugadores.

El Barça entendió bien que era un partido al límite del reglamento y nadie lo comprendió mejor que Ricky Rubio. Sus robos encendieron al público en un duelo extremadamente físico y trabado, lleno de tensión y épica, pero poco baloncesto. El exceso de faltas castigó a los azulgranas, que entraron empatados al último cuarto con un marcador de otra época (40-40) gracias, en gran medida, a la defensa de Ricky.

En cinco minutos poco había cambiado, quizás con un Barcelona más impreciso todavía en ataque, y sobre todo menos capaz de capturar rebotes ofensivos. Con poco acierto y menos tiros, el marcador lógicamente siguió siendo muy corto y, por primera vez en el partido, favorable al Olympiacos (47-49).

La aparición de McKissic, con un triple y una canasta, abrieron un hueco que pareció definitivo en el electrónico a 2:25 del final (49-54). Pero ni siquiera ahí se rindió el Barça. A uno del final estaba a tres, 54-57, pero con balón para los griegos y ya muy exigidos. Lo intentaron, pero sucumbieron. Nada que reprocharles.

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