El Barça naufraga en Turquía

Cuando un barco se hunde todos los tripulantes ayudan a achicar agua. Y eso es lo que hicieron durante buena parte del partido los jugadores del Barça, abrumados de inicio, en uno de los peores arranques de partido que se le recuerdan a los azulgranas. El 40-15 fue la máxima del partido, en el segundo cuarto, cuando parecía que todo estaba perdido. Pero los azulgranas se rehicieron tras el descanso, de la mano de Brizuela y Laprovittola, antes de volver a hundirse, ya de manera definitiva, en el último cuarto. Llegaron a ponerse a tres (62-59), hicieron lo más difícil, pero acabaron sucumbiendo de forma clara y, quién sabe si será importante, perdieron el average. Fue una derrota durísima.

El naufragio del Barça, en la primera mitad, fue absoluto. Las vías de agua, imposibles de taponar. Por lo grandes que fueron, pero también por la cantidad que se abrieron en el casco de la nave azulgrana. Desde el primer minuto se percibió una diferencia física, una intensidad diferente. El Fenerbahçe jugó como juegan los equipos de Jasikevicius en sus mejores días. No dejaron respirar al Barça, al que le costó un mundo anotar. Y eso que Grimau sacó de inicio a Satoransky, Laprovittola, Kalinic y Vesely, que no habían jugado ni un minuto el fin de semana. Dio igual. Les pasaron por encima.

La excelente defensa local, como es lógico, derivó en un dominio casi insultante del rebote y una superioridad por dentro de Motley apabullante. Sobre Vesely, pero también sobre Willy. Los turcos cogieron en los dos primeros cuartos más rebotes ofensivos que el Barça defensivos. Ni siquiera la entrada de Ricky cambió la cara a un Barcelona que ya perdía 19-6 en el primer cuarto. Los azulgranas tiraron bastante y no metieron nada mientras que Fenerbahçe vio el aro como una piscina. Primero Guduric, pero también Dorsey. Los turcos, en estado de gracia, olieron sangre (40-15).

Con el barco ya medio hundido, quien achicó un poco de agua fue Brizuela. Dos triples consecutivos antes del descanso que dieron una mínima esperanza al equipo de llegar a buen puerto. Fueron, junto a alguna de Parker, las únicas canastas sencillas de los azulgranas en toda la primera mitad. Y es que el Barça no atacó de forma fluida, no aplicó ningún sistema. Tiró de talento individual y no fue el día de sus tiradores. Sí del Fenerbahçe, de quien todos sabían que tenían un perímetro temible.

En el inicio del tercer cuarto, sin embargo, las cosas cambiaron sustancialmente. Primero porque Brizuela siguió anotando con facilidad, pero sobre todo porque el Barça fue capaz de cambiar el ritmo del partido. La cara del partido. Mucho más trabado, mucho más trabajado, fueron paso a paso limando las distancias. Primero entre Brizuela y Willy, luego con Laprovittola. El argentino, que no había metido una sola canasta en los dos primeros cuartos, fue ahora el capitán que necesitaba su barco. El Barça, en otras palabras, convirtió a Fenerbahçe en un rival mundano, manejable, menor. Y se metió de lleno en el partido (62-59).

Los nervios, normal, aparecieron en el partido. Primero con una técnica a Grimau, hastiado ya de ciertos arbitrajes que respetan poco al Barça. Luego una antideportiva, también innecesaria, de Kalinic que Wilbekin enlazó con un triple abriendo otra vez hueco en el electrónico. 67-59 a ocho del final. Y ahí se acabó la aventura del Barça. Siguieron remando, ya con el agua por encima de la línea de flotación, hasta que el perímetro de ‘Fener’, con los últimos cañonazos, acabó de hundirlos.

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