El Madrid evita la emboscada

Caer, volverá a caer, pero resulta difícil intuir cuándo, pese a los compromisos endemoniados que le aguardan en Navidad. El líder de todo avanza con una constancia exagerada por su mentalidad colectiva y eso, a lomos de una clase diferencial (incluyan ahí lo físico, que también es talento), lo convierte en un ogro para el resto. El rugido de la bestia en lo mollar del choque no impidió que la afición del Fontes do Sar disfrutara con los suyos, y mucho. El Monbus Obradoiro, que apretó al Madrid en lo que estuvo en su mano, dominó el rebote, forzó 14 pérdidas y… le faltó puntería. Porque los blancos, en un día de inspiración controlada, terminaron con 21 asistencias, 8 de Sergio Rodríguez que en el +/- con él en cancha lució un +20. El exuberante Hezonja fue otro factor; y Musa, vaivenes incluidos, y Llull echaron una buena mano con Tavares y Poirier asegurando por dentro. Rudy finalizó con molestias musculares y Deck apenas se mostró. En el Obra, el ala-pívot Tinkle lideró con 4 de 5 de tres y Jordan Howard, Thomas Scrubb, Blazevic y Pustovyi le ayudaron. No les alcanzó: 74-85.

En este calendario plagado de trampas para los grandes, por la dificultad creciente de las competiciones y porque cada vez hay menos respiro entre desafíos, Galicia es un lugar donde el Madrid cayó en emboscadas previamente, tanto en Lugo, hace solo unos meses, como en Santiago. Los kilómetros en las piernas, al margen del potencial de la plantilla merengue, jugaban a favor del Obradoiro. De hecho, Campazzo se quedó fuera de la convocatoria (y Causeur) para dar espacio a Alocén, que partió de titular. Los de Moncho Fernández comenzaron apuntándose la primera, al contener la habitual salida en tromba vikinga. La receta ya la hemos visto antes: gran defensa para manejar el ritmo, con cambios de emparejamientos pese a los desajustes de última hora que beneficiaban a Tavares; cargar fuerte el rebote de ataque; y maximizar el cuidado del balón, buenos tiros y pocas pérdidas. Fácil de enunciar y, a veces, imposible de cumplir. Lo hicieron de maravilla en el primer parcial: 19-15 con ocho tiros de campo más y apenas una pérdida.

En el segundo cuarto, justo lo contrario, siete balones al limbo encadenados, lo que dio alas al Real. Sergio Rodríguez, además, jugaba su particular partida de mus con Poirier, seña va, seña viene, y conectaba tres alley-oops con el francés de los que bajan el alma a los pies al rival. Musa percutía y luego recaía en la corriente de precipitaciones del jueves ante el Bayern con cierto pique con la grada por su pasado de vino y rosas en el Breogán. Una recuperación de Hezonja culminada con un mate de espaldas ponía el +11: 28-39. Una ventaja jugosa dadas las dificultades, pero los blancos no supieron amarrar los últimos 50 segundos y encajaron dos triples consecutivos.

Vivía el Obra, que iba a exprimir sus opciones en la reanudación. El problema, que el Madrid se puso serio en el rebote, también en el ofensivo, y clavó entonces cinco triples, los dos primeros de Abalde y tres seguidos más tarde de Hezonja, Rudy y el Chacho que dejaban al límite de sus fuerzas al equipo gallego: 48-62. Y pudo caer otro.

El reto del modesto se fijaba en remontarle 14 tantos en el último cuarto al campeón de Europa. Quien no lo intenta… Y lo hizo sin premio. La rotación de Chus Mateo asfixia. Hezonja, pletórico de forma, y Abalde, que sigue aprovechando sus minutos en la ACB, se guardaron la victoria en la maleta y echaron la llave: 28 triunfos en 30 jornadas en tres meses de competiciones. Mejor, imposible, aunque no dejan de llegar curvas. El martes, el Estrella Roja en Belgrado; el jueves, el Partizán en el Palacio.

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