El Bilbao Basket acaba con el gafe a domicilio
De Ridder se erige en protagonista al final en un pulso agónico ante el Obradoiro en Santiago. Jordan Howard lo borda y emula a su hermano Markus.
Llevar desde diciembre de 2022 sin ganar fuera, en un lejano partido ante el Manresa, por fuerza debe pesar de forma considerable. Por entonces aún la humanidad se preguntaba por qué le había castigado con semejante saña la malvada pandemia. El Bilbao Basket sumaba 12 partidos con tropiezos lejos de Miribilla. Podía identificar el problema: se siente tan a gusto dentro de los muros de su castillo que fuera se ve desnudo. En cada viaje pensaba que podía derribar la maldición, pero por unas cosas u otras, no lo conseguía y eso da para generar un trauma. Lo mejor para espantar los fantasmas es sacar un pulso agónico.
Pues al final el remedio estaba en Santiago, un recinto que no suele ser muy amigo de los colores del Surne. Allí se agotó la esperanza de la permanencia hace bien poco, en 2018. Pero ahora el Obradoiro comparecía bajo los efectos de una amarga eliminación en la previa de la Champions, con lo que eso, además, conlleva des desgasta físico entre tensión, partidos y un largo viaje. Un 0-5 en el último suspiro decantó la balanza. El final a cara o cruz se lo embolsó De Ridder con su fe heredada de Hervelle, apelando a la épica. Llevaba un partido, bueno, una temporada discreta, y en los dos minutos finales se desató el huracán. Cinco puntos y tres rebotes de ataque para dinamitar un partido emocionante y con poca calidad. Los tres últimos ataques gallegos fueron un desastre.
Igual lo normal era estar depresivo por la paliza en el derbi vasco del sábado, o dejarse ir, pero este grupo tiene raza. Con 77-73, inició el golpe final Rabaseda: 77-75. Y a 34 segundos para acabar, falló Smith un triple, lanzado desde su habitual improvisación, a lo Juan Palomo. El pívot belga agarró el rechace y metió un 2+1 tras falta de Tinkle. Era el 77-78. Washington falló desde el arco de 6,75 posteriormente y en el rebote no se apreció bien si tocaba Hlinason o Scrubb antes de salir el balón por la línea de fondo. Se la otorgaron al islandés: hubo bola para el Obra. Moncho Fernández tuvo su tiempo muerto para diseñar la jugada teóricamente ganadora en 7,9 segundos. Pero el saque de línea de fondo para Pustovyi iba muy fuerte y enredó un poco los esquemas. No dejaron recibir a Howard. Pudo lanzar Tinkle de dos, pero falló y barrió el rechace Hlinason, un coloso en el regreso a su expabellón.
El Bilbao vuelve a sonreír en la distancia. Se agarró con carácter al partido y un secundario durante la noche del Fontes do Sar como De Ridder decantó la balanza. Combatió una gran actuación de Jordan Howard, que quiso imitar a su hermano Markus, verdugo de los ‘hombres de negro’ cuatro días atrás con el Baskonia en Vitoria. Los 11 primeros puntos del Obradoiro llevaron su firma y amontonaba 16 al descanso, a más de uno por minuto.
El Bilbao Basket llegó a Santiago con tres jugadores tocados. Renfroe seguía bajo los efectos de un golpe involuntario del baskonista Costello y arrastra una gastroenteritis Andersson, que le provoca vómitos. Eso sí, el único descartado finalmente fue Killeya-Jones, que se probó antes del salto inicial, pero no pudo arrancar por una contractura lumbar. Nada con tanto peso como Mendoza en el Obra, un jugador con mucha anotación que se ha caído para bastante tiempo.
En la primera parte ambos conjuntos intentaron meter ritmo, pero cuajaron minutos con mucho desacierto y descontrol. El Obradoiro acabó los diez minutos iniciales con 2/12 en tiros de dos, con Howard como estilete. Y los bilbaínos se condenaban con cuatro pérdidas. Había duelos individuales, pero poco peso del juego interior. Moncho Fernández cambió la estrategia y empezó a cargar por dentro con Pustovyi, con Blazevic al ‘cuatro’. Ponsarnau se veía con dificultades precisamente en esa posición, pues Andersson estaba renqueante y De Ridder se cargó con dos faltas. Tsalmpouris cumplió su papel: +10 con él en la pista.
Pantzar no acababa de dar con la tecla, aunque tampoco es que Washington era capaz de poner orden, y Reyes flojeaba en la defensa sobre su par. Smith estuvo un rato ausente, algo que agradecieron los gallegos. Howard metió un canastón sobre la bocina modelo su hermano Markus antes del descanso. El tercer acto calentó un tanto el ambiente. Un fuera de banda fue retenido por Víctor Pérez, uno de los ayudantes de Moncho Fernández. Andersson estaba ahí para sacar rápido y se encontró con la inmovilización, algo que está catalogado como amenaza de falta técnica. En una acción posterior el balón le llegó fortuitamente a Moncho Fernández y la soltó rápidamente, se las sabe todas el Alquimista, el eterno técnico local en Sar.
El arbitraje desprendía un tufillo casero difícil de aguantar. Reyes no acababa de encontrar el acierto en el tiro, y la diferencia se fue a siete para los locales. Parecía que caería la 13 para el Bilbao Basket, otro decepcionante tropezón. Tenía malos ataques y eso suele castigarle en la defensa posterior con las primeras situaciones ofensivas del enemigo La energía santiaguesa se imponía. Había mejores esfuerzos en el rebote ofensivo, que decantó la balanza oscilando al principio para los gallegos y después para los vascos. La dureza mental permitió a los de Miribilla no abandonar el pulso. Y cerrar una racha que ya empezaba a agobiar.
Moncho Fernández: “Nuestros últimos tres ataques fueron un desastre”
Moncho Fernández no escondió su enfado por el final de partido de su equipo y señaló que los últimos tres ataques de su equipo “fueron un desastre”. “Tuvimos tres triples para ponernos 9 arriba y romper el partido y no los metimos. Pero la pérdida del rebote fue lo que nos faltó. Nuestros últimos tres ataques fueron un desastre, y aun así tuvimos el último tiro para ganar”, analizó el técnico santiagués.
El Alquimista espera que su equipo siga mejorando en ataque, pero insistió en la necesidad de corregir el trabajo defensivo: “Esa debilidad en el rebote no nos podemos permitirla. Un partido que teníamos ganado se lo hemos regalado”. El entrenador del Obradoiro reconoció, asimismo, que “una de las opciones” para finalizar el último ataque era encontrar a Jordan Howard, y apuntó al rebote ofensivo del Bilbao “en los momentos decisivos” como la clave del choque.
Ponsarnau: “Ha sido una victoria de mentalidad”
Jaume Ponsarnau destacó la “mentalidad” que exhibió su equipo para remontar una desventaja de cinco puntos en el último minuto. “Fue un partido muy competido contra un equipo que, al igual que nosotros, también está en construcción. Aún nos falta oficio, pero el equipo no se ha dejado ir. Ha sido una victoria de mentalidad, y eso me satisface mucho porque veníamos de un partido ante Baskonia en el que nos faltó de todo”, afirmó.
En su comparecencia ante los periodistas, reconoció que tras una “buena” primera parte de los suyos, las sensaciones en el segundo tiempo fueron del Obradoiro. “Eso nos obligó a ir a remolque, pero pero supimos reaccionar cuando ellos se escapaban. El mejor ejemplo es que tuve que anular varios tiempos muertos. Conseguimos llegar al final con el partido igualado, y ahí esa canasta de saque de fondo ha sido importante”, recordó Ponsarnau.