Alberto Díaz, el pelirrojo ejemplar
El malagueño, que terminó Ciencias de la Actividad Física y ya ha hecho el nivel 1 del curso de entrenador, es la imagen del éxito.
“Mañana tienes entrenamiento, Alberto”, le dijo Luis Casimiro, el entrenador del Unicaja que le había hecho debutar. Pero Alberto Díaz (23-4-1994) no fue a entrenar. “Tengo instituto”. Lo primero siempre ha sido lo primero para este malagueño ejemplar. Y en aquella época era estudiar en el colegio Rosario Moreno, aunque desde pequeño, cuando se fajaba en las canchas de Los Guindos, ya soñaba con esto. Pero con los pies en la tierra. Mientras los chicos de su edad querían ser Kobe Bryant, a él le gustaba Prigioni. Ese es Alberto Díaz, digno heredero de la estirpe de bases medallistas malagueños (Nacho Rodríguez, Carlos Cabezas), un tipo llano que representa fielmente el éxito de esta Selección. Humildad, orgullo competitivo, espíritu de equipo. Y de formación. Al pelirrojo le gusta tener la cabeza ocupada. Como tiene el baloncesto en la cabeza, ya ha hecho el nivel 1 del curso de entrenador. Ha hecho, además, un máster de gestión deportiva por la Universidad de Salamanca y cursos de Programación Didáctica y de Competencia en Educación Digital.
El factor Alberto Díaz en el Eurobasket se forjó de manera muy particular. Sergio Llull se lesionó en Pamplona el 24 de agosto. En la mañana del 25, cuando se confirmó la lesión muscular del base del Madrid, Scariolo empezó a darle vueltas a la cabeza. A sus 18 años, Juan Núñez todavía no estaba preparado para un torneo que exige rendimiento desde el primer día. El día 26 de agosto, Jorge Garbajosa y el seleccionador mantuvieron una conversación en la ruta Bilbao-Amsterdam. Había que darle una vuelta más a un equipo que ya estaba basado en la defensa, pero que con Llull perdía más talento. A Scariolo ya se la había encendido la bombilla. España sería una Selección de trinchera. Irían al Eurobasket a la “guerra de guerrillas”. Y para eso, nadie como Alberto.
Jorge Garbajosa llamó el domingo 28 de agosto a primera hora de la mañana a Antonio Jesús López Nieto, ex colegiado internacional y actual presidente del Unicaja. Le explicó el escenario. Llull estaba lesionado y Lorenzo Brown tenía problemas en el hombro derecho. Necesitaban a Alberto, que había sido, paradójicamente, uno de los primeros descartes de Scariolo en agosto. Entonces, la idea de equipo era otra y, además, Alberto se había lesionado y no había podido jugar los partidos de Ventanas contra Georgia y Ucrania, donde debía tener un papel relevante, especialmente en Tiflis ante McFadden. El jugador, por su parte, ni dejó terminar la conversación con Scariolo. ¿Dónde había que firmar para ir al Eurobasket? Así que acompañado de su pareja, que junto a las de Brizuela y Arostegui, más el hermano de Jaime, fueron los únicos cuatro valientes que empezaron la aventura en Tblisi, Alberto acudió a la llamada de la Selección no con la sensación de ser un parche. Se consideró un afortunado.
Alberto se ha ganado con el sudor de su frente todo lo que le ha pasado en este Eurobasket, que ha sido acabar en el papel de estrella cuando su rol, en principio, estaba destinado a ser secundario. Su trayectoria en el torneo vertebra el éxito de España. Contra Turquía, le sacó la quinta falta a Sengun y provocó una pérdida de balón decisiva de Larkin en los últimos segundos. Ante Lituania, además de la falta en ataque que le sacó a su ‘amigo’ Domantas Sabonis en un saque lateral cuando el balón ni siquiera estaba en juego, provocó dos pérdidas decisivas de Grigonis y Bradzeikis. Esta última fue la jugada decisiva del partido porque el mismo Bradzeikis cometió alta antideportivo sobre Lorenzo Brown. Contra Alemania, le sacó una falta en ataque a Schroder con 77-72 y le negó la recepción en varias jugadas con su pegajoso pressing. Alberto ha sido, además, decisivo para liberar en los últimos minutos a Lorenzo Brown, que ha asumido el rol de escolta en los instantes finales. Y, por si fuera poco, ha tenido la personalidad de encestar cuando está liberado pese a no ser un tirador consumado. Un dato resultado devastador. Con él en cancha en las eliminatorias, España tiene un +52 de balance. Un premio merecidísimo para alguien que se entrega a su profesión y que rompió a llorar una vez cerrado el pase a la final. Y sí, Alberto Díaz no verá la final de Berlín en el salón de su casa como parecía hasta esa llamada de final de agosto…