Liga blanca o 5º en el Palau

Aunque el refrán diga que no hay quinto malo, el Madrid huye de un posible desempate como de la peste y jugará como si no tuviera red que le proteja de una caída (la tiene). Una final dentro de la final. O gana hoy y celebra la Liga, la 36ª de su historia, el 22º título de la era Laso, o deberá volver al Palau, a pelear contra la magia del recinto azulgrana tan venerada por la hinchada culé. El Madrid manda por 1-2, pero si ya no hubiera Liga, si se hubiera finiquitado el viernes con un 0-3, tampoco sorprendería (sigue el partido de hoy en directo en As.com). Hasta ahora, superior en la cancha: más fuerza y energía, mejor en defensa y rebote, cosas que le han dado 34 tiros de campo más respecto a su rival en la suma de los tres encuentros, 19 solo en el tercer duelo (en los tiros libres, eso sí, bastante igualdad, 55 a 50).

Solo dos veces se ha remontado un 1-2 en una final y en ambas fue el Barça el protagonista de la gesta. La primera, en 1995 en el no triple de Mike Ansley que dejó sin gloria al Unicaja. Y la segunda, en el primer capítulo de la era Laso, en 2012, cuando después del triple a una pierna de Marcelinho Huertas desde casi medio campo, los merengues igualaron en el ­Palau y pusieron luego el 1-2 en un tercero (85-59) muy parecido al de ahora (81-66). Todo a favor entonces, Palacio lleno, y Lorbek (24 puntos) y Wallace (16) mandaron la serie al quinto. La Liga se quedó en Barcelona. Un paralelismo que no olvidan los locales, aunque de aquel equipo solo continúe ­Llull. Bueno, y Mirotic, pero con la camiseta cambiada. La estrella culé cree que deben dar un paso al frente “en juego e intensidad” para compensar “el gran baloncesto” del Madrid.

Un elemento importante, y novedoso desde que empezara la pandemia, es el aspecto del WiZink Center, con las localidades disponibles ayer en la web agotadas. El recinto de Goya reunió el viernes a 11.793 espectadores y hoy, si nadie se queda en casa, superará los 12.000, algo que no sucedía desde el 14 de noviembre de 2019, también ante el Barça, cuando Campazzo dominaba. El factor afición puede decantar la balanza: “Si ponemos actitud, el público no nos va a dejar perder”, decía Chus Mateo.

El trío Hanga, Causeur y Deck ha sido determinante en todo el playoff, no solo en lo que va de final, pero la vuelta de Llull y la recuperación parcial de Abalde dan aire a un equipo que ha llegado hasta aquí sin bases, algo difícil de creer. Desde la final de Copa, el Madrid ha cambiado la manera de encarar los Clásicos, con un quinteto grande y un ataque más vertical para superar la defensa de cambios que limitaba su lanzamiento exterior. Esos ajustes han volteado la dinámica de hegemonía azulgrana, la de una plantilla que desde que se puso al día con los aplazados ha dejado de ser la de antes. Como le pasó al Madrid en febrero y marzo. Jasikevicius se agarra a que nunca desde su fichaje ha perdido una eliminatoria de ­playoff: 7-0. Liga blanca o quinto partido.