El gigante verde

El Unicaja ha vuelto a lo grande tras una revolución absoluta (12 bajas, 10 fichajes), lo hace también una Copa que se hizo gigante en los 90, la de las ocho aficiones, la de las alternativas sorprendentes, esa en la que los potentados hincaban la rodilla a menudo y los soñadores cumplían sus utopías. Esa que vio a siete campeones seguidos diferentes entre 1992 y 1998. El torneo del KO está otra vez aquí, lo ha recuperado el Unicaja con una gesta sin precedentes desde que se instaurara el formato ACB en 1984, porque nunca antes un equipo había eliminado de forma consecutiva al Barça (87-89) y al Madrid (82-93).

Lo ha hecho este Unicaja con ganas de reconquistar el tiempo perdido, de reverdecer los laureles del club en la primera década de este siglo. Jugará su cuarta final copera (2005, 2009, 2020 y 2023), a por su segundo título 18 años después tras noquear a un Madrid que cayó a la lona con estrépito. Mal de inicio, aún peor en el cierre, superado en el rebote (25 a 34) y con una paupérrima (¡otra vez!) carta de tiro (3 de 21, 14%), algo soportable algunas veces, insostenible a largo plazo. Así que con Tavares y Deck cargando al poste como única arma no bastó esta vez, y menos sin un base referente, una laguna que puede ayudar a que se le escape el curso por la gatera a Chus Mateo. Y menos todavía con los pívots malagueños on fire desde el 6,75.

Los de Ibon Navarro, magnífico el entrenador vitoriano en el encaje de piezas en un tiempo récord, jugaron con un derroche energético fabuloso sin un interior poderoso (Lima y su sustituto, Sima, andan de baja por lesión). Dio igual, lo compensaron con pasión y baloncesto, con movilidad y tiro, con un David Kravish (cinco postizo, trotamundos de esto) fabuloso por la selección de las ventajas y su ejecución (20 puntos con 11 lanzamientos y 3 tapones para 24 de valoración). Enorme tramo de Osetkowski; muy bien Kalinoski metiendo de tres, atrayendo a la defensa y pasando… Buenos momentos de Tyson Carter, Djedovic, Will Thomas; y de Kendrick Perry en un día más gris de Brizuela, más la labor abnegada atrás de Alberto Díaz y Barreiro. Un bloque en busca de su destino, y se notó. Una final histórica por cómo se ha incubado.

Venía a decir Ibon Navarro en la previa que el duelo iba a ir por el rebote, por lo que condicionara las cosas Tavares. Y al descanso, ahí ganaba el Unicaja (18, con 8 ofensivos, a 16). En el marcador, empate. Edy seguía siendo diferencial (tres tapones de salida y varios tiros más cambiados, seis gorros los blancos en el intermedio), pero la revolución verde lo compensaba. Kravish castigaba con tiro, velocidad y buenos 2x2.

El Unicaja hacia dos cosas muy bien: sujetaba al favorito en anotación y, a su vez, salía en transición cada vez que podía, una mezcla difícil de conjugar, aunque las ocho pérdidas merengues (cinco recuperaciones propias) se lo facilitaban. Y además añadía puntería, una cuádruple ecuación, incluyendo los rebotes, fantástica para sus intereses. Y es que en la media parte firmaba un notable 6 de 15 de tres (aún mejoró luego: 14 de 27, 52%).

¿Y el Madrid? Sí, de nuevo en día negado en el triple, un problema acuciante: 1 de 10 y 2 de 11 en cada parte. Y pese a todo (también menos de la mitad de asistencias), igualaba a 39 y vencía en valoración por 51 a 34. El motivo, esa verticalidad y fuerza para encarar el aro que le llevó a un impresionante 12 de 14 de dos y a lanzar 15 tiros libres. Sustento del Real en un mal comienzo.

Las cosas empeoraron en la reanudación frente a la marea verde, la del Unicaja con el apoyo de la hinchada local, la del Joventut. Más triples y más rechaces y, ahora sí, claramente por delante, hasta un +8 (50-58) tras cuatro minutos previos de vértigo de Osetkowski (9 tantos entonces) antes de que cometiera su cuarta personal. Lo relevó Kravish (con Will Thomas de pareja interior) y más madera, actuación estelar del estadounidense formado en Berkeley, que ha madurado estos meses hasta completar un partido con siglas de MVP. Y pronto, un +11 (64-75) a solo 7:25 de la bocina. Tiempo muerto preceptivo, golpe a Musa que quedaba conmocionado (poco después Tavares con una brecha) y transición relámpago con triple esquinado de Carter.

Jaque, casi mate, lo sería en breve (66-80) porque el Unicaja no iba a dejarse caer tan cerca de la gloria. De cabeza a su cuarta final en este torneo, a un triunfo de la segunda Copa de su historia tras la de 2005 con Jorge Garbajosa de MVP. Palabras mayores.