BARCELONA

Grimau: “Una cosa es ser tranquilo y otra no tener carácter”

El entrenador del Barcelona le cuenta a Antoni Daimiel algunas cuestiones sobre su vida y su carrera en el nuevo espacio ‘El Confesionario ACB’.

Roger Grimau, entrenador del Barça, es el primer invitado del espacio El confesionario ACB, la nueva propuesta de la Liga y de Movistar Plus+ para dar a conocer a los protagonistas de la competición. El técnico catalán se confiesa con el periodista Antoni Daimiel en un decorado hecho a medida para el programa, que se puede ver en las redes sociales de la ACB y en M+.

Grimau es una cara muy conocida de la Liga Endesa por sus años de jugador, pero como entrenador era un desconocido cuando se estrenó en el banquillo azulgrana el pasado mes de septiembre. Eso sí, entiende bien cómo funciona el Barcelona, capitán del equipo que ganó la Euroliga en 2010, aunque asegura que ha puesto cierta distancia con los comentarios expresados en sus primeras semanas en el banquillo: “Conociendo como es la casa, tengo esa ventaja o desventaja de conocerla, me he prevenido de escuchar o leer, es inevitable que se hable. Cada uno tiene su opinión y es libre de decirla. Solo puedo responder con trabajo e intentar hacerlo lo mejor posible”.

El barcelonés, de 45 años, opina que su predecesor hizo “un trabajazo”: “Saras (Jasikevicius) es una persona con muchísimo carisma. Cualquier entrenador que hubiera venido después de él, lo tendría complicado. Tengo plena confianza en mí: muy agradecido por la confianza que me han dado y estamos todos remando en la misma dirección”.

Grimau dice que no quiere fingir lo que no es, “porque se nota mucho, es totalmente falso”. Y añade: “La gente te pilla rápido, no te hace ser respetado. Tenemos un staff muy capacitado: aparte de Víctor, Carles, Xavi, Oscar... la figura de Rafa (Martínez) es un acierto absoluto por parte del club. Tenemos que estar muy contentos”.

Superstición, aparecen viejos fantasmas

Su recorrido al frente del equipo está todavía por ver, aunque el inicio sea muy bueno, y el propio técnico evita ponerse metas a largo plazo: “No miro más allá del próximo partido, tengo suficiente trabajo como para estar pensando si es para varios años. Soy de partido a partido, pero más que nada por mi propia salud mental. Soy bastante manías, no me da para pensar mucho más allá. Como jugador era muy supersticioso, lo fui dejando como una adicción poco a poco. Más que recuperarlo ahora, aparecen viejos fantasmas”.

Grimau transmite una imagen de tranquilidad, de bastante calma, aunque los hay que hablan de falta de carácter porque no se pone a pegar gritos: “No es verdad que no me enfade, no hay que confundirlo con tener un carácter tranquilo. Lo comparo con la educación de mis hijos: no intenté educarlos desde el grito o el castigo, sino que traté de convencerlos de las cosas. Eso no quiere decir que no haya pegado un grito o no haya castigado puntualmente. No hay que confundir que uno sea tranquilo con que no tenga carácter. (…) A veces es necesario que te piten alguna técnica”.

“El deporte es un juego de jugadores y todo lo que lo rodea, un mal necesario”, una especie de máxima para comprender cómo entiende Grimau el baloncesto. Tanto en su etapa como jugador como ahora como entrenador ha tenido próximo a Juan Carlos Navarro: “En mis momentos más importantes como deportista, ha estado cerca. Primero como rival, que ya lo admiraba, luego como compañero y ahora como jefe”.

Los caballos y el dinero

Sobre su inexperiencia en el cargo, hace la siguiente reflexión: “Me gusta que me digan joven porque es curioso, desde los 31 o 32 te quieren jubilar como jugador y ahora con 45 soy joven, soy rookie, soy inexperto… ¡La vida te da muchas vueltas! Tengo la suerte de que no me duele nada, me he cuidado bastante en mi vida. Me tengo que poner a hacer deporte, esto te atropella y no te da tiempo a hacer esa media hora al día para hacer algo. Intento cuando puedo desconectar, ir a la montaña a caminar y estar con los caballos ahí en la hípica de al lado de mi casa. No montarlos, sino estar con ellos”.

Al técnico le gustan los tatuajes y explica lo que significan para él: “Tengo varios y este verano me hice uno. Me gustan, lo que me cuesta es encontrar el motivo para hacérmelos. Yo creo que los tatuajes tienen algo de ese momento”. También le cuenta a Daimiel que no es un derrochador con el dinero, al revés: “Soy bastante amarrado, durante mucho tiempo tenía el dinero guardadito. Al dinero que he podido hacer no le he sacado un súper rendimiento, pero creo que lo he invertido bien. Abrimos un centro de entrenamiento muy pionero en España, de alta intensidad, pero nos pilló la pandemia”.

En lo personal, se ve como “un tío tranquilo y callado”. “Me gusta estar con gente aunque no sea la voz cantante; pero organizar fiestas me gusta, a la sombra...”. Y sobre su pelo rizado y desmelenado, confiesa que la gente le dice que se peine: ¿Me peino con una raya en medio? Soy así y no voy a cambiar”.

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