Poirier y un chaval de 16 años pintan de blanco el Clásico

Willy Hernangómez no fue Mirotic, ni en la cancha (4 puntos, 2 de 6 en tiros libres, y 2 rebotes) ni en la grada. Segunda actuación muy gris ante su exequipo en 15 días, la primera de azulgrana en el WiZink Center, que le pitó con furor y poco más, nada que ver con lo que vivió el montenegrino hace cuatro años en el mismo escenario. Apenas una anécdota dentro del Clásico, uno que vio cómo el Real Madrid soltaba amarras en el tercer cuarto y llegó a viajar 16 arriba (82-66) a poco del final. La única satisfacción culé, el maquillaje de los últimos segundos (86-79), que le mantiene vivo en el average para la vuelta en el Palau ante un hipotético empate clasificatorio. Lo demás, mal y las sensaciones, peores. Se salvó el talento con oficio de Laprovittola, los arreones de Brizuela y... echen el freno. En la escuadra merengue, Campazzo nunca defrauda (17 tantos y 5 asistencias), Musa aportó sin triples (13 más 5 pases, MVP de septiembre) y, sobre todo, un enorme Poirier, que se desquitó de lo de Manresa cuando tocaba: 22 puntos, 8 rebotes y 29 de valoración, muy asistido, en especial por Sergio Rodríguez. Y pese a su gran tarde, este Clásico se recordará por el día en el que Ismaila Diagne derribó la puerta (9+8, 6 rechaces ofensivos, y añadan un robo y un tapón para 16 créditos en 13:27). Sin Deck ni Tavares, el Madrid tiró de cantera.

Hablaba en la previa Chus Mateo de “ser ingeniosos sin hacer probaturas extrañas”. Esa lucidez controlada (o no) pasó por, en ausencia de Tavares por enfermedad (ha estado unos días hospitalizado por una infección respiratoria), dejar a Poirier en el banco y poner de titular al canterano Ismaila Diagne (no a Eli Ndiaye). Ismaila mide 2,14 m y tiene aún 16 años (20 de diciembre de 2006), solo había jugado 55 segundos con la primera plantilla en mayo pasado, en un duelo de Liga ante el Unicaja antes del quinto partido contra el Partizán. Esta vez arrancó de inicio y en 7:14 continuados cogió 8 rebotes (¡5 ofensivos!) y metió 5 puntos para 11 de valoración, dominó la pintura y a Vesely (Roger Grimau reservó a Willy hasta el minuto 8), le dio un empujón energético de salida a su equipo (11-2) que lo ayudó a capear luego un mal momento, un apagón ofensivo, y a alcanzar el descanso con ventaja: 37-33.

Campazzo se significaba igualmente, fundamental, pero varios fallos de sus compañeros cerca de la canasta, en especial Yabusele (0 de 4), permitieron a los azulgranas reaccionar, correr alguna vez, en una arrancada de tacos de ambos sin demasiado ritmo. Jabari Parker era un asidero con su dosis de talento y, luego, con las rotaciones, la irrupción de Torbellino Brizuela (10 puntos al descanso) llevó al Barça a cambiar de marcha. Uno arriba los visitantes tras construir un parcial de 9-19. Para entonces ya andaban en pista Poirier y Willy. El francés le puso un taponazo al español muy al estilo Tavares, en las nubes, aunque uno de los árbitros señaló falta. El Chacho hizo que se le pasara el disgusto conectando con él hasta tres alley-oops. Así vimos a Poirier, colgado del aro tras ganarle la espalda a Willy. Entró Nnaji, que dejó una de las jugadas de la tarde: gorro, carrera fulgurante y aro destrozado por encima de Hezonja que se tuvo que apartar.

En la reanudación, el nigeriano seguía en escena hasta que su tercera falta le mandó al banquillo. Poco después era Abalde el que se iba con cuatro personales en el mejor momento blanco, con un +12 (48-36, minuto 24) y el rival colapsado en ataque (un solo tanto en 4:20). Ambos equipos se mostraban nefastos en el perímetro con un acumulado, agárrense, de 7 de 38 en triples al cierre del tercer cuarto. Peor el Real incluso: 4 de 24, paupérrimo 16%. Eso y las faltas forzadas por Laprovittola (8 de 9 en ese tramo), una tras otra, mantenían con respiración a los de Grimau.

También las dudas merengues en el inicio del acto definitivo, que pedía a gritos la vuelta de Campazzo, pero Mateo lo aguantaba algo más en el banco por sus tres personales. De hecho, entró a 7:30 de la bocina (64-58) y cometió la cuarta sobre Lapro. Aguantó en cancha y lideró otro estirón, el definitivo, con Abalde haciendo el trabajo sucio y Poirier sin dejar de sumar, desquitándose de la mala noche en Manresa. Y con Llull y el chaval, Ismaila, que había dado previamente un relevo de mucha calidad. Un 2+1 de Musa (78-64) convertía el jaque en mate. El zarandeo deportivo al Barça era total, para más inri, el día que faltaba Papá Edy Tavares. A salto de mata, Vesely, Willy y Nnaji… y el mejor fue el último.

En Barcelona hay preocupación. La cosa no pinta bien. Para el Madrid, el 2-0 en los Clásicos reafirma el rumbo con guiño incluido a la cantera. Queda todo.