La leyenda de Rudy aún cabalga

“Tomé la mejor decisión de mi carrera al fichar por el Real Madrid”, decía un emocionado Rudy Fernández en los micrófonos de Movistar una vez acabado el segundo partido de la final, con el 2-0 en el marcador (79-63), el que puede ser el último de su carrera en el Palacio de toda la vida, ahora WiZink Center. Un duelo en el que empujó a su equipo con una actuación perfecta, la mejor de la temporada. No falló un tiro, y qué tiros: 14 puntos (1 de 1 de dos y 4 de 4 en triples) en 14:32 más 6 rebotes y una asistencia para 20 de valoración (+18 con él en pista). Decisivo, porque su leyenda aún cabalga por las pistas de baloncesto.

Y hablaba de eso, de su Madrid, de su gente y de más cosas mientras que el público del Palacio continuaba en pie coreando su nombre, aplaudiendo a rabiar, más de uno con lágrimas en los ojos, como el protagonista. Una ovación que comenzó cuando se fue al banco, después de descerrajar ocho puntos en el último cuarto, y apenas restaba un minuto y medio para el bocinazo final con el pulso finiquitado. Esos 90 segundos fueron cerca de cinco minutos de tiempo real y la afición seguía y seguía coreándolo. Un cuarto de hora más tarde aún no había parado. Salieron sus hijos a la pista a abrazarle, sus compañeros lo felicitaban, los rivales… Chus Mateo también visiblemente conmovido. El homenaje de los suyos, de la hinchada que lo ha acompañado en los últimos 12 años. Jugó unas semanas en 2011 de blanco por el cierre patronal de la NBA y volvió para quedarse meses después, durante mucho tiempo y 25 títulos, que pueden ser 26. El partido tuvo de todo, pero fue el de Rudy. Nadie ayudó a ganarlo más que él, a solo un triunfo de levantar una nueva Liga. Parece poco, aún es mucho y más ante este UCAM de espíritu indomable que no se va a rendir, y menos en Murcia.

Sito Alonso volvió a recurrir a la zona, pero su equipo, además, fue intenso en el cara a cara, incluso demasiado porque no controló las faltas, lo cual antes del descanso ya era un gran problema (y más luego). Tres de Moussa Diagne, tres de Morin y dos de Kurucs. Sus interiores cargados y amenazados, tanto que el técnico visitante juntó por dentro a Sleva y Kurucs al tiempo que mantenía la disposición zonal. Una que el Madrid recuperó para replicar con la misma moneda, aunque con Tavares en el centro, lo cual cambia algunas cosas.

El pívot intimidó y atrapó 12 rechaces. Sumó, eso sí, la segunda personal en un tapón que pareció limpio y el banquillo merengue recibió la segunda técnica por protestar. La torre de la final asustó atrás, pero no andaba fino con el balón, en los uno contra uno al poste, en los tiros libres… Fallón. Mejoró en la segunda parte. La diferencia en el rebote, sin embargo, era una base sólida para los locales que no la metían de tres (1 de 11), igual que en el primer asalto. De hecho, el inicio se pareció bastante al del sábado. En los últimos cinco minutos el parcial de 16-5 lanzó a los blancos con la vuelta de Campazzo a la dirección y un buen Rudy, que leía la zona para tirar de tres cómodo frente al notorio enfado de Sito Alonso. Con el segundo triple seguido de la leyenda, 40-30.

La efervescencia del UCAM frente al Chacho y Rudy

A la vuelta de los vestuarios, el Madrid tuvo un pico eléctrico que pareció fundir los plomos del UCAM. Buena entrada a canasta de Campazzo, cinco tantos de Musa y un mate de Tavares. El bosnio rompía una presión con bote y penetración y luego anotaba un triple tras encadenar tres rebotes de ataque. Y pese a lo cuesta arriba que se había puesto todo (49-36), con un pobre 5 de 21 en tiros de dos, los universitarios volvieron a burbujear. Efervescentes fueron sus carreras y sus triples tras alguna pérdida local. Sleva, Ennis y Hakanson la embocaban de tres. Cinco de siete en ese tercer periodo, una inyección ofensiva imprescindible para pelear la hazaña.

Un impulso que se detuvo ahí porque en los siete primeros minutos del acto definitivo solo apilaron tres canastas, mientras que en el Madrid Sergio Rodríguez y Rudy llevaban el ritmo. Increíble actuación del alero, una con sabor absoluto a despedida (y ya veremos si será, en silencio, también la del Chacho y Causeur). Una canasta, dos triples y 74-61. No falló un tiro y si fue el adiós de su afición porque el UCAM no fuerza el quinto y el Madrid gana la Liga en Murcia, resultó perfecto. Su mejor partido del año… en la final. Determinante.

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